Primera obligaci¨®n
No tiene sentido que se anuncie que no se pactar¨¢ con tal o cual partido, as¨ª, en t¨¦rminos globales, por la pura sigla
La facilidad con la que los partidos pol¨ªticos espa?oles ¡ªy en estos d¨ªas, espec¨ªficamente, los partidos catalanes¡ª proclaman en periodo electoral que no llegar¨¢n de ninguna forma a pactos ni acuerdos con otras fuerzas pol¨ªticas es chocante e irritante. Es desagradable ver c¨®mo portavoces cualificados de esos partidos y los propios candidatos anuncian a bombo y platillo, muy ufanos, que no piensan cumplir con su papel constitucional y estatutario. Porque est¨¢ claro que la primera obligaci¨®n del poder legislativo, estatal o auton¨®mico, y una de las m¨¢s importantes, es alumbrar un poder ejecutivo (Gobierno). Renunciar de entrada a esa obligaci¨®n, neg¨¢ndose a posibles acuerdos para lograr la mayor¨ªa necesaria para formar un Gobierno, es una caracter¨ªstica relativamente reciente de la pol¨ªtica espa?ola. Durante d¨¦cadas ni el PSOE ni el PP se presentaron en las convocatorias electorales anunciando que no negociar¨ªan con las formaciones pol¨ªticas (PNV y CiU, fundamentalmente) que en su momento pod¨ªan ayudar a formar mayor¨ªas. Tampoco esas dos formaciones nacionalistas acud¨ªan a las correspondientes elecciones auton¨®micas juramentadas para no llegar a acuerdos con ninguna otra fuerza.
Solo desde ¨¦poca reciente se produce la desconcertante circunstancia de que partidos pol¨ªticos que acuden a unas elecciones lo hagan considerando posible y normal que esas elecciones no valgan para nada, porque no se logre formar una mayor¨ªa de gobierno, y sea necesario convocar a los ciudadanos nuevamente a las urnas. Es probablemente una de las ¡°normalizaciones¡± m¨¢s extra?as de la pol¨ªtica espa?ola. No es en absoluto normal en una democracia que no se puedan alcanzar pactos o acuerdos con fuerzas pol¨ªticas que se presentaron a las urnas con programas que no se parec¨ªan, con caracter¨ªsticas y cualidades muy diversas. No es en absoluto normal optar por nuevas y sucesivas convocatorias electorales, como si el voto de los ciudadanos no tuviera valor legal. Sin embargo, entre 2015 y 2019 se celebraron en Espa?a cuatro elecciones generales y un Gobierno en funciones, presidido por Mariano Rajoy, dur¨® nada menos que 315 d¨ªas. Y en Catalu?a, en la misma ¨¦poca, ha habido cuatro presidentes de la Generalitat distintos: Artur Mas, Carles Puigdemont, Joaquim Torra y Pere Aragon¨¨s.
Ante una convocatoria electoral, lo l¨®gico ser¨ªa que las fuerzas pol¨ªticas se limitaran a explicar a los ciudadanos su programa y, en todo caso, uno o dos elementos que consideren incompatibles con sus propuestas. Es decir, puede ser razonable que, ante las elecciones catalanas de este domingo, el PSC mantenga que no est¨¢ dispuesto a pactar la celebraci¨®n de un refer¨¦ndum de independencia o que, en sentido contrario, otro partido asegure que no llegar¨¢ a ning¨²n pacto que no incluya la celebraci¨®n de ese refer¨¦ndum dentro de los cuatro a?os de la nueva legislatura. Lo que no tiene sentido, ni en el PSC, ni en ERC, ni en ninguna de las otras formaciones que se presentan a estas elecciones, es que se anuncie que no se pactar¨¢ con tal o cual partido, as¨ª, en t¨¦rminos globales, por la pura sigla, y no en relaci¨®n con alguno de los puntos de sus respectivos programas que se considere inasumible.
El principal riesgo de esta renuncia previa al pacto es, sin duda, la posibilidad de que la Generalitat contin¨²e bloqueada, como lo est¨¢ desde hace casi cuatro a?os, incumpliendo otra obligaci¨®n constitucional: la que exige a los ejecutivos que gobiernen. Es posible que a los grupos independentistas no les agobie la posibilidad de prolongar la par¨¢lisis, desde el mismo momento en que creen que la Generalitat es una emanaci¨®n del pueblo catal¨¢n (entendido, claro est¨¢, como pueblo s¨®lo a quienes son independentistas). As¨ª que, mientras no tengan mayor¨ªa, la Generalitat, para ellos, no exige ni gesti¨®n ni poner en marcha planes de futuro. La realidad es que la Generalitat es una instituci¨®n del Estado democr¨¢tico espa?ol y que los ciudadanos que viven en Catalu?a, tengan los apellidos que tengan, necesitan que funcione y que act¨²e con rapidez para hacer frente no s¨®lo a los efectos sanitarios de la pandemia, sino tambi¨¦n a sus duras consecuencias econ¨®micas y sociales.
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