Ana L¨®pez-Navajas, la profesora de instituto que ha completado la historia del mundo
La investigadora presenta hoy un proyecto europeo que rescata el legado cultural de las mujeres silenciado en los curr¨ªculos educativos
Eran los a?os sesenta. Cog¨ªa una ca?a, la convert¨ªa en un caballo de juguete y se iba a recorrer los caminos alrededor de la casa de su abuela. Estaba en Benicarl¨®, pero ella marchaba al trote por ese campo como quien va cruzando fronteras. Porque cuando Ana L¨®pez-Navajas era peque?a quer¨ªa dos cosas: echarse a la mar y, sobre todo, ser grande para que nadie le dijese lo que ten¨ªa que hacer. No le ha ido mal. Hoy, 6 de mayo, en el Aula Magistral del Palau de les Arts Reina Sof¨ªa de Valencia, presenta el Women¡¯s Legacy: Our Cultural Heritage for Equity (El legado de las mujeres: nuestro patrimonio cultural para la equidad), un proyecto europeo para que el sistema educativo est¨¦ completo, es decir, que incluya a las mujeres que los hombres olvidaron por el camino. No solo en los curr¨ªculos de Espa?a, sino en los de cualquier lugar del planeta.
No es, en absoluto lo es, una cuesti¨®n balad¨ª. La sociedad en la que vivimos ha sido configurada y sustentada por la mitad de la humanidad, la masculina. L¨®pez-Navajas (Valencia, 1962), profesora de Lengua y Literatura en un instituto valenciano, investigadora asociada a la Universidad de Valencia y asesora de Coeducaci¨®n e Igualdad en la Formaci¨®n del Profesorado en la Generalitat, se dio cuenta enseguida de esa desequilibrada balanza.
Miguel, su padre, delineante proyectista, trabaja en Renfe, y su madre, Ana, lo hac¨ªa en Tr¨¢fico, en la Diputaci¨®n de Valencia. Fue la primera empleada en los sesenta que despu¨¦s de casarse no dej¨® de trabajar. La tuvo a ella, y tampoco se march¨® a casa. Quien s¨ª se march¨® fue su padre, a Madrid, para averiguar qu¨¦ permisos le correspond¨ªan a la madre porque en la Administraci¨®n no hab¨ªa habido todav¨ªa ninguna mujer con una beb¨¦ que mamaba y nadie sab¨ªa qu¨¦ hacer con eso. Con los a?os, se acuerda de verla ¡°renegar¡± en la cocina porque en los ascensos la adelantaban por los lados hombres casados y con familia y veteran¨ªa y tambi¨¦n j¨®venes que acababan de llegar.
Mientras ocurr¨ªa todo aquello, L¨®pez-Navajas le¨ªa. Mucho. Con 13 a?os hab¨ªa acabado con todos los libros de la biblioteca del colegio al que iba, tragedias griegas incluidas. La monja que la dirig¨ªa compraba nuevos libros por ella. Y ella jugaba, con su hermana o con sus primas, y lo hac¨ªa como solo juegan quienes devoran libros, con la autonom¨ªa y la independencia que da imaginar, inventar. En COU, aunque Medicina la llamaba, se decidi¨® por Filolog¨ªa.
La tesis con la que se doctor¨® se titul¨® Las mujeres que nos faltan, sobre los referentes femeninos ausentes en la Educaci¨®n Secundaria Obligatoria; en 2009 aquello avanz¨® y arranc¨® ?TRACE, una investigaci¨®n para analizar esos referentes en todos los libros de todas las materias de ESO. Estuvo cinco a?os con ese rastreo. En 2014 lleg¨® el informe: Las mujeres en los contenidos de la Educaci¨®n Secundaria Obligatoria. ?Las cifras? P¨ªrricas. Ocupan un 7,6% del material did¨¢ctico de la ESO; en asignaturas como Ciencias o Historia, un 5%, y en Tecnolog¨ªa, el 1%.
