Imaginaci¨®n e ideas: ?a d¨®nde va la izquierda?
El progreso requiere reflexi¨®n y la revoluci¨®n, a¨²n m¨¢s. La oferta de alternativas y el debate est¨¢n en la ra¨ªz de esta corriente de pensamiento
El progreso requiere reflexi¨®n y la revoluci¨®n, a¨²n m¨¢s. La izquierda ha sido tradicionalmente un espacio pol¨ªtico proclive a la discusi¨®n de ideas, a la creaci¨®n de teor¨ªas, al debate acad¨¦mico, a la continua generaci¨®n de textos. Mientras que a la derecha conservadora le basta con fortalecer las l¨®gicas existentes, el progresismo tiene en su ra¨ªz la oferta de alternativas. As¨ª, su historia est¨¢ marcada por conflictos ideol¨®gicos, escisiones y confrontaciones por cuestiones te¨®ricas. Incluso ha sido acusada con frecuencia de dejarse llevar en finuras intelectuales y alejarse del sentir popula...
El progreso requiere reflexi¨®n y la revoluci¨®n, a¨²n m¨¢s. La izquierda ha sido tradicionalmente un espacio pol¨ªtico proclive a la discusi¨®n de ideas, a la creaci¨®n de teor¨ªas, al debate acad¨¦mico, a la continua generaci¨®n de textos. Mientras que a la derecha conservadora le basta con fortalecer las l¨®gicas existentes, el progresismo tiene en su ra¨ªz la oferta de alternativas. As¨ª, su historia est¨¢ marcada por conflictos ideol¨®gicos, escisiones y confrontaciones por cuestiones te¨®ricas. Incluso ha sido acusada con frecuencia de dejarse llevar en finuras intelectuales y alejarse del sentir popular (sobre todo en comparaci¨®n con el antiintelectualismo que tiene por bandera la extrema derecha rampante). No obstante, es un sentir extendido que en estos tiempos la imaginaci¨®n de la izquierda se ha agotado, y que, como afirma la muy trasegada cita atribuida al fil¨®sofo Fredric Jameson, ¡°es m¨¢s f¨¢cil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo¡±. El pensador Mark Fisher hablaba de un ¡°realismo capitalista¡±, es decir, de la idea de que no existe alternativa alguna (algo que ya dec¨ªa, desde el otro lado del espectro pol¨ªtico, Margaret Thatcher).
Por eso, y ante el retroceso pol¨ªtico de la izquierda en Espa?a y en el tablero internacional, y el crecimiento de opciones de derecha y ultraderecha, es interesante rastrear cu¨¢les son los referentes de la izquierda hoy. La encuesta que hemos realizado en Ideas nos ofrece una lista de los pensadores m¨¢s influyentes en estos momentos: Karl Marx, Judith Butler, Antonio Gramsci, Thomas Piketty, Michel Foucault, Hannah Arendt, Simone de Beauvoir, J¨¹rgen Habermas, Karl Polanyi y Walter Benjamin.
La encrucijada de la izquierda
¡°La izquierda se basa en la idea ilustrada de progreso humano, en la convicci¨®n de que nuestro futuro est¨¢ en nuestras manos y que debemos involucrarnos¡±, explica el historiador Juan Sisinio P¨¦rez Garz¨®n, autor de Historia de las izquierdas en Espa?a (Catarata), donde funda las ra¨ªces de la izquierda en la Revoluci¨®n Francesa y su lema de ¡°libertad, igualdad, fraternidad¡± (aunque ahora el concepto de libertad haya sido capitalizado por la derecha). Desde entonces hasta hoy se ha pasado de programas de m¨¢ximos, ideas revolucionarias en busca de una sociedad nueva y mejor, a programas de m¨ªnimos: ¡°Se ha optado por el pragmatismo socialdem¨®crata, aceptando el libre mercado, la democracia liberal y el marco nacional¡±, apunta el historiador. ¡°Se ha aprendido que con la violencia revolucionaria no se avanza m¨¢s r¨¢pido en cuanto a logros sociales duraderos que por cauces democr¨¢ticos¡±.
