Olga Belmonte, fil¨®sofa: ¡°El precio de ser libres es que podemos hacer da?o¡±
Miembro de la Comisi¨®n del Defensor del Pueblo sobre abusos en la Iglesia, analiza qu¨¦ debe esperarse de una sociedad que repara y acompa?a a sus v¨ªctimas
Olga Belmonte es uno de los 17 miembros de la Comisi¨®n del Defensor del Pueblo sobre los abusos en la Iglesia. Doctora en Filosof¨ªa por la Universidad Pontificia Comillas y profesora de la Complutense, ha publicado V¨ªctimas e ilesos (Herder), un ensayo en el que acota lo que podemos entender por v¨ªctima moral y el trabajo que debe esperarse de una sociedad para reparar, acompa?ar y prevenir futuras situaciones evitables. Se aproxima al tema desde un profundo conocimiento de la filosof¨ªa y de la ¨¦tica.
Nos reunimos en una terraza de Chamber¨ª al calor no s¨®lo de la temperatura extrema de Madrid, sino del debate por la Ley de Memoria Democr¨¢tica y las asignaturas pendientes de la Transici¨®n que siguen rezumando hoy.
Pregunta.??Todos somos v¨ªctimas de algo?
Respuesta.?Si hablamos de v¨ªctimas como afectados, tal vez todos encontramos alguna raz¨®n para serlo: hay violencias estructurales que precarizan la vida y cosas as¨ª. Pero es bueno acotar el concepto para no banalizar y que las v¨ªctimas en un sentido m¨¢s sangrante queden diluidas. En mi ensayo me refiero a las v¨ªctimas morales, evitables, precisamente para distinguirlas de otras que lo son por cuestiones como una inclemencia de la naturaleza, un volc¨¢n. Mi perspectiva es la ¨¦tica. Y el concepto de v¨ªctimas morales me ayuda a pensar cu¨¢l es la responsabilidad que tenemos ante esas situaciones, si se pueden evitar. Una v¨ªctima moral lo es porque alguien la ha convertido en v¨ªctima, la ha victimizado y es ese punto de vista de la ¨¦tica el que me interesa m¨¢s.
P.??Esta es una sociedad que se conmueve con las v¨ªctimas?
R.?Somos solidarios y nos conmovemos, pero somos selectivos, no lo somos siempre y con todos, no tratamos a todas las v¨ªctimas igual. Tendemos a conmovernos con lo que se parece a nosotros o con aquello que podemos acabar viviendo, con los peligros m¨¢s cercanos a nuestra situaci¨®n.
P.??Empatizamos por ejemplo con v¨ªctimas de ETA y no de los GAL?
R.?Claro. Es un tema complejo, pero hay que analizar cada caso y ver si hay un victimario, una situaci¨®n injusta, si hay algo que no deber¨ªa haber ocurrido. Y analizar el contexto para asegurar la verdad de las cosas.
P.??Qui¨¦n debe liderar esa reflexi¨®n, ese proceso? ?El Estado?
R.?Quienes deben entrar a esclarecer la verdad no son directamente las personas implicadas en ello, sino externas, personas con formaci¨®n en esos temas, con capacidad para escuchar, pensar y elaborar un mapa de lo ocurrido. En esa fase no debe haber personas muy vinculadas con un lado u otro, sino que puedan ser neutrales. Que la v¨ªctima se sienta escuchada y reconocida ya es reparador en s¨ª mismo. Su reparaci¨®n tambi¨¦n repara a una sociedad si se hace bien, pero para eso la sociedad tiene que estar informada, tener acceso a lo que ocurre.
P.?En la pederastia, por ejemplo, el trabajo se est¨¢ haciendo desde el Defensor del Pueblo, que es el Estado. ?O deber¨ªa hacerlo tambi¨¦n el victimario, la Iglesia en este caso?
R.?Lo ideal ser¨ªa que la propia Iglesia hubiera iniciado hace tiempo ese trabajo y, como no lo ha hecho, han surgido otras instancias. Pero no creo que una cosa anule la otra. Que haya una comisi¨®n externa no significa que desde dentro de la Iglesia no pueda haber movimientos. En Madrid el arzobispado ha iniciado ese proceso, ha entendido que las v¨ªctimas deben ser el centro y que lo importante no es proteger a la instituci¨®n, sino al abusado. Y reparar, reconocer, prevenir. Con la Comisi¨®n hay personas que no est¨¢n de acuerdo, tanto desde dentro de la Iglesia como por parte de las v¨ªctimas. Piensan que esto no cambiar¨¢ nada, no obligar¨¢ a nada o, en el caso de la Iglesia, que es asunto suyo. Pero lo importante es que las v¨ªctimas tengan un lugar en el que no sean victimizadas ni silenciadas. Que se ponga en el centro la sacralidad y la dignidad de la v¨ªctima y no la sacralidad de la instituci¨®n o de los dogmas.
P.?Dice que esta sociedad se solidariza con las v¨ªctimas, pero ?no le sorprende que los espa?oles sigan llevando a sus hijos a colegios religiosos?
