Chile: 50 a?os del golpe que mezcl¨® la dictadura con el liberalismo econ¨®mico extremo
El r¨¦gimen de Pinochet aplic¨® recetas de ¡®los Chicago Boys¡¯ que no se atrevieron a implementar en Estados Unidos
La presencia del ultraliberal Javier Milei en la final de las elecciones presidenciales argentinas reactiva una cuesti¨®n que lleva medio siglo vigente: si son posibles grados extremos de liberalismo econ¨®mico (capitalismo crudo o capitalismo sin gaseosa, como lo acaba de denominar Antonio Mu?oz Molina) dentro de un marco democr¨¢tico, o solo en pa¨ªses con f¨¦rreas dictaduras que sofocan los derechos sociales, o aplican la trituradora de disidentes, como ocurri¨® tras el golpe de Estado contra Salvador Allende, del que ma?ana se cumplen 50 a?os.
Las tesis monetaristas de la Escuela de Chicago han tenido en la historia una de sus versiones m¨¢s ortodoxas en el Chile de Pinochet (1973-1990), mucho m¨¢s que en los centros en las que fueron teorizadas. Lo que no se atrevieron a hacer en EEUU lo experimentaron en la periferia. En aquel Chile se produjo un extra?o maridaje entre los ultraliberales econ¨®micos y los militares fascistas que aplicaron la Operaci¨®n Condor para exterminar f¨ªsicamente a sus oponentes. El modelo econ¨®mico chileno de los Chicago Boys fue considerado mucho tiempo como el m¨¢s puro del mundo dentro del ultraliberalismo. Hasta tal punto que su m¨¢ximo gur¨², Milton Friedman, lleg¨® a sentirse alarmado por esa imbricaci¨®n entre liberalismo econ¨®mico y dictadura. En una entrevista que le hizo Mario Vargas Llosa contest¨® cuando este ¨²ltimo le pregunt¨® si ten¨ªa alguna duda moral al observar que sus teor¨ªas eran aplicadas generalmente en pa¨ªses con gobiernos autoritarios (tambi¨¦n en la Argentina de Videla y Mart¨ªnez de Hoz): ¡°No¡±, respondi¨® Friedman, ¡°no me gustan los gobiernos militares, pero busco el mal menor¡±. Seg¨²n Friedman, su neoliberalismo era peligroso al imponerlo bajo condiciones militares, ¡°ya que es perfectamente posible aplicarlo bajo un r¨¦gimen civil democr¨¢tico¡±.
A?os cincuenta del siglo pasado: la Universidad Cat¨®lica de Chile establece un convenio con la Escuela de Chicago. Un grupo de j¨®venes cient¨ªficos sociales chilenos fueron a estudiar econom¨ªa con Milton Friedman. Es la primera generaci¨®n de Chicago Boys. Luego volvieron y ense?aron el friedmanismo en la Facultad de Econ¨®micas de esa universidad, en Santiago. Cuando la Unidad Popular se hace con el gobierno en el a?o 1970 a trav¨¦s de los votos, unos se fueron y otros se quedaron en el interior de Chile. All¨ª elaboraron un modelo econ¨®mico para el pa¨ªs, que mostraron en medios castrenses. Cuando los espadones dan el golpe de Estado y derrocan por la fuerza a Allende, Pinochet los llama para que se hagan cargo de la econom¨ªa del pa¨ªs. As¨ª aparecen ¡°los Sergios¡± (Sergio de Castro, Sergio de la Cuadra), Rolf L¨¹ders, ?lvaro Bard¨®n, Hern¨¢n B¨¹chi, Andr¨¦ Sanfuentes,¡ En el lenguaje del cuerpo es muy peculiar esa combinaci¨®n de militares agorilados y yuppies econ¨®micos, que se reparten la direcci¨®n del pa¨ªs.
Declara Friedman en 1976, y es verdad: ¡°?Yo no he estado dirigiendo la pol¨ªtica econ¨®mica de Chile! Llevo un a?o sinti¨¦ndome halagado o simplemente divertido por los poderes que se me atribuyen. Estuve en Chile seis d¨ªas hace un a?o [todos los peri¨®dicos se ilustran con la fotograf¨ªa del todav¨ªa no Premio Nobel de Econom¨ªa con Pinochet] y sin embargo me tienen por el gu¨ªa de la pol¨ªtica econ¨®mica de aquel gobierno¡±. Friedman vuelve a Chile en el a?o 1981 presidiendo una reuni¨®n de la sociedad Mont Pelerin, una especie de internacional del liberalismo econ¨®mico fundada en 1947 por Hayek. Es recibido de nuevo por el general traidor que desde el principio trat¨® de legitimar su r¨¦gimen a trav¨¦s de la econom¨ªa. Por el contrario, la Mont Pelerin tuvo la dignidad de no reunirse en Espa?a mientras Franco estuvo vivo.
Los modelos econ¨®mico y pol¨ªtico de los pa¨ªses del cono sur latinoamericano (Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay) son muy similares: una pr¨¢ctica liberal a ultranza en lo primero, privatizaciones y todo libre menos la cotizaci¨®n de la moneda respecto a las divisas extranjeras, que estaba reglamentada y prevista. Y prohibido opinar en alto, manifestarse, elegir los representantes al Parlamento o dar voz a las delegaciones sindicales que defendiesen a los asalariados. La ley del m¨¢s fuerte.
Para una generaci¨®n de ciudadanos es imposible olvidar la experiencia de Salvador Allende, y su tremendo final.
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