Slavoj ?i?ek: ¡°Con la pandemia empec¨¦ a creer en la ¨¦tica de la gente corriente¡±
El popular pensador esloveno dice que solo unidos nos salvaremos. Si a¨²n no lo hemos aprendido, necesitamos nuevas crisis que nos hagan m¨¢s solidarios
Lo que m¨¢s echa de menos Slavoj ?i?ek de la vida anterior al coronavirus es la soledad. ¡°No lo digo en plan broma barata posmoderna¡±, apunta el fil¨®sofo esloveno, a sabiendas de que la confesi¨®n, como mucho de lo que dice, resulta parad¨®jica: el ¡°fil¨®sofo rock star¡±, acostumbrado a dar charlas multitudinarias por todo el mundo, ahora apenas sale de su casa en Liubliana (Eslovenia). Desde all¨ª contesta a la videollamada, apoltronado en un sof¨¢ beis, con un plano desgarbado en el que asoma un coj¨ªn con peque?os b¨²hos de colores y la esquina de un cuadro amarillo. ¡°Soy de alto riesgo, si pillo el virus no lo cuento: tengo 71 a?os y una fuerte diabetes, y luego est¨¢n mis tics¡¡±. Un c¨®mico hizo un montaje con todos ellos titulado ¡®Si no sabes c¨®mo se contagia la covid, observa a ?i?ek haci¨¦ndolo todo mal¡¯. ?i?ek se r¨ªe, luego sorbe, se relame, se frota los ojos y se rasca la nariz. ¡°Disfruto del confinamiento, pero a?oro la soledad porque ahora me llaman m¨¢s que nunca, maldito Zoom, me bombardean¡±.
Le llaman porque no para de escribir. Anagrama acaba de publicar la traducci¨®n de Como un ladr¨®n en pleno d¨ªa (2018), en verano sac¨® Hegel in a Wired Brain (Bloomsbury, 2020, sin traducir; Hegel en un cerebro cableado) y public¨® el urgente Pandemia (Anagrama, 2020) apenas 100 d¨ªas despu¨¦s de que empezase el coronavirus¡ Ya tiene listo el segundo volumen y est¨¢ escribiendo el tercero. No es f¨¢cil embridar a ?i?ek. En dos horas de conversaci¨®n hay que levantar la mano para meter baza. Dice estar deprimido y de mal humor (¡°cuando estoy as¨ª solo me anima hablar con alguien que est¨¢ peor¡±), pero es un derroche de energ¨ªa verbal, ideas destello y divagaciones. Citas cultas, citas pop y autocitas a su ingente obra (medio centenar de libros desde El sublime objeto de la ideolog¨ªa, de 1989). Todo salpicado de chistes verdes y corteses ¡°tiene usted raz¨®n¡±. ¡°Recuerde que estoy mayor y cansado, as¨ª que manipule y ordene mi discurso, por favor¡±, pide nada m¨¢s empezar. ¡°Solo los periodistas que me odian son literales con lo que digo¡±. Y apremia: ¡°Vamos al l¨ªo, como en Auschwitz, el trabajo nos har¨¢ libres¡±.
PREGUNTA.?En Como un ladr¨®n en pleno d¨ªa cuenta que Lubitsch us¨® el humor para acercarse a la herida abierta del Holocausto. ?Estamos listos para re¨ªrnos de la pandemia?
RESPUESTA.?A¨²n no. Aunque el hero¨ªsmo y el miedo pueden hacer un buen thriller, tambi¨¦n hay comedias sobre cosas horribles. Tras la guerra de la desaparecida Yugoslavia surgieron los chistes pol¨ªticos m¨¢s inteligentes, vulgares y tremendos. El drama necesita m¨¢s tiempo. Si esto es un hombre, de Primo Levi, fue un fracaso en los a?os cuarenta, hicieron falta 20 a?os para que triunfase. Todav¨ªa no estamos ah¨ª, pero el humor volver¨¢ y ser¨¢ oscuro y brutal.
P.??No existe ya en los memes, en Twitter?
R.?Puede ser. En Eslovenia el museo etnogr¨¢fico ha recopilado las bromas sobre la covid. ?Sabe una cosa que no es broma, pero lo parece? Hay gente que quiere recuperar partes abandonadas de la ciudad para que quienes han pasado el virus beban, bailen, hagan org¨ªas¡
P.??Un gueto, pero bien?
R.?Exacto. Me encanta. En Espa?a hay muchos supervivientes, podr¨ªan hacerlo.
