Entramos en un periodo de pandemia intermitente. Tres claves para sobrevivir, seg¨²n el soci¨®logo Boaventura de Santos
Es urgente cambiar el modelo de civilizaci¨®n vigente desde el siglo XVI, advierte para ¡®Ideas¡¯ el pensador portugu¨¦s, cuyos an¨¢lisis gu¨ªan desde hace d¨¦cadas a la izquierda
La pandemia del nuevo coronavirus ha colado en cada hogar un soplo de inseguridad, de colapso de las rutinas m¨¢s triviales, de un futuro con muchos t¨²neles y pocas luces. Ha revelado dram¨¢ticamente la fragilidad de la vida humana en v¨ªsperas de que la humanidad exhiba su inmenso potencial para transformar la vida por medios tecnol¨®gicos, la llamada cuarta revoluci¨®n industrial, la de la inteligencia artificial. La pandemia est¨¢ siendo un drama global, pero la fragilizaci¨®n que produce resulta muy selectiva. Ha afectado principalmente a las poblaciones ya vulnerabilizadas por pandemias anteriores de las que han sido v¨ªctimas durante d¨¦cadas e incluso siglos: las de la pobreza, el hambre, el desempleo, la falta de acceso a la salud y a la vivienda, la discriminaci¨®n racial y sexual, la brutalidad policial.
Antes de la pandemia, el malestar de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n ya era grande, dominaba las conversaciones, las noticias, y llegaba al discurso pol¨ªtico en dos formas de vocaci¨®n antisist¨¦mica: protestas en las calles y crecimiento de la extrema derecha. La pandemia ha a?adido dramatismo a las incertidumbres del futuro. La ideolog¨ªa dominante desde los ochenta de que ¡°no hay alternativa¡± parece ahora transformada en una idea suicida.
Vamos a entrar en un periodo de pandemia intermitente cuyas caracter¨ªsticas precisas est¨¢n por definirse. El juego entre nuestro sistema inmunol¨®gico y las mutaciones del virus no tiene reglas muy claras y, por tanto, tendremos que vivir con inseguridad, por muy emocionantes que sean los avances de la medicina moderna y de las vacunas. Sabemos pocas cosas con alguna certeza. Sabemos que la recurrencia de pandemias estar¨¢ relacionada con el modelo de desarrollo y de consumo dominantes, con el cambio clim¨¢tico, la contaminaci¨®n de los r¨ªos, la destrucci¨®n de los bosques; que la fase aguda de esta pandemia no terminar¨¢ hasta que el 60%-70% de la poblaci¨®n mundial est¨¦ inmunizada; que el aumento exponencial de las desigualdades sociales dentro de cada pa¨ªs y entre pa¨ªses, y el hecho de que la gran industria farmac¨¦utica (Big Pharma) no quiera ceder los derechos de patentes (las vacunas pueden ser el nuevo oro l¨ªquido), har¨¢n m¨¢s dif¨ªcil esa tarea; que las pol¨ªticas de Estado y el comportamiento ciudadano son decisivos. El mayor o menor ¨¦xito depende de la combinaci¨®n espec¨ªfica de vigilancia epidemiol¨®gica, reducci¨®n del contagio mediante cuarentenas, eficacia de la retaguardia hospitalaria, atenci¨®n a las vulnerabilidades especiales. Los errores y las negligencias han resultado en gerontocidio y otras formas de darwinismo social contra poblaciones empobrecidas o discriminadas por razones ¨¦tnico-raciales o religiosas. Sabemos finalmente que el mundo europeo (y norteamericano) ha mostrado la misma arrogancia con la que trat¨® al mundo no europeo en los ¨²ltimos cinco siglos. Como todo el conocimiento t¨¦cnico proviene supuestamente del mundo occidental, no fue posible aprender de los chinos cuando estos mostraron c¨®mo lidiar mejor con el virus. Y actualmente la geoestrategia de las vacunas de la Big Pharma pretende mostrar la superioridad de la ¡°ciencia occidental¡± sobre las vacunas procedentes de otros espacios con consecuencias, por ahora, imprevisibles.
Ante esto, se perfilan tres escenarios: fuga, gatopardismo, transici¨®n civilizatoria. La fuga es la alternativa propuesta por los superricos. Como el mundo est¨¢ volvi¨¦ndose un lugar demasiado peligroso debido a las pandemias, la contaminaci¨®n, el cambio clim¨¢tico, la protesta social, la criminalidad, proponen mudarse a Marte, construir ciudades/colonias espaciales o preparar suntuosos b¨²nkeres. Como este futurismo anarcocapitalista est¨¢ fuera del alcance de los ciudadanos comunes (99,9% de la humanidad), no debemos perder el tiempo con ¨¦l.
