Ocho historiadores, ocho visiones: ?c¨®mo juzgar¨¢ la historia a Juan Carlos de Borb¨®n dentro de 50 a?os?
El papel de sucesor de Franco, la Transici¨®n, el 23-F, la figura beatificada. La abdicaci¨®n, los desmanes, la corrupci¨®n, su salida de Espa?a. Ocho historiadores ofrecen su visi¨®n de c¨®mo ser¨¢ recordado el rey em¨¦rito en el futuro
El 9 de junio de 2016, Juan Carlos de Borb¨®n acudi¨® a la cita de un gran amigo. Sime¨®n de Bulgaria presentaba en la Real Academia de San Fernando de Madrid su autobiograf¨ªa, Un destino singular, y ¨¦l quiso intervenir en el acto de lanzamiento. Los dos pronunciaron palabras en las que se ensalz¨® la camarader¨ªa, las complicidades y su ¨ªntima amistad. Hubo protocolo marcado. Acudi¨® la reina Sof¨ªa. El autor verti¨® l¨¢grimas al agradecer la presencia y el apoyo de su confidente. El rey em¨¦rito hab¨ªa abdicado dos a?os antes y una de las pocas personas que lo supo con antelaci¨®n fue el propio Sime¨®n de Bulgaria.
Aun as¨ª, a la salida, don Juan Carlos dej¨® claro que desconfiaba abiertamente del g¨¦nero literario elegido por su amigo. Quiz¨¢s no fuera el momento de expresarlo sin ambages para no dejar mal al b¨²lgaro. Pero as¨ª lo hizo cuando un periodista le pregunt¨®: ¡°?Publicar¨¢ usted sus memorias?¡±. Y ¨¦l respondi¨®: ¡°No, nunca. ?Para qu¨¦ escribir mentiras? La verdad no se puede contar, as¨ª que me lo guardar¨¦ y me lo llevar¨¦ all¨¢ arriba¡±, asegur¨® mientras se?alaba el cielo despu¨¦s de haber dejado claro, tambi¨¦n con su habilidad para el lenguaje gestual, tan transparente, que se tragar¨ªa sus secretos¡
Y ten¨ªa en cierto sentido raz¨®n don Juan Carlos. ?C¨®mo obligar a alguien a narrar lo que ni ¨¦l mismo es capaz de ocultar? ?C¨®mo buscar el equilibrio entre el h¨¦roe y el villano dentro de s¨ª? Supone una tarea que supera a cualquiera salvo que desee hacerse un haraquiri literario. Cuesti¨®n de escritores, creadores, de muy escasos pol¨ªticos, pero no de reyes. De hecho, muy pocos lo han acometido. Eso queda reservado para los historiadores.
Aquella admisi¨®n p¨²blica de que se llevar¨ªa sus memorias a la tumba ha espoleado a varios de ellos, adem¨¢s de a periodistas, escritores y ahora guionistas audiovisuales, a indagar en lo que durante d¨¦cadas pr¨¢cticamente todo el mundo se empe?¨® en ocultar. Se abri¨® la veda del secreto. El derecho sin l¨ªmites qued¨® en evidencia con la llegada de una nueva ¨¦poca ¡ªla sepa entender el propio rey em¨¦rito o no¡ª de transparencia.
En muchos aspectos, la figura de Juan Carlos de Borb¨®n se ha convertido en una prueba de madurez del sistema. En una cierta p¨¦rdida de la inocencia colectiva que ha llevado a la opini¨®n p¨²blica de creer y confiar a pies juntillas en su jefe del Estado a la decepci¨®n por sus excesos. ?Qu¨¦ pesar¨¢ m¨¢s en la historia? Alguna visi¨®n la tenemos en vida, como la biograf¨ªa que Paul Preston public¨® por vez primera en 2003, Juan Carlos. El rey de un pueblo, y volvi¨® a lanzar en 2012 ya despu¨¦s de que apareciera ese a?o, el 18 de abril, en la puerta del Hospital San Jos¨¦, de Madrid, y dijera tras el incidente de caza en Botsuana lo que ning¨²n jefe del Estado hab¨ªa expresado antes: ¡°Lo siento mucho. Me he equivocado y no volver¨¢ a ocurrir¡±.
Aparece ahora una tercera versi¨®n del libro (con la editorial Debate) que aborda los ¨²ltimos a?os, desde su abdicaci¨®n. Aun as¨ª, para el historiador brit¨¢nico, el balance sigue siendo positivo. Junto a ¨¦l, otros colegas tambi¨¦n opinan a la hora de acometer un ejercicio de poco agrado para quienes suelen analizar el pasado. En un esfuerzo por ver qu¨¦ juicio le deparar¨¢ el porvenir, esta es su visi¨®n al responder a la siguiente pregunta: ?c¨®mo juzgar¨¢ la historia a Juan Carlos I dentro de 50 a?os?