El informe lo termin¨® de desatar todo. Una cosa es lo que se percibe o se intuye y otra lo que se constata. Y los datos confirmaron que lo que se conoce y se ense?a hoy como cultura universal es ¡°un fraude¡±. Son sus palabras, las de L¨®pez-Navajas, al tel¨¦fono, a 48 horas de ponerse detr¨¢s de un atril y explicar a pol¨ªticos, educadores, expertos y periodistas que la realidad no es la que est¨¢ en los libros, ni en las aulas ni en los discursos, que la realidad es otra, y que la que conocemos est¨¢ totalmente coja..
Tambi¨¦n para decirles que las implicaciones de ese vac¨ªo son importantes, tanto como haber generado durante siglos un discurso incompleto que afecta a c¨®mo comprendemos el presente y c¨®mo nos enfrentamos al futuro; y tanto como para haber asentado la idea de que si las mujeres no aparecen en el relato hist¨®rico es porque no han hecho nada por estar all¨ª. ¡°Es una mentira enorme¡±, observa. ¡°Justamente por la naturalizaci¨®n de esa visi¨®n del mundo donde ellos son todo y nosotras somos nada, o como mucho secundarias, es por donde se cuela la desigualdad¡±.
Podr¨ªa parecer una mentira sin soluci¨®n porque el mundo lleva siglos cont¨¢ndola. Pero no. L¨®pez-Navajas decidi¨® poner remedio. Cost¨® varios intentos, ¡°trabajo y tambi¨¦n salud, palos en las ruedas, una pelea muy muy larga¡±, dice. Pero cejar, nunca. Ella, que cuenta de su madre que es una de esas mujeres que ¡°cuando dice que hace algo, lo hace¡±; su padre ya no est¨¢, pero ma?ana Ana Navajas ¡ªporque el guion entre sus apellidos no es por uno compuesto sino por la uni¨®n de los dos primeros¡ª ver¨¢ a su hija presentar lo que dijo que iba a hacer e hizo.
¡°Su entrega ha sido y es total¡±, dice Laura Bellver, la responsable de comunicaci¨®n de ese proyecto al que la Consejer¨ªa de Educaci¨®n valenciana fue la primera que dijo ¡°s¨ª¡±. Tras esa instituci¨®n llegaron otras de Italia, Escocia y Lituania, fondos de la Uni¨®n Europea y, en enero de 2021, ocho a?os despu¨¦s del comienzo de aquella ¡°pelea¡±, casi 200 personas se pusieron a trabajar.
Las horas dedicadas a generar esta gigantesca base de datos son incontables. Han creado un curso de formaci¨®n del profesorado, un banco de recursos con actividades, indicaciones e informaciones sobre las mujeres y sus contribuciones; y tres cat¨¢logos de obras y fragmentos de autor¨ªa femenina en m¨²sica, literatura y arte, pensados para adaptarse a los contenidos normativos de las asignaturas en el sistema educativo y factibles de ser transferidos a otros sistemas y lenguas. Ese material estar¨¢ en abierto, de forma gratuita, por ahora en castellano, catal¨¢n e ingl¨¦s, para cualquiera que quiera acceder a ¨¦l.
Ana L¨®pez-Navajas no quiere el cr¨¦dito de nada. Dice que es del equipo y sobre todo de esas literatas, m¨²sicas, pintoras y cient¨ªficas recuperadas del escondite del pasado. Se r¨ªe cuando se le habla de su legado. ¡°Qu¨¦ legado ni qu¨¦ legado, esto no es m¨ªo¡±. S¨ª lo es. Quiz¨¢s lo hubiese hecho otra persona, en otro momento. Pero lo ha hecho ella, El legado de las mujeres naci¨® de su decisi¨®n inamovible por darles su sitio. ¡°Ning¨²n otro que el que les corresponde, esto ya ni siquiera es cuesti¨®n de justicia, sino de rigor¡±. La herencia que dejaron, la que se les ha birlado a ellas durante siglos, pero tambi¨¦n a la sociedad, a la humanidad, es el rigor que falta. Y no es otra cosa que la humanidad completa.
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