El gatopardismo consiste en cambios sectoriales en nuestras sociedades para que nada cambie en lo esencial. Los editoriales del Financial Times han sido una buena gu¨ªa de gatopardismo. En los primeros meses de la pandemia advert¨ªan: ¡°El virus revela la fragilidad del contrato social: se necesitan reformas radicales para construir un mundo que funcione para todos¡±. Proponen un papel m¨¢s activo del Estado en la regulaci¨®n de la econom¨ªa y un mayor peso de las pol¨ªticas sociales (salud, educaci¨®n, pensiones, infraestructuras) que caracterizaron a la socialdemocracia europea. Las propuestas, importantes, representan el fin del neoliberalismo y merecen ser acogidas, pero no creo que puedan, por s¨ª solas, contribuir a prevenir la recurrencia de pandemias en el futuro. No proponen ning¨²n cambio en la matriz productiva, en los h¨¢bitos de consumo, en los ritmos y formas de sociabilidad.
La tercera alternativa se basa en la idea de que el modelo de civilizaci¨®n vigente desde el siglo XVI est¨¢ llegando a su l¨ªmite. Sus marcas m¨¢s distintivas ¡ªnaturaleza concebida como recurso incondicionalmente disponible, glorificaci¨®n de la propiedad privada, progreso entendido como forma lineal de desarrollo y como legitimaci¨®n del colonialismo, mercantilizaci¨®n de falsas mercanc¨ªas (trabajo, tierra, conocimiento), acumulaci¨®n infinita de riqueza¡ª est¨¢n siendo disfuncionales y ponen en peligro la supervivencia misma de nuestra especie. El nuevo coronavirus y los que vendr¨¢n deben interpretarse como advertencias de una naturaleza herida e impaciente. La ¨²nica respuesta humana sensata es escuchar y empezar a cambiar. El proceso llevar¨¢ d¨¦cadas, pero debe comenzar ahora. He aqu¨ª las principales dimensiones. La naturaleza no nos pertenece, nosotros pertenecemos a la naturaleza. No hay derechos humanos sin deberes humanos. La ciencia es un conocimiento v¨¢lido, pero hay otros conocimientos v¨¢lidos. Para respetar la diversidad humana (racial, sexual, religiosa, de capacidades) es necesario celebrar la diferencia y rechazar la jerarqu¨ªa entre los diferentes.
Hay progresos, pero no hay Progreso. El crecimiento econ¨®mico infinito, la mercantilizaci¨®n de los bienes esenciales (agua, por ejemplo), el capital financiero no regulado y la obsolescencia programada de los bienes de consumo son potenciadores de cr¨ªmenes de lesa humanidad y de lesa naturaleza. La propiedad individual debe respetarse en la medida en que respete los bienes comunes locales, nacionales y de la humanidad, y los bienes p¨²blicos como la salud, la educaci¨®n y la renta b¨¢sica universal. Las econom¨ªas no capitalistas (populares, cooperativas, solidarias) deben estar tan protegidas como la capitalista. La econom¨ªa f¨®sil basada en el petr¨®leo y el gas natural tiene los d¨ªas contados. Se requiere un nuevo equilibrio entre el mundo rural y el mundo urbano. No habr¨¢ futuro compartido sin el derecho de los vencidos del pasado a la memoria y a la historia, y sin la reparaci¨®n por las atrocidades y saqueos cometidos por los vencedores de la historia.
La democracia liberal es al ideal de democracia lo que el PIB a la felicidad de los pueblos. Es importante pero no suficiente y puede inducir a error. En adelante, democratizar nuestras sociedades significa: desmercantilizar, descolonizar y despatriarcalizar. Las palabras son feas solo porque es fea la realidad con la que quieren terminar.
Boaventura de Sousa Santos es soci¨®logo, autor de m¨¢s de 40 ensayos. Este es un texto escrito para ¡®Ideas¡¯ al hilo del lanzamiento de su ¨²ltimo libro, ¡®El futuro comienza ahora. De la pandemia a la utop¨ªa¡¯ (Akal), publicado el 2 de febrero.
Traducci¨®n de Antoni Aguil¨® y Jos¨¦ Luis Exeni Rodr¨ªguez
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