Paul Preston. ¡°Creo que, a la larga, conservar¨¢ su legado como figura hist¨®rica de primera importancia¡±
¡°He pasado los ¨²ltimos ocho meses revisando mi biograf¨ªa de Juan Carlos. Ha sido un trabajo dif¨ªcil, he tenido que contrastar las nuevas revelaciones respecto de su comportamiento financiero y sentimental, con lo mucho que admir¨¦ su valiente contribuci¨®n a la vuelta de la democracia a Espa?a desde la muerte de Franco hasta la derrota del golpe militar de 1981. A pesar de las acusaciones de la extrema derecha de que fue c¨®mplice del golpe, termin¨¦ la tarea m¨¢s convencido que nunca de que hab¨ªa jugado el papel clave en la Transici¨®n respecto del regreso a la democracia. A pesar de la medida en que su codicia econ¨®mica y sexual ha manchado su reputaci¨®n, creo que, a la larga, conservar¨¢ su legado como figura hist¨®rica de primera importancia¡±.
?ngel Vi?as. ¡°Ser¨ªa conveniente abrir los archivos de la Corona¡±
¡°Es imposible predecirlo. Depende, esencialmente, de cuatro factores: del tiempo que transcurra, de las informaciones que sigan saliendo hasta entonces, de la personalidad de los historiadores y de sus fuentes. En estos momentos la figura est¨¢ malherida por otros cuatro factores: su comportamiento financiero, del cual todav¨ªa no se sabe todo; su alejamiento y sus silencios; su papel muy controvertido en la Transici¨®n, en especial en relaci¨®n al 23-F, y por la baba que sus aduladores han vertido sobre ¨¦l. Probablemente se ir¨¢n aclarando en el futuro. A m¨ª sobre lo que m¨¢s me interesa llamar la atenci¨®n es acerca de la conveniencia de abrir los archivos de la Corona. S¨¦ bien que en otros pa¨ªses tienen plazos largos, pero sus respectivos titulares han tenido, en general, un papel m¨¢s positivo que el rey Juan Carlos. No hay historia definitiva¡±.
Cayetana ?lvarez de Toledo. ¡°No se podr¨¢ contar la historia de Juan Carlos I sin hablar de Espa?a. Juan Carlos somos nosotros¡±
¡°A diferencia de Giovannini, un genio sin rostro, yo creo que no se podr¨¢ contar la historia de Juan Carlos I sin hablar de Espa?a. Juan Carlos somos nosotros. Es la grandeza de la Transici¨®n: miedo, madurez, reconciliaci¨®n y reforma, desde el propio franquismo. Los primeros a?os felipistas: expansi¨®n y alegr¨ªa. Y los segundos: pelotazo y laxitud. Es el problema de austeridad y ambici¨®n hist¨®rica de Aznar: que ni siquiera el Rey las compart¨ªa. Es la frivolidad del apaciguamiento bajo Zapatero: aprobar¨¦ lo que venga de Catalu?a, hablando se entiende la gente. La actitud del Gobierno de Rajoy ante el proceso: dos abdicaciones paralelas. Y el reflejo del sanchismo: un Gobierno contra el Estado, el exilio definitivo. Em¨¦rita y dem¨¦rita Espa?a¡±.
Bego?a Barrera L¨®pez. ¡°El deterioro de su imagen es dif¨ªcilmente reversible¡±
¡°El deterioro de la imagen del rey em¨¦rito parece dif¨ªcilmente reversible. El proceso de desmitificaci¨®n de su figura como prohombre de la Transici¨®n dar¨¢ paso a una consideraci¨®n cada vez m¨¢s cr¨ªtica por parte de las nuevas generaciones, conscientes de la necesidad de ser exigentes no solo con el presente de las instituciones, sino tambi¨¦n con su memoria. Esto depender¨¢ en gran parte de la manera en que los docentes interpreten y trabajen la Historia de Espa?a en las escuelas y de las nuevas contribuciones que se hagan que incluyan el decepcionante ep¨ªlogo de su huida: la comparativa con otras monarqu¨ªas europeas; el papel de los medios y de las redes sociales en la percepci¨®n de sus culpas; y el coste ¨¦tico y est¨¦tico que sus esc¨¢ndalos tienen y tendr¨¢n para la instituci¨®n mon¨¢rquica¡±.