Cabe preguntarse cu¨¢l es la situaci¨®n ideol¨®gica de la izquierda en la actualidad, por esa tan repetida falta de imaginaci¨®n para proponer futuros nuevos cuando parece que el futuro no existe. ¡°M¨¢s que imaginaci¨®n, lo que hace falta es sentido de la justicia¡±, dice la fil¨®sofa Laura Llevadot. La justicia, se?ala siguiendo a Derrida, como exigencia urgente de actuar aqu¨ª y ahora, all¨ª donde ocurre la desigualdad, la precariedad, la explotaci¨®n, la exclusi¨®n. ¡°Para eso no hace falta ninguna imaginaci¨®n, ni utop¨ªas reguladoras, ni fabular otros mundos posibles¡±, a?ade, ¡°en consecuencia, lo que se espera de eso que llamamos ¡®izquierdas¡¯, si es que todav¨ªa se espera algo tras tanta traici¨®n, es que no se vendan al capital, que le hagan frente y no sucumban a sus imperativos de creatividad e imaginaci¨®n mercantilizadas¡±.
Por un lado, se habla de una crisis de la socialdemocracia, que muchos achacan a esa p¨¦rdida de las esencias, abandonando su terreno cl¨¢sico al enrolarse progresivamente en la l¨®gica econ¨®mica globalizadora, sobre todo despu¨¦s de la revoluci¨®n neoliberal protagonizada por Reagan y Thatcher en los a?os ochenta, al tiempo que ca¨ªa la Uni¨®n Sovi¨¦tica y, en Europa, el paradigma keynesiano. ¡°Sin embargo, si esa fuera la causa principal, deber¨ªamos observar que el electorado progresista se desplaza hacia partidos a la izquierda de la socialdemocracia, cosa que sucede en peque?a medida¡±, se?ala el polit¨®logo Ignacio S¨¢nchez-Cuenca. En cualquier caso, asistimos a una paulatina desaparici¨®n del Estado de bienestar, que podr¨ªa entenderse como raz¨®n de ser de esta corriente. ¡°La socialdemocracia est¨¢ en crisis si no se desarrollan nuevas ideas manteniendo la esencia¡±, dice el soci¨®logo Manuel Castells. ?Cu¨¢l es esa esencia? ¡°El Estado de bienestar y su relaci¨®n con el sindicalismo. Si eso se abandona, se va a la liquidaci¨®n¡±, a?ade Castells. Para el soci¨®logo, las nuevas ideas no est¨¢n en los partidos, sino que brotan de los movimientos sociales, de donde es preciso integrarlas.
Un futuro Estado de bienestar, un nuevo contrato social, no debe calcarse del anterior, que floreci¨® de los llamados Treinta Gloriosos A?os de la posguerra europea, donde se combin¨® la reducci¨®n de la desigualdad con el crecimiento econ¨®mico sostenido. Ahora no se puede contar con una base sindical tan poderosa como en el siglo XX, se deben tener en cuenta los movimientos emergentes (feminismo, antirracismo, LGTB), ahondar en la transparencia y participaci¨®n democr¨¢tica, lidiar con el cambio clim¨¢tico y con la revoluci¨®n tecnol¨®gica; y quiz¨¢s explorar la renta b¨¢sica seg¨²n las m¨¢quinas vayan acaparando el trabajo.
?Un falso dilema?
Es llamativo que el primer puesto de la lista de pensadores de Ideas estuviera muy re?ido entre Karl Marx, gran padre de la izquierda cl¨¢sica, y Judith Butler, figura prominente de la teor¨ªa queer. Dice mucho de estos tiempos, cuando otra de las causas que se aducen de la crisis de la izquierda es el cisma que se da entre la izquierda material y la izquierda identitaria. La primera (tambi¨¦n llamada izquierda cl¨¢sica, obrerista, etc¨¦tera) se preocupar¨ªa por lo econ¨®mico, por lo laboral, por la vivienda, por la redistribuci¨®n de la riqueza, por las cosas de comer; mientras que la segunda (tambi¨¦n llamada izquierda posmaterial, cultural o posmoderna, siempre con cierta controversia terminol¨®gica) pondr¨ªa el foco en reivindicar a las diferentes minor¨ªas oprimidas, en el feminismo, lo LGTB, lo poscolonial, el antirracismo, etc¨¦tera. Curiosamente el ecologismo suele incluirse en el segundo pack ideol¨®gico, tal vez por haberse incorporado al discurso de la (nueva) izquierda en los turbulentos a?os sesenta, como las citadas luchas identitarias. El movimiento jacobino tambi¨¦n considera a los nacionalismos perif¨¦ricos como parte de una diversidad da?ina para la izquierda.