P.?En Pandemia dec¨ªa que est¨¢bamos muy cansados. ?C¨®mo estamos ahora?
R.?Con fatiga cr¨®nica. En primavera sufr¨ªamos m¨¢s, pero ahora, aunque en Eslovenia hay 20 veces m¨¢s contagios, la gente es m¨¢s indiferente. No es una indiferencia celebratoria, es desesperada. Nadie sabe qu¨¦ va a pasar. La gente est¨¢ literalmente perdiendo el deseo. En Sarajevo, con los francotiradores en los tejados, la gente luchaba por sobrevivir; despu¨¦s, cuando acab¨® la guerra, llegaron los suicidios. Me temo que ahora pase lo mismo. En medio a?o puede que la crisis sanitaria est¨¦ m¨¢s controlada, luego vendr¨¢ la econ¨®mica, y la tercera ola ser¨¢ psicol¨®gica, los derrumbes emocionales, las generaciones destruidas.
P.??C¨®mo afrontarla desde lo p¨²blico?
R.?Necesitamos Estados fuertes y eficientes, pero no hay que subestimar la autogesti¨®n de las redes locales. Se dice que la crisis sac¨® lo peor de nosotros. Disiento. Yo tuve problemas de salud durante el confinamiento y recib¨ª tanta ayuda, no solo de m¨¦dicos y enfermeras, vecinos, asociaciones¡ Empec¨¦ a creer en la ¨¦tica de la gente corriente. La decencia de pensar ¡°esto tiene que hacerse y yo estoy aqu¨ª¡±. La izquierda deber¨ªa usar, que no manipular, este despertar de la solidaridad.
P.?Sin embargo, en el reparto de vacunas, como ocurri¨® con las mascarillas o los respiradores, ha triunfado la l¨®gica capitalista, gana el mejor postor.
R.?Hay mucha hipocres¨ªa. Dijeron que habr¨ªa para todo el mundo y ya estamos viendo diferencias en el acceso, por ejemplo, Israel neg¨¢ndosela a los palestinos. Es una l¨®gica est¨²pida, en un mundo globalizado, necesitamos estar todos a salvo. No soy idiota ¡ªno digo que la covid vaya a traer el comunismo¡ª, pero tampoco pesimista: creo en las posibilidades de esta nueva solidaridad. Un detalle insignificante y maravilloso: en una entrevista el fundador turco de BioNtech [el doctor Ugur Sahin, junto a su esposa, ?zlem T¨¹reci] vino a decir: ¡°Nosotros no podemos hacerlo todo, necesitamos otras vacunas¡±. ?Un empresario preguntando ¡°d¨®nde est¨¢ la competencia¡±! ?Qu¨¦ belleza! El trabajo de esa pareja ha hecho m¨¢s contra el racismo que todas las tonter¨ªas pol¨ªticamente correctas. La gente dice: ¡°El capitalismo sobrevivir¨¢¡±. Yo contesto: ¡°Ya ha cambiado inmensamente¡±. Incluso Gobiernos conservadores, Trump, Boris Johnson, han hecho cosas inimaginables: nacionalizar, intervenir o introducir de facto elementos de la renta b¨¢sica universal.
P.?El ¡°ladr¨®n en pleno d¨ªa¡± de su libro se refiere a c¨®mo el sistema cambia sin que nos percatemos. ?Ha hecho la covid m¨¢s visible al ladr¨®n?
R. En varios sentidos. Por un lado, la descarada concentraci¨®n de la riqueza ya no es secreta. Es repugnantemente visible. En el ultracapitalismo, Gates, Soros y el resto son presentados como el consejo de sabios, una nueva aristocracia. Por otro, Amazon o Microsoft no ejercen la explotaci¨®n cl¨¢sica ¡ªyo trabajo y t¨² te llevas el beneficio extra¡ª, sino que privatizan lo que Marx llamaba el bien com¨²n, el espacio compartido donde nos comunicamos, y se benefician de las rentas. El capitalismo cambia hacia uno m¨¢s feudal y digital, donde un par de megacompa?¨ªas controlar¨¢n todo y estar¨¢n compinchadas con los aparatos de seguridad de los Estados. Ya no es que te tengan geolocalizado, menuda chorrada, eso no da miedo. Es que saben por d¨®nde vas del libro que est¨¢s leyendo, la tele reconoce tu expresi¨®n facial para ver si te gusta un programa; en EE UU, China o Israel las conversaciones privadas se graban; en Europa ya es dif¨ªcil encontrar billetes de 100 euros, al final pagaremos mirando a c¨¢mara y sonriendo. Y el Estado lo sabr¨¢ todo.
