La conjura de los medios
El d¨²o Isabel D¨ªaz Ayuso-Miguel ?ngel Rodr¨ªguez ser¨¢ tan farsante y en ocasiones rid¨ªculo como ustedes quieran, pero a ver qui¨¦n discute su instinto asesino
Parece que en este negocio han vuelto los buenos tiempos. Gente de lo m¨¢s variado atribuye a un titular period¨ªstico el salto atr¨¢s, con voltereta y coscorr¨®n, de Alberto N¨²?ez Feij¨®o. El pacto con el PSOE sobre el Consejo General del Poder Judicial estaba hecho y ya no lo est¨¢. Una portada y unas cuantas frases en la radio han obligado al presidente del PP y a toda su ejecutiva a tragarse su propia decisi¨®n. La prensa, se?ores, es quien dicta aqu¨ª lo que hay que hacer y lo que no.
Santa inocencia. En realidad, las empresas period¨ªsticas sobreviven de forma precaria y procuran ofrecer a su clientela (ante la que cada medio es, como el gran Jos¨¦ Luis L¨®pez V¨¢zquez, ¡°un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo¡±) lo que su clientela quiere escuchar. En ciertos momentos de la historia, los medios modelaron la opini¨®n p¨²blica o, al menos, contribuyeron a ello de forma importante. Ahora la opini¨®n ajena (la del reverenciado p¨²blico que a¨²n presta alguna atenci¨®n) les marca el paso. Y ojo con que alg¨²n colaborador se salga de la fila, ni que sea un momento.
Luego est¨¢ el poder, claro. Los gobiernos siempre echan una mano a los medios afines. En Madrid, ahora mismo, hay dos gobiernos. El nacional de Pedro S¨¢nchez, socialista, y el auton¨®mico de Isabel D¨ªaz Ayuso, popular. Cada empresa sabe a qu¨¦ atenerse. Madrid es la olla donde se cuecen todos los guisos pol¨ªticos. Lo que ocurre fuera, ocurre fuera y es otra cosa.
La fallida renovaci¨®n del Consejo General del Poder Judicial lleva tiempo degradando las instituciones, abochornando a los profesionales de la justicia (al menos a los que no est¨¢n en el ajo partidista) y asombrando a ese no demasiado grande sector de la ciudadan¨ªa que a¨²n se interesa por las cosas p¨²blicas y a¨²n no se ha hastiado del espect¨¢culo. Ninguna ¡°Brunete medi¨¢tica¡± es responsable de ello.
Resulta bastante evidente que en el PP conviven desde hace tiempo dos fuerzas casi incompatibles. Eso mismo ocurri¨® en el PSOE hasta que Pedro S¨¢nchez acab¨® con el felipismo, el guerrismo y, seg¨²n algunos, casi con el PSOE. Hace falta un formidable instinto predador y un mont¨®n de suerte para conseguir tales cosas. En el PP no ha aparecido, por ahora, un killer de tanto calibre. Mariano Rajoy, m¨¢s duro de lo que aparentaba, logr¨® sobrevivir a la presencia ausente de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y a la presi¨®n pizpireta de Esperanza Aguirre (recu¨¦rdese el congreso de Valencia), pero dej¨® tras s¨ª un partido dividido y emocionalmente ansioso. Recu¨¦rdese tambi¨¦n lo que su sucesor, Pablo Casado, le dur¨® a su vieja amiga Isabel D¨ªaz Ayuso: dos bocados.
El d¨²o Isabel D¨ªaz Ayuso-Miguel ?ngel Rodr¨ªguez ser¨¢ tan farsante y en ocasiones rid¨ªculo como ustedes quieran, har¨¢ en Madrid una gesti¨®n tan desastrosa o eficaz como ustedes quieran, pero a ver qui¨¦n discute su instinto asesino (hablo de pol¨ªtica, no de lo que hacen con el sistema sanitario). Ellos han demostrado ser los predadores y ellos, en esta ¨¦poca de emociones radicales, son quienes se han hecho con el alma del partido.
Si Alberto N¨²?ez Feij¨®o no consigue resolver la disfunci¨®n interna en el PP, resultar¨¢ que la disfunci¨®n es ¨¦l.
Ap¨²ntate aqu¨ª a la newsletter semanal de Ideas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.