La honestidad de los candidatos deber¨ªa ser un requisito exigido por los votantes. No suele ser as¨ª
La corrupci¨®n pol¨ªtica se investiga y se sanciona en Espa?a. La polic¨ªa y los fiscales hacen su trabajo cada vez mejor. Lo que no est¨¢ nada claro es que tenga una repercusi¨®n en el voto
Con fecha de 2015, 600 ayuntamientos de este pa¨ªs ya hab¨ªan sido investigados por corrupci¨®n y en m¨¢s de 300 casos se hab¨ªan abierto causas judiciales. Seg¨²n los datos del catedr¨¢tico Manuel Villoria, especialista en el tema, el 60% de los ayuntamientos de Murcia y el 40% de los de Canarias hab¨ªan pasado por ese trance. En la memoria de la Fiscal¨ªa de 2022 se contabilizan 45 diligencias relacionadas con corrupci¨®n pol¨ªtica, muchas de ellas con hasta 15 y 20 piezas abiertas distintas. Est¨¢ claro que la corrupci¨®n pol¨ªtica se investiga y se sanciona en Espa?a y que la polic¨ªa y los fiscales hacen su trabajo cada vez mejor. Lo que no est¨¢ nada claro es que tenga una repercusi¨®n electoral.
Espa?a no sufre un problema de corrupci¨®n sist¨¦mica, pero s¨ª se ha demostrado que, en el ¨¢mbito municipal y auton¨®mico, se han producido con una asombrosa frecuencia casos de corrupci¨®n pol¨ªtica, fundamentalmente vinculada al sector de la construcci¨®n y al urbanismo. Ahora, las noticias sobre la compra de votos en Melilla (Coalici¨®n por Melilla) y municipios como Moj¨¢car (PSOE) ampl¨ªan el campo de esa corrupci¨®n en un escenario especialmente grave, el electoral. La rapidez con la que se investiguen, atajen y castiguen esas redes ser¨¢ fundamental, pero tambi¨¦n los mecanismos de control de que dispongan los partidos pol¨ªticos para vigilar sus estructuras locales, de las que son responsables.
Seg¨²n la mayor¨ªa de los estudios publicados, los ciudadanos no tenemos experiencias directas de corrupci¨®n en el trato con la Administraci¨®n del Estado (los funcionarios son honestos). Sin embargo, tenemos una percepci¨®n muy alta de que existe corrupci¨®n en el pa¨ªs porque es evidente que ha habido un gran problema a la hora de controlar a los partidos, municipios y autonom¨ªas y por la discrecionalidad con la que han podido actuar en lo relativo al urbanismo. Est¨¢ por ver si las nuevas legislaciones aprobadas desde 2015 han levantado una barrera suficiente o si lo ¨²nico que ha ocurrido es que estall¨® la burbuja que aliment¨® toda esa podredumbre y que, ahora, toda la red est¨¢ a la espera de nuevas oportunidades.
Se supone que, si la corrupci¨®n encuentra su mejor caldo de cultivo en ayuntamientos y comunidades aut¨®nomas, ese deber¨ªa ser uno de los grandes temas de preocupaci¨®n cara a las elecciones que se celebran hoy y que la honestidad personal de cada candidato deber¨ªa ser uno de los requisitos m¨¢s exigidos por los votantes de cualquier partido. Y, sin embargo, la experiencia demuestra que no es as¨ª. No est¨¢ claro, por los resultados electorales anteriores, que la corrupci¨®n sea el motivo de una mayor abstenci¨®n o que el partido m¨¢s afectado sufra una p¨¦rdida notable de apoyos. Quiz¨¢ porque la polarizaci¨®n es tan grande que las personas con sesgo partidista deciden ser tolerantes con los casos que implican a su grupo.
La campa?a ha tratado tangencialmente el tema y no parece que los anuncios de reavivar la burbuja inmobiliaria realizados por el PP en toda Espa?a hayan despertado la alarma de los ciudadanos. La candidata popular a la Comunidad de Madrid (muchos de cuyos ayuntamientos se vieron implicados en casos de corrupci¨®n en los a?os dos mil), por ejemplo, ha anunciado que permitir¨¢ a todos los ayuntamientos de la regi¨®n construir vivienda p¨²blica en suelo dotacional en desuso sin necesidad de realizar una modificaci¨®n del planeamiento urbano local. Se trata de vivienda p¨²blica, se dir¨¢, pero ya es conocido que, en Madrid, esos pisos acaban f¨¢cilmente en manos de fondos de inversi¨®n.
El problema con los casos de corrupci¨®n municipal y auton¨®mica no es solo el efecto sobre el sector afectado en particular. Es que la corrupci¨®n modifica, adem¨¢s, la composici¨®n del gasto p¨²blico. Numerosos estudios han demostrado que disminuye el gasto destinado a educaci¨®n y a la sanidad p¨²blica, por ejemplo. ?C¨®mo? Paolo Mauro, economista del Fondo Monetario Internacional, lo ha explicado con sencillez: se reduce el gasto en educaci¨®n y en sanidad porque se utiliza ese dinero en otros sectores en los que es m¨¢s f¨¢cil el soborno o que brindan m¨¢s oportunidades lucrativas para los responsables pol¨ªticos o su partido.
Un corrupto h¨¢bil suele ser al mismo tiempo un h¨¢bil charlat¨¢n. Y una vez que le das poder a un charlat¨¢n nunca lo recuperas, dec¨ªa el escritor y cient¨ªfico Carl Sagan.
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