El modelo social europeo, la mejor defensa contra la presencia creciente de la extrema derecha
Estos partidos, muchos de nueva formaci¨®n, se han hecho cargo del malestar provocado por unas desigualdades casi pornogr¨¢ficas
Hay un fisible clima pol¨ªtico. C¨®mo desbrozar entre tantos datos, entre tantas situaciones, el hecho de que los cinco principales pa¨ªses firmantes del Tratado de Roma en 1957, y fundadores de la Europa moderna (Francia, Alemania, Italia, B¨¦lgica y Holanda), hayan visto crecer a la extrema derecha en las pasadas elecciones al Parlamento Europeo. Necesitamos explicaciones hist¨®ricas, adem¨¢s de las pol¨ªticas. El verano es una buena temporada para leer (o releer) la, sin duda, mejor historia de Europa desde el a?o 1945, reci¨¦n terminada la Segunda Guerra Mundial: Postguerra, del prematuramente desaparecido historiador brit¨¢nico Tony Judt. En su interior est¨¢n muchas de las explicaciones que necesitamos. El libraco (m¨¢s de 1.200 p¨¢ginas) precisa que lo retome el disc¨ªpulo m¨¢s cercano a Judt para que desarrolle lo que ¨¦l no lleg¨® a ver: el Brexit, la pandemia, Ucrania o la vuelta acompasada de la ultraderecha, aunque excepto lo imprevisto (la covid), lo dem¨¢s ya se menciona en el manual. Volver a Postguerra es una recomendaci¨®n mayor.
La peque?a pero influyente Europa. Europa es el m¨¢s diminuto de los continentes. En realidad no es un continente sino un subcontinente anejo a Asia. La extensi¨®n total de Europa (sin incluir a Rusia y Turqu¨ªa) es de 5,5 millones de kil¨®metros cuadrados, menos de dos terceras partes que la de Brasil o apenas algo menos de la mitad que la de China o EE UU. Parece m¨¢s empeque?ecida al estar al lado de Rusia, que abarca 17 millones de kil¨®metros cuadrados. Sin embargo, a pesar de esta peque?ez, Europa lleva d¨¦cadas siendo ¨²nica por su influencia: por sus libertades, por su modelo social. Con todas las dificultades, como la integraci¨®n de pa¨ªses hasta 28 (ahora 27).
Hoy, la extrema derecha, que no particip¨® en la creaci¨®n de ese artefacto que hoy se denomina Uni¨®n Europa, crece de una forma acompasada. Ya no se trata de casos puntuales como en el pasado, con J?rg Haider, en la Austria de fin del siglo pasado (27% de los votos). O Pim Fortuyn en Holanda (17%), o Jean-Marie Le Pen en Francia (en el libro de Judt todav¨ªa no aparece su sucesora, Marine Le Pen), etc¨¦tera. Es seguro que esos partidos, muchos de nueva formaci¨®n, se han hecho cargo de parte del malestar social provocado por un crecimiento lento y el aumento de las desigualdades de un modo que se dir¨ªa pornogr¨¢fico, con un Estado de bienestar a veces exhausto por el envejecimiento de la poblaci¨®n (cuando se instaur¨® all¨¢ por la segunda parte de los a?os cuarenta y los a?os cincuenta, Europa era un continente muy joven) y soluciones inmigratorias que en muchos casos no tienen que ver con los valores de la UE.
Cuando Judt publica Postguerra, Europa estaba a¨²n en un ciclo largo de crecimiento econ¨®mico y no se atisbaban los problemas que dos a?os despu¨¦s llegar¨ªan desde EE UU en forma de recesi¨®n. Entonces, el gran intelectual brit¨¢nico lo apostaba sobre todo a una carta: puede que los europeos hayan perdido parte de su fe en los pol¨ªticos, pero en su sistema hay algo que ni siquiera los m¨¢s radicales y minoritarios partidos radicales antisistema se hab¨ªan atrevido a atacar de frente y que contin¨²a suscitando una lealtad muy mayoritaria: el ¡°modelo social europeo¡±. Aunque sea caro, aunque signifique un menor crecimiento, para una gran parte de los europeos el hecho de que prometa seguridad ante la adversidad representa un contrato impl¨ªcito entre la UE y los ciudadanos, as¨ª como entre los propios ciudadanos. Judt lo confronta con el modelo americano y cita a un empresario h¨²ngaro cuando declara: ¡°A EE UU hay que venir cuando eres joven y soltero; pero cuando llega el momento de envejecer hay que volver a Europa¡±.
En un viejo chiste sovi¨¦tico un oyente llama a la radio para hacer una pregunta: ?es posible predecir el futuro? La respuesta que le dan es fant¨¢stica: s¨ª, no hay problema, sabemos exactamente c¨®mo ser¨¢ el futuro; nuestro problema es el pasado, que siempre est¨¢ cambiando. Ayudan a superarlo obras magnas como la de Tony Judt.
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