P.?Suena a ciencia-ficci¨®n.
R.?Ya existe una interacci¨®n directa entre la mente y la computadora. Lo venden como algo positivo, as¨ª los discapacitados pueden mover su silla con solo pensar ¡°adelante¡± o lo que sea, pero no te cuentan que tambi¨¦n sirve para controlarte. Mis amigos conectados con lo militar dicen que las armas nucleares son para idiotas. Las armas psicol¨®gicas, no en el sentido de la antigua propaganda, sino como el control de la mente, son el futuro.
P.??Por ejemplo los algoritmos que alimentan la desinformaci¨®n en las redes?
R.?Las redes sociales nos dan un cierto nivel de libertad, son un arma para la revoluci¨®n como se vio en la primavera ¨¢rabe. Por eso los Estados quieren controlarlas y Assange es un h¨¦roe de nuestro tiempo al criticar precisamente el control de los Estados donde la gente se cree libre. No extraditarlo ha sido lo correcto, pero las razones para no hacerlo son equivocadas. La juez Vanessa Baraitser apel¨® al riesgo de suicidio, su mensaje: ¡°S¨¦ que la acusaci¨®n contra Assange est¨¢ mal, pero no estoy preparada para admitirlo¡±.
P.?All¨ª donde se controlan abiertamente las redes, el problema tambi¨¦n existe.
R.?Claro que hace falta un Assange chino. No tengo ninguna simpat¨ªa por China, pero cuando la cat¨¢strofe explot¨®, pusieron la salud de la gente por delante de la econom¨ªa. Y result¨® eficaz incluso econ¨®micamente, algunos grandes institutos capitalistas defienden ahora que las cuarentenas estrictas son lo ¨²nico ¨²til. Un amigo chino disidente me dijo: ¡°El Partido tiene una ventaja sobre Occidente; no se preocupa por las pr¨®ximas elecciones¡±. China vio la prioridad y supedit¨® los mecanismos del mercado; no s¨¦ c¨®mo se hace eso de forma democr¨¢tica, pero s¨ª que est¨¢ en nuestro propio inter¨¦s ego¨ªsta crear una nueva solidaridad global. Habr¨¢ nuevos virus, emergencias clim¨¢ticas, malestar social¡ Necesitamos Gobiernos que no dejen las cat¨¢strofes en manos del mercado.
P.??Como en una guerra?
R.?No me gusta el s¨ªmil, pero s¨ª, como cuando, tras la Segunda Guerra Mundial, Roosevelt rompi¨® todas las reglas¡ Ahora es necesario un sistema de salud global, y si el sistema no puede gestionarlo da igual, es lo que hay que hacer. En alg¨²n momento la econom¨ªa tendr¨¢ que socializarse. Por pura urgencia. Ning¨²n Estado democr¨¢tico se puede permitir que gran parte de su poblaci¨®n pase hambre, aunque est¨¢ pasando y entiendo el escepticismo. Pero nada est¨¢ predeterminado, todo est¨¢ abierto. Habermas, el fil¨®sofo alem¨¢n, no me gusta mucho, pero dijo que lo excepcional de la covid es que nunca hemos sabido tanto y a la vez somos tan conscientes de nuestra ignorancia. La realidad es impenetrable. Y en medio de estas inc¨®gnitas tenemos que actuar.
P.??Y si no lo hacemos?
R. Nos daremos de bruces con la realidad de forma mucho m¨¢s cruel. Disturbios, problemas¡ ?Se da cuenta de lo que est¨¢ pasando en EE UU? Los titulares impensables que parecen referidos a un pa¨ªs africano. Los asaltantes del Capitolio hicieron lo correcto (protestar contra un sistema electoral que no representa la voluntad popular) por la raz¨®n equivocada (creer que Trump est¨¢ de su lado). Trump es como Kane en la pel¨ªcula de Orson Welles, habla en nombre de los pobres para evitar que los pobres hablen por s¨ª mismos. En contraste con el populismo autoritario cl¨¢sico, como el fascismo, que busca abolir la democracia e imponer un nuevo orden, el populismo actual no tiene programa. Por ello posponen indefinidamente su objetivo. Las verdaderas v¨ªctimas de Trump son quienes se toman en serio su charlataner¨ªa contra las ¨¦lites liberales corporativas.
P.??Es pesimista u optimista respecto al futuro?