Isabel Burdiel. ¡°Con el tiempo se ubicar¨¢ su monarqu¨ªa en un momento de transici¨®n moral¡±
¡°Los historiadores tenemos dif¨ªcil relaci¨®n con el futuro, pero podemos aplicarle las mismas t¨¦cnicas que usamos para el pasado. Juan Carlos I ser¨¢ considerado de forma distinta en 50 a?os, si para entonces la monarqu¨ªa se mantiene, se ha consolidado y demostrado su utilidad democr¨¢tica. Si eso sucede, podr¨¢ verse con m¨¢s claridad su figura y distinguirse entre su aportaci¨®n a que la dictadura de Franco desembocase en una democracia y sus desafortunadas e inmorales operaciones financieras. Con el tiempo, se podr¨¢ ubicar la monarqu¨ªa democr¨¢tica de Juan Carlos I en un momento de transici¨®n entre la vieja monarqu¨ªa constitucional y la evoluci¨®n de la monarqu¨ªa que ha ido cambiando en lo que se espera de ella. No se le permitir¨¢ a Felipe VI y a su hija el comportamiento de Juan Carlos I. Se democratizar¨¢ la proyecci¨®n p¨²blica de su vida personal, ocio, relaciones... Pero eso tiene otros riesgos¡±.
Juli¨¢n Casanova. ¡°Ser¨¢ dif¨ªcil que se le vea como aquella figura beatificada¡±
¡°Juan Carlos I no responder¨¢ ante Dios y la historia como se dec¨ªa de Franco. La visi¨®n de su reinado depender¨¢ de la evoluci¨®n de las investigaciones y de la historiograf¨ªa. La historia no juzga y los historiadores tampoco debemos hacerlo. Pero se pueden anticipar interpretaciones. Su ¨²nica legitimidad de origen proced¨ªa del testamento pol¨ªtico del dictador, de la legalidad franquista vigente. Tuvo un papel destacad¨ªsimo en la transici¨®n desde una larga dictadura autoritaria a una democracia plena. A muchos les dio por presumir de rey y protegerlo ante las cr¨ªticas. La abdicaci¨®n, en junio de 2014, modific¨® ese rumbo. Fue una crisis de la pol¨ªtica institucional que socav¨® su figura ante amplios sectores de la poblaci¨®n. Ser¨¢ dif¨ªcil que en 50 a?os se lo vea como esa figura beatificada en los ¨²ltimos 20 a?os del siglo?XX. Y todos los matices tendr¨¢n que ir acompa?ados de documentos, no de meras opiniones¡±.
Jos¨¦ ?lvarez Junco. ¡°Se valorar¨¢ sobre todo su actuaci¨®n tras la muerte de Franco¡±
¡°La historia valorar¨¢ sobre todo a Juan Carlos de Borb¨®n por su actuaci¨®n en los primeros a?os tras la muerte de Franco. Muerto el dictador, el futuro pol¨ªtico de Espa?a se hallaba en la penumbra, depend¨ªa de la voluntad del sucesor nombrado por este. Sus poderes eran, en principio, indefinidos e ilimitados. El pr¨ªncipe Juan Carlos ofreci¨® en 1975 a los partidos pol¨ªticos libertad de acci¨®n dentro de unas normas de las que ¨¦l ser¨ªa garante y ¨¢rbitro, conduciendo al pa¨ªs a una transici¨®n pac¨ªfica hacia la democracia. Esto ha sido valorado en general muy positivamente. Aprobada la Constituci¨®n, ejerci¨® su cargo de monarca parlamentario. En 2014 abdic¨® y dej¨® a su hijo en el trono. Su imagen se vio, sin embargo, muy deslucida por las actividades econ¨®micas y aventuras amorosas en las que se embarc¨®¡±.
Javier Rodrigo. ¡°La narrativa corrupta ser¨¢ quiz¨¢ la que se asiente en nuestra memoria¡±
¡°No soy original: es imposible saberlo. Depender¨¢ de varias variables. De si Espa?a seguir¨¢ siendo una Monarqu¨ªa. De si seguir¨¢ existiendo la investigaci¨®n como la conocemos o la historiograf¨ªa ser¨¢ cosa de inteligencias (sic) artificiales. O de qu¨¦ pasar¨¢ a¨²n con el rey em¨¦rito: los finales contribuyen a reescribir los relatos vitales. Sobre Juan Carlos existe una superposici¨®n de narrativas: infancia terrible, pr¨ªncipe designado (¡°tiene aqu¨ª a los tres: elija¡±, le dijo Victoria Eugenia a Franco en el bautizo del bisnieto), h¨¦roe de la Transici¨®n, campechano representante de la modernizaci¨®n pol¨ªtica de Espa?a, apestado mujeriego y cazador, investigado por corrupci¨®n y alejado a Abu Dabi. Tal vez sea esta ¨²ltima la que mejor se asiente en la memoria de los espa?oles, pero sin excluir a las otras. Seguramente a¨²n tiene que nacer la historiadora o historiador que resuelva estas cuestiones en 2073¡±.
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