Los ¡®hillbilly¡¯ espa?oles
Un malestar social difuso, y a veces violento, parece estar dando un salto cualitativo
Linares es una ciudad andaluza de unos 60.000 habitantes, con un 30% de paro y un 50% de desempleo juvenil; de las ciudades espa?olas de m¨¢s de 20.000 habitantes, es la que m¨¢s paro sufre. Hace poco se produjeron all¨ª unos disturbios muy violentos tras la brutal paliza propinada a un hombre y su hija por dos agentes de la polic¨ªa nacional. M¨¢s o menos al tiempo, a 50 kil¨®metros de all¨ª, en Ja¨¦n, la capital de la provincia del mismo nombre, hubo una manifestaci¨®n masiva (en autom¨®viles, para respetar las normas de protecci¨®n anticovid) denunciando el abandono econ¨®mico de la zona.
Ambas movilizaciones, de distinta naturaleza, sirven para entender lo que sucede a nuestro alrededor ¡ªy que a veces es lamentablemente invisible¡ª m¨¢s que las protestas que se han multiplicado pidiendo la libertad de ese personaje tan repugnante llamado Pablo Has¨¦l (recomiendo leer sus tuits para diferenciar lo que es libertad de expresi¨®n de lo que es apolog¨ªa de la violencia o del odio. Por ejemplo: ¡°Que alguien clave un piolet en la cabeza de Jos¨¦ Bono¡±; ¡°merece que explote el coche de Patxi L¨®pez¡±; ¡°merece tambi¨¦n un navajazo en el abdomen y colgarlo en una plaza¡±, etc¨¦tera).
El de los hillbilly es un concepto norteamericano que recuper¨® la actualidad con Trump, porque los habitantes de ciertas zonas deprimidas de EE UU son los que le dieron la victoria en 2016 y forman parte de ese ej¨¦rcito de 70 millones de ciudadanos que todav¨ªa le votaron el a?o pasado. Como todos los estereotipos, el del hillbilly evoluciona y muta de contenidos. La interpretaci¨®n que nos interesa aqu¨ª es la de un grupo social generalmente alejado del centro del sistema y de sus decisiones, cuyos componentes y sus hijos se han empobrecido despu¨¦s de haber pertenecido alg¨²n tiempo a la clase media (por el cierre o deslocalizaci¨®n de centros de trabajo generalmente pertenecientes al sector industrial), con movilidad social descendente, que se sienten abandonados por sus representantes pol¨ªticos, por lo que los desde?an. En ¨²ltima instancia dejan de creer en las instituciones e incluso en la democracia.
?Es alguno de los manifestantes jiennenses y bastantes de los que protagonizaron las protestas violentas de Linares parte de los hillbilly espa?oles en el sentido anterior? En las movilizaciones citadas hab¨ªa un sustrato de profundo descontento, fruto de las circunstancias econ¨®micas depresivas por las que atraviesa la comarca, que debe ser atendido con urgencia por los representantes p¨²blicos. Lo de Linares coincidi¨® con el d¨¦cimo aniversario del cierre de la que fuera su industria de cabecera: la f¨¢brica de coches Santana Motors, de la multinacional japonesa Suzuki, adquirida posteriormente por la Junta de Andaluc¨ªa, y que daba empleo a unas 2.000 personas, puestos de trabajo que no volvieron jam¨¢s. Ahora se anuncia el pr¨®ximo cierre del centro comercial de El Corte Ingl¨¦s.
La causa inmediata de la manifestaci¨®n de Ja¨¦n ha sido la elecci¨®n de C¨®rdoba como sede de la base log¨ªstica del Ej¨¦rcito de Tierra, por la que tambi¨¦n pugnaba la primera, y que generar¨ªa alrededor de 1.600 empleos. La plataforma Ja¨¦n Merece M¨¢s, no los partidos pol¨ªticos, lider¨® el creciente malestar difuso acumulado, que implicaba la llamada de atenci¨®n al Gobierno central para que una parte de los fondos de recuperaci¨®n europeos pasen por esa comarca.
M¨¢s all¨¢ de estos hechos urge poner la atenci¨®n a lo que hay de com¨²n en las se?ales de alerta de desafecci¨®n en muchos lugares distantes entre s¨ª, hacia las formas de gestionar lo p¨²blico, y que parecen haber dado un salto cualitativo. No se trata ya solo de los niveles de abstenci¨®n electoral en los ¨²ltimos comicios celebrados (en Euskadi, un 49%; en Catalu?a, casi un 47%), sino de las protestas violentas y vand¨¢licas que se multiplican en cada sitio que estalla un problema. No se trata de crear falsas tendencias, sino de comprobar si la desesperanza y la falta de expectativas vitales y emocionales de algunos de los que las protagonizan generan esa reacci¨®n tan violenta y condenable y, en ¨²ltima instancia, tan antipol¨ªtica.
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