?Libro o audiolibro? Esa no es la cuesti¨®n
La lectura o la escucha de un texto son experiencias distintas y no tiene sentido que nos debatamos entre una y otra
?Escuchar un audiolibro es equivalente a leerlo? ?Hago trampas si llego a mi club de lecturas con la novela escuchada en lugar de le¨ªda? Dice Daniel Willingham, profesor del Departamento de Psicolog¨ªa de la Universidad de Virginia y autor de The Reading Mind: A Cognitive Approach to Understanding How the Mind Reads (La mente lectora: una aproximaci¨®n cognitiva para entender c¨®mo lee la mente; sin edici¨®n en espa?ol), que estas son las preguntas que m¨¢s tiene que contestar desde que, despu¨¦s de hacer muchos experimentos en su laboratorio y escribir un libro, se le considera un experto en la materia. El profesor Willingham suele responder con una f¨®rmula salom¨®nica: leer no es superior a escuchar, pero tampoco es equivalente.
Un estudio de 2010 se cita como cl¨¢sico en estas comparaciones. En el experimento se midi¨® lo que recordaba un grupo de estudiantes despu¨¦s de escuchar un podcast de 22 minutos sobre una materia cient¨ªfica y se compar¨® con otro grupo que hab¨ªa estudiado lo mismo a partir de un texto impreso. A pesar de que ambos grupos hab¨ªan dedicado el mismo tiempo al material, dos d¨ªas m¨¢s tarde los lectores recordaban el 81% del tema, mientras que los oyentes solo hab¨ªan retenido el 59% de lo escuchado.
Los autores explicaban la diferencia porque se trataba de una materia compleja, de dif¨ªcil comprensi¨®n. Quiz¨¢s, si ambos grupos hubieran le¨ªdo o escuchado un relato de aventuras o una novela negra, hubieran recordado todo el argumento. En el experimento, el objetivo era aprender, no pasar el rato, y esta motivaci¨®n lo cambia todo. ¡°Cuando estamos concentrados y aprendiendo vamos m¨¢s despacio, releemos las partes dif¨ªciles, retrocedemos. Todo esto se hace m¨¢s f¨¢cil en un texto que en un audio¡±, explica el profesor en su libro. Las investigaciones de Trish L. Varao Sousa, de la Universidad de Waterloo en Ontario (Canad¨¢) tambi¨¦n concluyen que aunque escuchar pueda resultar atractivo y conveniente ¡ªes compatible con los altos niveles multitarea de la vida moderna¡ª, es la opci¨®n menos adecuada para aprender porque ¡°genera tasas m¨¢s altas de divagaci¨®n mental¡±.
En otro experimento de 2018 con estudiantes de instituto, publicado en la revista Scholarship of Teaching and Learning in Psychology, se demostr¨® que los participantes recordaban mejor un pasaje le¨ªdo que uno escuchado. En un texto impreso, el lector est¨¢ m¨¢s orientado que en un audio. Algunas referencias f¨ªsicas como los espacios entre p¨¢rrafos, los puntos y aparte, las capitulares, incluso la textura de las p¨¢ginas, la cubierta del libro y el grosor del ejemplar suponen una ventaja para recordar. Incluso algunos expertos creen que para estudiar es m¨¢s eficaz leer en papel que en formato digital, donde el lector se pierde en un scrolling interminable de contenido uniforme donde cada p¨¢gina se parece demasiado a la anterior.
Para todo lo dem¨¢s, el audio se impone, moderno e imbatible. Se adapta a todo, acompa?a y permite que la literatura conquiste parcelas de la vida que antes le estaban negadas. Se puede escuchar una novela mientras uno se pudre en un atasco, viaja en metro o practica deporte. La comprensi¨®n del contenido, aunque quiz¨¢s no su recuerdo, es similar, y no hay que dedicarle toda la atenci¨®n. Se demostr¨® en 1977 en un estudio que se considera un cl¨¢sico en la materia, Summarizing stories after reading and listening (Resumiendo relatos despu¨¦s de leerlos y escucharlos) . Luego, en 2016, otro trabajo, Does modality matter? (?Importa el modo?) confirm¨® la hip¨®tesis: no hab¨ªa diferencias en la comprensi¨®n entre lo le¨ªdo y lo escuchado, sobre todo cuando se trataba de narrativas con un desenlace m¨¢s o menos predecible y con ideas familiares expuestas en una progresi¨®n l¨®gica.
