El efecto y el defecto
El jefe de la diplomacia europea dio uno de los mejores discursos jam¨¢s pronunciados por un eur¨®crata
Josep Borrell lleva incorporados el efecto y el defecto. En cuanto a la palabra ¡°efecto¡±, en dos de sus sentidos: lo que hace tiene consecuencias y, adem¨¢s, causa impresi¨®n en los dem¨¢s. Respecto al defecto, resulta indudable que hay en ¨¦l, el cerebro m¨¢s brillante de la fauna pol¨ªtica espa?ola, serias carencias e imperfecciones. Es como es. Arrogante, impaciente, obsesivo. Una de esas personas tan listas que a veces parecen tontas.
Exhibi¨® ambos atributos, el efecto y el defecto, en su dilatada gesti¨®n (1984-1991) como secretario de Estado de Hacienda de Felipe Gonz¨¢lez. Por un lado, logr¨® hacer de Espa?a un pa¨ªs fiscalmente homologable al conjunto de la Uni¨®n Europea. Por otro, escogi¨® para dar ejemplo y escarmiento a Lola Flores. Que era una defraudadora de campeonato, pero era Lola Flores. Y qui¨¦n no quer¨ªa a Lola Flores.
En 1998 fue elegido candidato a la presidencia del gobierno por la militancia del PSOE. Dur¨® un a?o. Dimiti¨® porque dos de sus amigos personales, en la Delegaci¨®n de Hacienda barcelonesa, hab¨ªan cometido graves trapacer¨ªas. El partido llevaba ya meses escamado con ¨¦l. Reci¨¦n estrenado su liderazgo se hab¨ªa enfrentado al entonces presidente del Gobierno, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, en el debate sobre el estado de la naci¨®n. Y se encasquill¨® en la descripci¨®n de los mecanismos con que se falseaban las cuentas de la Seguridad Social. No era el momento para una exhaustiva clase de contabilidad. Se dieron cuenta todos menos ¨¦l.
Como presidente del Parlamento Europeo agot¨® a la C¨¢mara con sus puntillosas exigencias procedimentales. Por supuesto, se hab¨ªa aprendido de memoria el reglamento. Y, por supuesto, se sent¨ªa obligado a hacer exhibici¨®n de ello.
Este hombre, ingeniero aeron¨¢utico y economista, capaz de deslumbrar a cualquiera en el contexto acad¨¦mico, es igualmente capaz de dejarse estafar en internet (150.000 euros, nada menos, por una falsa oficina de compraventa burs¨¢til) como un perfecto cenutrio. Cuando era ministro de Asuntos Exteriores, pag¨® una multa de 30.000 euros por haber vendido 10.000 acciones de la empresa Abengoa dos d¨ªas antes de que suspendiera pagos, cosa de la que, como miembro del Gobierno, estaba informado. Us¨® informaci¨®n privilegiada antes de un desplome burs¨¢til. Las 10.000 acciones, que val¨ªan algo m¨¢s de 9.000 euros, pertenec¨ªan a su exesposa.
Josep Borrell es hoy jefe de la diplomacia europea y vicepresidente de la Comisi¨®n. Un cargo de lo m¨¢s inc¨®modo: por la guerra, por su mala relaci¨®n personal con Von der Leyen y Michel y porque la diplomacia del bando favorable a Ucrania est¨¢ siendo engullida por la OTAN.
Y, pese a todo, el hombre que carga con un defecto sigue teniendo su efecto. El lunes dio ante los embajadores de la UE uno de los mejores discursos pronunciados jam¨¢s por un eur¨®crata. Fue una bronca tremenda. Una cr¨ªtica feroz a la lentitud e inoperancia de las instituciones comunitarias. El martes, en Madrid, hizo una defensa matizada de los derechos humanos, culminada con una de esas evidencias que nos empecinamos en no comprender: Europa, dijo, no puede seguir siendo una regi¨®n herb¨ªvora rodeada de carn¨ªvoros, amenazada por Rusia y chuleada, en el comercio de gas y en otras cosas, por Estados Unidos.
Ay, qu¨¦ gran efecto habr¨ªa tenido este hombre de no ser por su defecto.
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