Draghi o la libertad
La derecha italiana participa del imaginario democr¨¢tico, mientras que en Espa?a el PP se ha negado a aportar nada
La principal diferencia entre Italia y Espa?a, o al menos una de las m¨¢s importantes, la puso de manifiesto Mario Draghi, su actual primer ministro, el pasado 25 de abril, fecha en la que se conmemora la liberaci¨®n de Italia, es decir, la ca¨ªda del r¨¦gimen de Mussolini y el fin de la ocupaci¨®n nazi de parte del pa¨ªs. En Espa?a ¡ªy es algo lamentable y de peligrosas consecuencias¡ª es impensable que un primer ministro que represente a la derecha, liberal o conservadora, como lo hace Draghi, pronuncie un discurso como el que ¨¦l hizo en esa fecha. Quiz¨¢s podr¨ªan haberlo pronunciado en su d¨ªa bastantes dirigentes de la extinta Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico (UCD), pero ninguno, absolutamente ninguno, del actual Partido Popular.
Lo que diferencia tanto a Italia de Espa?a es que la derecha italiana (gracias a los cristianos anti-Mussolini) participa del imaginario democr¨¢tico de Italia, ha contribuido sin reparos y claramente a ¨¦l, mientras que en Espa?a el PP se ha negado a aportar nada a ese espacio com¨²n, tan necesario para que un pa¨ªs se sienta unido y orgulloso de s¨ª mismo. Muchos de los dirigentes de UCD, representantes liberales o conservadores, lo intentaron y habr¨ªa que reconocer m¨¢s frecuentemente su generosidad e inteligencia, pero la llegada de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar al frente del PP supuso un cambio total de estrategia y desde entonces ning¨²n dirigente popular ha sido capaz de romper esa muralla.
Por eso es imposible imaginar a un dirigente del Partido Popular repitiendo las palabras de Draghi en defensa y recuerdo de ¡°los combatientes por la libertad¡± y lamentando la progresiva p¨¦rdida de los valores de la Resistencia. En Italia, admiti¨® Draghi, ¡°no todos nos portamos correctamente¡±, pero la reconciliaci¨®n se hizo sobre la idea de justicia y libertad. En Espa?a, la reconciliaci¨®n, que ciertamente existi¨® por mucho que se quiera negar, se hizo tambi¨¦n sobre esos valores, plasmados en la Constituci¨®n de 1978, aunque es verdad que no se produjo la reivindicaci¨®n p¨²blica de los ¡°combatientes por la libertad¡±, quiz¨¢s porque ¡ªcomo se comprob¨® poco despu¨¦s¡ª no en la sociedad, pero s¨ª en muchos sectores del Ej¨¦rcito, a¨²n resid¨ªa un n¨²cleo franquista duro. Hubiera sido labor del PP de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar retirar las estatuas de Franco y los nombres de sus colaboradores de las calles de las ciudades. Tambi¨¦n esforzarse para que la reconciliaci¨®n que supon¨ªa la Constituci¨®n se plasmara, asimismo, en una clara contribuci¨®n del PP y de la derecha al espacio democr¨¢tico espa?ol.
No ha sido posible y el error se prolonga en el tiempo, con un PP que se aferra a la Constituci¨®n como si esa hubiera sido su gran aportaci¨®n democr¨¢tica, cuando lo cierto es que no exist¨ªa en 1978 como tal partido, y que en Alianza Popular, su antecesora, hubo nueve votos a favor, cinco en contra y dos abstenciones, entre estos ¨²ltimos quien despu¨¦s ser¨ªa el tesorero del PP, ?lvaro Lapuerta Quintero. Probablemente no ha ayudado nada a despejar esa confusi¨®n el hecho de que Unidas Podemos ¡°regalara¡± en sus inicios tan f¨¢cilmente la Constituci¨®n a la derecha.
Draghi lo explic¨® bastante bien el pasado d¨ªa 25: no se puede ignorar que existe la ultraderecha y no se puede dejar de elegir con respecto a ella, porque es inmoral. Por eso es tan importante que Isabel D¨ªaz Ayuso renuncie a llegar a acuerdos con Roc¨ªo Monasterio. Y si, llegado el caso, reclamara la abstenci¨®n del PSOE para eludir al extremismo de Vox, es obvio que la candidata del PP tendr¨ªa antes que dejar claro que condena el programa de la ultraderecha extremista y en qu¨¦ se diferencia de ella. Porque, si no, podr¨ªa darse el esperpento de que la candidata a la Comunidad de Madrid se encuentre el d¨ªa 5 gritando: ¡°Draghi o la libertad¡±.
La aparici¨®n de un sector del PP que sea consciente de que su primera obligaci¨®n con este pa¨ªs es reforzar el espacio com¨²n democr¨¢tico es cada vez m¨¢s necesaria y urgente, porque puede resultar muy peligroso que el ambiente que rodea las elecciones del pr¨®ximo d¨ªa 4 se intente trasladar a futuras elecciones generales.
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