R.?Woody Allen escribi¨® en 1979: ¡°La humanidad est¨¢ en un cruce de caminos. Uno lleva a la desesperaci¨®n y la desesperanza. El otro a la extinci¨®n total¡±. Hay que asumir la crisis, no seamos ingenuos. Con las vacunas la gente dice: ¡°Por fin vemos la luz al final del t¨²nel¡±. Claro que la vemos: de frente viene un tren.
P.?As¨ª que, ?pesimista?
R.?Esa es mi paradoja. Lo soy a corto plazo, es la ¨²nica manera de ser feliz a veces, cuando de casualidad pasa algo bueno. Pero al mismo tiempo soy un optimista desesperado. Solo unidos podremos salvarnos. Si a¨²n no lo hemos aprendido, simplemente necesitamos nuevas crisis para ser m¨¢s organizados y solidarios. Solo espero que no sean muy brutales.
P.?Si los muertos hubieran sido mayoritariamente j¨®venes, ?nos habr¨ªamos tomado esta m¨¢s en serio?
R.?Es tan triste. Sin decirlo, todos lo hemos aceptado: sacrifiquemos a los viejos. Practicamos la barbarie de la supervivencia. Tambi¨¦n me entristece que haya pa¨ªses, Yemen, Armenia, donde los conflictos relegan a la covid. Pens¨¦, qu¨¦ est¨²pido, que la pandemia los frenar¨ªa.
P.??Los hemos olvidado los medios?
R.?Mi reproche no es que los medios pongan ¨¦nfasis en el coronavirus, sino que no lo relacionen con el cambio clim¨¢tico o el malestar social, como parte de la misma patolog¨ªa. La covid no cay¨® del cielo, no sali¨® de una sopa de murci¨¦lago en un rinc¨®n de Wuhan, forma parte de un sistema. No en el sentido new age, como una venganza espiritual de la naturaleza contra el capitalismo. La covid es materialismo puro, un proceso vac¨ªo de significado, algo que simplemente ocurre, pero por supuesto que lo hace en unas condiciones econ¨®micas determinadas. La naturaleza se recuperar¨¢, eso no me preocupa, la cuesti¨®n es si habr¨¢ lugar en ella para nosotros.
Solo en la multitud
En Liubliana (Eslovenia) hace un tiempo ¡°deprimente, gris, nuboso, impenetrable como una sopa oscura y fr¨ªa¡±. Y aun as¨ª, con los casos de covid disparados, la vida sigue ah¨ª fuera. ¡°Nadie hace ni caso a las restricciones, esta ciudad nunca ha estado desierta por la pandemia¡±, dice ?i?ek, hijo de una familia de clase media (padre economista, madre contable), que estudi¨® Filosof¨ªa y Sociolog¨ªa en su Liubliana natal y luego Psicoan¨¢lisis en la Universidad de Par¨ªs. La ¨²ltima vez que vio una ciudad vac¨ªa ten¨ªa 19 a?os. En 1968 viaj¨® por placer a Praga y le pill¨® la invasi¨®n sovi¨¦tica. ¡°Tengo un recuerdo tan c¨ªnico: estaba en una pasteler¨ªa de la plaza principal viendo c¨®modamente, mientras com¨ªa tarta de fresa, c¨®mo los manifestantes tiraban piedras a los soldados¡±. ?Qu¨¦ terriblemente burgu¨¦s! ¡°No soy un izquierdista de esos falsos que miran con desprecio a los ricos, en la clase trabajadora nadie se siente culpable por so?ar con una herencia¡±. Recientemente, el fil¨®sofo debat¨ªa con sus amigos cu¨¢nto dinero necesitar¨ªa para considerarse rico. Lleg¨® a una cifra: 50.000 euros. Al mes. ¡°Tendr¨ªa residencias en varios lugares, volar¨ªa en primera¡ Me gustar¨ªa vivir en un condominio frente a Central Park, en el piso 30?, con muchos vecinos a los que ignorar educadamente y un encargado que arregla las cosas. Vivir¨ªa aislado all¨ª arriba, pero a un viaje en ascensor de las tiendas y las cafeter¨ªas. Me gusta estar solo en la multitud¡±. Ha viajado por todo el mundo, invitado por universidades, de Columbia a Se¨²l, y da conferencias que suelen convocar a miles de seguidores, pero tiende a quedarse en su habitaci¨®n de hotel. Solo es relativamente feliz, cuenta, en el centro de una gran ciudad o en un lugar remoto, como una caba?a en las islas Svalbard (Noruega), en pleno oc¨¦ano ?rtico. ¡°All¨ª solo hay musgo y hielo. S¨ª, soy un hombre de extremos¡±.
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