?Son ambas causas irreconciliables? ¡°No, y nunca lo han sido hasta hace poco. La izquierda sol¨ªa querer ayudar materialmente a las minor¨ªas, precisamente trabajando para disminuir la desigualdad y as¨ª incorporar a las personas como ciudadanos plenos. La izquierda m¨¢s reciente, en cambio, se enfoca en el reconocimiento, particularmente en el reconocimiento de la ¡®diferencia¡±, explica el polit¨®logo Mark Lilla, profesor de la Universidad de Columbia, uno de los mayores cr¨ªticos a las corrientes identitarias en Estados Unidos. Precisamente en las universidades de ese pa¨ªs ven muchos cr¨ªticos un caldo de cultivo de estas ideas fuertemente influenciadas por los fil¨®sofos franceses de la segunda mitad del siglo XX (Foucault, Deleuze, etc¨¦tera), lo que en aquellas costas se denomin¨® french theory, y que anclar¨ªa sus ra¨ªces en la filosof¨ªa continental posmoderna y en los movimientos sociales de los sesenta. Desde la derecha se ha denunciado este ¡°marxismo cultural¡± originado en los campus, al que hacen responsable de la ¡°cultura de la cancelaci¨®n¡±. Lo woke.
¡°Lo que se plantea es un falso dilema: las minor¨ªas est¨¢n sobrerrepresentadas entre las clases trabajadoras, y, a la inversa, la proporci¨®n de clases trabajadoras es mayor entre las minor¨ªas raciales¡±, explica ?ric Fassin, profesor de Sociolog¨ªa y Estudios de G¨¦nero en la Universidad de Par¨ªs 8, ¡°no hay raz¨®n para oponer las pol¨ªticas de reconocimiento y redistribuci¨®n tal y como las distingui¨® Nancy Fraser¡±. Para Fassin, es la derecha de Trump o Le Pen la principal interesada en oponer la clase a la raza, el g¨¦nero o la orientaci¨®n sexual, dividiendo as¨ª a las clases populares: la izquierda debe rechazar estas falsas alternativas. Seg¨²n la pensadora feminista Nancy Fraser, el dilema entre la redistribuci¨®n de la riqueza y el reconocimiento sociocultural es real, aunque no es obligado tomar partido por una de estas dos dimensiones que conforman la justicia: es necesario formar coaliciones para responder mediante luchas ¡°m¨²ltiples y entrelazadas¡± a injusticias ¡°m¨²ltiples y entrelazadas¡± dentro del plano econ¨®mico y cultural.
¡°Una izquierda amplia e incluyente no puede actuar de espaldas a la realidad, movida por una nostalgia de un tiempo que ya no volver¨¢¡±, dice S¨¢nchez-Cuenca. Si las izquierdas han tenido como objetivo proteger a los vulnerables y aumentar la igualdad social, no deber¨ªa haber diferencia entre colectivos mayoritarios o minoritarios, o entre la identidad y la clase, porque la clase tambi¨¦n es una identidad. ¡°El desaf¨ªo consiste en establecer v¨ªnculos entre colectivos que son culturalmente muy heterog¨¦neos¡±, expone el polit¨®logo. En algunos pa¨ªses eso no se ha conseguido, y sectores de la clase trabajadora, tradicional base de la izquierda, han ca¨ªdo en los cantos de sirena de la ultraderecha y la guerra cultural, muchas veces votando contra sus intereses.