La neurocient¨ªfica Kristen Willeumier, autora de Biohack Your Brain, explica en su libro que leer y escuchar son actividades que mantienen el cerebro en un alto nivel de actividad. ¡°La diferencia reside en el modo en que se activan los hemisferios cerebrales. Cuando leemos, trabaja el izquierdo, vinculado al procesamiento del lenguaje. Sin embargo, cuando escuchamos, ambos hemisferios permanecen activos para procesar el habla y la escucha. Esto significa que la informaci¨®n se procesa en las mismas ¨¢reas corticales, aunque la entrada provenga de la lectura o de un audio¡±.
El cient¨ªfico Kepa Paz- Alonso, investigador del BCBL (Basque Center on Cognition, Brain and Language) y experto en neurociencia cognitiva, confirma la hip¨®tesis de que en ambos casos la informaci¨®n se procesa en las mismas ¨¢reas, y lo hace con un audio de WhatsApp, porque le parece ¡°m¨¢s r¨¢pido y conveniente¡±. Dice: ¡°En nuestros laboratorios comprobamos en chino, hebreo, ingl¨¦s y castellano, cuatro lenguas muy distintas en sus c¨®digos de escritura, que la lectura parasita las redes neuronales que ya existen en el cerebro para la comunicaci¨®n oral¡±.
A partir de ah¨ª, considerar intelectual o moralmente superior al que lee respecto al que escucha un audiolibro le parece a Paz-Alonso ¡°una idea vieja¡±. ¡°Hace 150 a?os la lectura era una habilidad adquirida que separaba a las clases sociales, pero hoy, desde un punto de vista pragm¨¢tico, las herramientas de escucha suponen un ahorro de tiempo y tienen claras ventajas¡±.
La m¨¢s obvia es que mientras escuchas un libro, las manos y los ojos quedan libres, y eso permite que la literatura sea compatible con actividades rutinarias como andar o poner una lavadora. Es una de las razones de la explosi¨®n del formato en Espa?a. Seg¨²n Audible, la plataforma de audiolibros de Amazon, los datos de los ¨²ltimos dos a?os (operan aqu¨ª desde 2020) muestran que cada mes se superan 1,4 millones de horas escuchadas de libros. Su cat¨¢logo en espa?ol se ha duplicado y hoy cuenta con 6.700 t¨ªtulos.
Otra ventaja de escuchar libros es que puede mejorar la compresi¨®n de palabras inusuales de la obra original. Si el narrador es bueno con las entonaciones y las declinaciones de palabras, los textos cl¨¢sicos como los de Shakespeare parecen m¨¢s f¨¢ciles de entender que cuando los leemos en silencio en la soledad de nuestra habitaci¨®n. Adem¨¢s, la emoci¨®n del narrador genera empat¨ªa e intimidad hacia los personajes de la historia. Si se activan los circuitos emocionales del cerebro y empezamos a imaginar, podemos disfrutar mucho m¨¢s que leyendo.
Los defensores de la lectura tradicional apuntan a un mal h¨¢bito de nuestra ¨¦poca: acelerar los audios y alterar el tempo de la narraci¨®n para consumir m¨¢s cantidad de contenidos. ¡°Pero ?es que acaso eso no se hace leyendo un texto?¡±, se pregunta Paz-Alonso, que recuerda que hay lectores muy r¨¢pidos que leen en diagonal o escanean frases enteras.
Contra lo que podemos pensar, leer un libro es una actividad m¨¢s r¨¢pida que escucharlo. Seg¨²n la plataforma VirtualSpeech, la mayor¨ªa de los podcasters y narradores pronuncian entre 150 y 160 palabras por minuto, mientras que cuando leemos solemos consumir en ese mismo tiempo entre 300 y 400 palabras. Si nos impacientamos m¨¢s cuando escuchamos un libro que cuando lo leemos es porque solemos consumir los audiolibros en un estado acelerado de multitarea, por ejemplo, en medio de un atasco. Y queremos que pasen cosas o, ya puestos, que acabe todo de una vez (el atasco y, de paso, la historia). Casi nadie escucha un audiolibro en estado de calma, concentrado y en silencio. Y es muy probable que muchos s¨ª sigan leyendo as¨ª.
Leer un libro o escucharlo son dos actos que dif¨ªcilmente se solapan. Cada uno tiene sus usos bien definidos. Es posible que alguien vaya en el metro escuchando un manual de Phyton (un lenguaje de programaci¨®n), pero no ser¨¢ la pr¨¢ctica m¨¢s habitual.
El profesor Daniel Willingham termin¨® escribiendo un art¨ªculo en The New York Times para tranquilizar a todos los que se sent¨ªan impostores por no leer y en su lugar escuchar un audiolibro antes de ir a su club de lectura: ¡°No, no hac¨¦is trampa, solo est¨¢is teniendo una experiencia diferente¡±. Lo de leer o escuchar a Cervantes sigue siendo un asunto sin resolver.
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