R.?Hay una falsa idea de que es una cuesti¨®n del pasado, de que ya no ocurre, porque las v¨ªctimas est¨¢n hablando 20 o 30 a?os despu¨¦s. Pero es que la v¨ªctima de abusos no siempre puede hablar cuando ocurre, necesita mucho tiempo para elaborar lo vivido, para ser consciente. Integrar aquello, recordarlo, elaborarlo y nombrarlo es un proceso que puede llevar 30 o 40 a?os. Y eso no significa que no siga ocurriendo. Que hoy se pueda hablar de ello es fundamental para que los ni?os sepan que la relaci¨®n con el cuerpo debe ser determinada. Se trata de prevenir la agresi¨®n desde el lado de la v¨ªctima, pero tambi¨¦n del agresor.
P.??Se puede reparar a las v¨ªctimas?
R.?Es complicado, a veces al acercarnos se produce una revictimizaci¨®n. Pero escuchar, atender, reconocer y creerlos ya es reparador. Es mejor hablar de la ¡°situaci¨®n¡± de la v¨ªctima que de la ¡°condici¨®n¡± de v¨ªctima porque ah¨ª ya estableces una identidad de la que luego es m¨¢s dif¨ªcil salir. El proceso de reparaci¨®n pasa por que la v¨ªctima atraviese esa situaci¨®n en el sentido de que sea consciente, que pida ayuda o encuentre un lugar en el que poder sanar, para atravesarlo y salir de esa situaci¨®n de v¨ªctima. La reparaci¨®n para muchos pasa por dejar de ser v¨ªctimas, no olvidando lo ocurrido, sino integr¨¢ndolo en su propia vida. Algunos se reconocen despu¨¦s como supervivientes. Pero no hay que ponerles metas, ni generalizar, ni recomendarles no tener un sentimiento u otro, tambi¨¦n est¨¢ el derecho al resentimiento. Cada paso que pueda dar es el que puede dar ella y simplemente hay que acompa?arla. Eso es reparador: acompa?arla al lugar en el que pueda vivir. Es lo fundamental.
P.??Es imprescindible que les pidan perd¨®n?
R.?Hay v¨ªctimas que no lo necesitan y s¨ª necesitan perdonar para seguir viviendo. Y personas que, teniendo la petici¨®n de perd¨®n y el arrepentimiento del victimario, no pueden perdonar y tienen todo el derecho del mundo. Como la hija de Maixabel, se ve en la pel¨ªcula. Perdonar es un don, no es el fruto de nuestro esfuerzo. No hay que culpabilizar a la v¨ªctima por no llegar a determinados pasos.
P.??Cree que es posible una sociedad sin v¨ªctimas y culpables?
R.?Lo veo complejo y demasiado ut¨®pico porque ser¨ªa una sociedad en la que no ser¨ªamos libres para hacer da?o, una sociedad de robots que hacen el bien. El precio de poder decidir y de ser libres es en cierto sentido que podemos hacer da?o. Tambi¨¦n hay v¨ªctimas de la torpeza de los dem¨¢s. Lo que s¨ª podemos hacer como sociedad es que cuando las haya no pasen por el sufrimiento evitable, que no seamos indiferentes. Ah¨ª s¨ª podemos hacer mucho m¨¢s en una sociedad atenta al sufrimiento de los dem¨¢s.
P.?Dice que la empat¨ªa con las v¨ªctimas es selectiva.
R. En la valla de Melilla hay seres humanos. Nos hemos acostumbrado a ver a personas sufrir y las hemos deshumanizado. Lo primero es entender que es una persona, con nombre propio y que sufre algo que como humanidad no nos podemos permitir.
P.?Sud¨¢frica, Alemania, Argentina o Chile han hecho los deberes en reconocimiento del mal que se ha hecho. ?Qu¨¦ nos falta en Espa?a en cuesti¨®n de v¨ªctimas?
R. La herida sigue ah¨ª y mientras no la sanemos seguir¨¢ infectando la sociedad. Ahora mismo tal vez estamos capacitados para tener una comisi¨®n como han tenido otros pa¨ªses, que ha ayudado a avanzar en las relaciones, en la generaci¨®n de v¨ªnculos en una sociedad que est¨¢ muy polarizada. Creo que esta divisi¨®n que hoy vemos tiene mucho que ver con esa herida. Necesitamos un relato que permita recoger todas las perspectivas posibles de v¨ªctimas de un lado y otro. Hacer esa verdad polis¨¦mica con muchas voces, y se podr¨ªa trabajar en elementos de reconciliaci¨®n. Esto no va a sanar por s¨ª solo. Siempre estar¨¢ por hacer. Estamos arrastrando resentimientos, culpas, enemistades sin tener muy claro lo ocurrido. El sesgo de confirmaci¨®n con que hoy leemos, adem¨¢s, tambi¨¦n nos impide esa reconciliaci¨®n y nos impide generar esos v¨ªnculos. Hoy vivimos muy vinculados a nuestras ideas y si alguien las cuestiona lo tomamos como si nos cuestionaran a nosotros. Eso nos impide relacionarnos con personas distintas. Hemos perdido la capacidad de encontrarnos m¨¢s all¨¢ de nuestra ideolog¨ªa y uno no es solo qui¨¦n vota o piensa, sino much¨ªsimas cosas m¨¢s.
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