Miradas decrecentistas y poscapitalistas
Algunos sectores de la izquierda miran al futuro a¨²n con esperanza, o con ¨¢nimo de evitar un colapso sist¨¦mico, como en el caso de los movimientos por el decrecimiento (uno de sus pioneros fue Serge Latouche), que defienden una disminuci¨®n del consumo y la producci¨®n global, en un planeta al l¨ªmite, contra el crecimiento continuo en torno al cual se vertebra la econom¨ªa. ¡°Sabemos que las principales causas del bienestar humano son tener acceso a una sanidad p¨²blica, a una educaci¨®n p¨²blica y a una seguridad econ¨®mica a trav¨¦s de una renta vitalicia. Son las cosas que importan. Y para lograrlas no necesitamos crecer¡±, dijo recientemente a Ideas el antrop¨®logo Jason Hickel, autor de Menos es m¨¢s. C¨®mo el decrecimiento salvar¨¢ al mundo (Capit¨¢n Swing). Entre sus propuestas est¨¢ aumentar los impuestos a la riqueza (las clases altas, se?ala, son las responsables del 72% de las emisiones) o establecer una ratio entre ingresos m¨¢ximos y m¨ªnimos.
El consumo masivo es clave en esta situaci¨®n, tanto cuantitativa como cualitativamente: ¡°Si el capitalismo ha triunfado es porque, a diferencia del comunismo, ha sabido apropiarse del deseo narcisista de los sujetos. Les ha prometido realizaci¨®n, visibilidad, creatividad, lujos peque?oburgueses, adicciones controladas, mientras que las izquierdas moralistas se limitaban a sermonear¡±, explica Llevadot, en relaci¨®n con el car¨¢cter ¡°libidinal¡± del capitalismo, tal y como han se?alado los pensadores Mark Fisher, Nick Land y, previamente, Deleuze y Guattari. Propone un ¡°deseo poscapitalista¡±, que podr¨ªa explicarse como una resistencia a ese deseo que nos impone el capital: una casa m¨¢s grande, un coche m¨¢s r¨¢pido, pornograf¨ªa gratis, unas cervecitas en la terraza, un deseo que tiene la insidiosa particularidad de que nunca acaba de satisfacerse y, mientras tanto, corroe la esperanza de las nuevas generaciones.
Las corrientes aceleracionistas proponen pensar en c¨®mo acelerar las contradicciones del capitalismo, tecnol¨®gicas o sociales, con el fin de llegar a una nueva fase hist¨®rica. Nick Srnicek es uno de los m¨¢ximos exponentes del aceleracionismo de izquierdas. Cree que no es cierto que el pensamiento de izquierda est¨¦ agotado, aunque pudiera parecerlo en las d¨¦cadas del cambio de siglo, cuando se acept¨® la posici¨®n dominante del capitalismo y se descuid¨® el pensamiento poscapitalista. ¡°Sin embargo, esa situaci¨®n ha cambiado en los ¨²ltimos 15 a?os, y desde la crisis de 2008 creo que ha habido un florecimiento de ideas sobre c¨®mo podr¨ªamos organizar la sociedad de mejores maneras¡±, dice. Se refiere a las corrientes del ecosocialismo, el socialismo de plataforma, los proyectos sobre el postrabajo y la renta b¨¢sica, la preocupaci¨®n por el aumento del tiempo libre, etc¨¦tera, importantes para visualizar alternativas de futuro.
Ante un futuro lleno de retos, en una ¨¦poca de desconcierto y pesadumbre, conviene, seg¨²n P¨¦rez Garz¨®n, recordar que la historia de la izquierda no es necesariamente la historia de una derrota y que la sociedad actual es, en buena medida, el resultado de las luchas de los que nos precedieron. Mirando hacia atr¨¢s podemos comprobar que se ha conquistado el sufragio universal, la abolici¨®n de la esclavitud, la jornada de ocho horas, el salario digno, la mejora en las condiciones de trabajo, el subsidio de desempleo, el seguro por enfermedad, el derecho a huelga, la lucha contra la violencia machista o el derecho al aborto. ¡°Todo eso son conquistas de la izquierda. As¨ª que no creo que estemos ante una falta de ideas: es que aparecen nuevas conquistas por realizar en el horizonte¡±, concluye el historiador.
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