El agujero por el que se cuelan los hombres que asesinan
El asesino de Amal y sus dos hijos entr¨® por un boquete que abri¨® en la pared de su casa. La violencia machista no cesa
El pasado s¨¢bado la Guardia Civil encontr¨® el cad¨¢ver de Amal (30 a?os) en el patio de su casa. Debajo de ella estaban los de sus dos hijos, Adam, de ocho a?os, e Hiba, de tres. Madhi, marido de Amal y padre de los ni?os, los hab¨ªa matado a todos. El hombre ten¨ªa una orden de alejamiento sobre su esposa, pero se col¨® en su antigua casa por un agujero que hab¨ªa abierto en la pared. Un boquete que ella cerraba y ¨¦l reabr¨ªa una y otra vez y por el que finalmente entr¨® para asesinarlos. Ese roto simboliza para m¨ª una enorme grieta en el sistema. Es un boquete por el que se cuela la violencia machista y que los asesinos no pueden abrir solos.
Me pregunto cu¨¢ntas manos hacen falta para abrir el agujero de la casa de Amal, cu¨¢ntas para abrir los agujeros de todas las casas donde vive una mujer. Y cu¨¢nta gente se asoma a mirar a las v¨ªctimas de violencia machista por esas brechas antes de que mueran. Antes incluso de la primera denuncia, cuando comienzan los ruidos y los golpes, las miradas en el patio de vecinos, en el mercado, en la puerta del cole. ?Qu¨¦ hacemos cuando las v¨ªctimas de violencia machista viven en la puerta de al lado? ?Se sienten comprendidas o juzgadas? Todas las v¨ªctimas sienten verg¨¹enza. Pero no se puede sentir verg¨¹enza sin el juicio de la mirada ajena.
Me pregunto tambi¨¦n a cu¨¢nta gente tiene que contar su historia una v¨ªctima de violencia machista antes de que la maten. Quisiera saber en qu¨¦ espacios hay que denunciar, qui¨¦n te toma declaraci¨®n, cu¨¢nto hay que esperar antes de hablar, qui¨¦n se sienta a tu lado, c¨®mo te mira la persona que por fin recoge tu testimonio. Tambi¨¦n si esa persona siente que tiene todos los recursos que necesita para poder ayudarte. Me pregunto si los m¨¦dicos, polic¨ªas, jueces, trabajadores sociales o psic¨®logos que una v¨ªctima de violencia machista se cruzar¨¢ por el farragoso camino de su denuncia tienen alguna formaci¨®n en perspectiva de g¨¦nero. Sospecho que el agujero por el que entr¨® Madhi est¨¢ hecho de tiempo de espera en comisar¨ªa, de colas que no terminan en urgencias, de silencios frente a la m¨¢quina de caf¨¦ del juzgado.
Sufrimos por los ni?os. Este a?o ser¨ªan 10 los ni?os v¨ªctimas de la violencia machista. C¨®mo puede ser que su muerte parezca siempre tan inesperada para todos los que miramos absortos los agujeros que se los tragar¨¢n. ?Iban al colegio? ?Al pediatra? ?Ten¨ªan amigos? ?Alguien los mir¨®? En definitiva, ?cu¨¢nto sufrimiento tiene que padecer un ni?o v¨ªctima de violencia machista ante la pasividad de todas las instituciones que debieran protegerlo antes de que su padre lo mate?
Por ¨²ltimo, pienso en la forma en que la violencia machista nos es contada, en todos esos productos basados en hechos reales que silencian a las v¨ªctimas y ensalzan a sus asesinos: ficciones que abren a¨²n m¨¢s las grietas. Y recuerdo las dudas de W. G. Sebald en Campo Santo cuando escribi¨®: ¡°Suscita la pregunta de si el predomino de la ficci¨®n sobre lo realmente ocurrido no resulta m¨¢s bien perjudicial para escribir la verdad y tratar de recordarla¡±. Creo que ten¨ªa raz¨®n: las muertes de violencia machista no est¨¢n basadas en hechos reales, son la consecuencia de nuestra realidad.
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