Qu¨¦ es la timidez
El miedo esc¨¦nico, el temor a ruborizarse o la fobia est¨¢n emparentados con este concepto frecuente y con m¨²ltiples caras, escribe el psiquiatra franc¨¦s Christophe Andr¨¦
Los novelistas y los poetas saben describir en pocas pero fulgurantes palabras fen¨®menos a los que los cient¨ªficos tienen que dedicar p¨¢ginas enteras. La timidez no es ninguna excepci¨®n: mucho antes de que los m¨¦dicos y los psic¨®logos se interesaran por ella, los literatos ya la hab¨ªan descrito con precisi¨®n.
Pero ?qu¨¦ es exactamente la timidez, una palabra que todos conocemos, un problema que todo el mundo ha experimentado al menos una vez en la vida?
Las dificultades empiezan ya con la definici¨®n, porque la timidez es un concepto difuso, una palabra comod¨ªn, que abarca tantas realidades como individuos.
Puede referirse a una forma de ser estable, un estilo personal marcado por la discreci¨®n y la inhibici¨®n; pero tambi¨¦n puede manifestarse solo en determinados momentos. Puede ser visible y observable por quienes rodean a la persona v¨ªctima de ella, sumi¨¦ndola en el bochorno; pero tambi¨¦n puede pasar desapercibida, causando sufrimiento interno. Puede extenderse a casi todas las situaciones cotidianas, o afectar solo a uno o dos aspectos muy concretos de nuestra vida.
La timidez nos ha acompa?ado a lo largo de los siglos. En la Odisea, Homero ya describ¨ªa a un Odiseo intimidado cuando se encuentra con el rey Alc¨ªnoo: ¡°Se detuvo un instante, con el coraz¨®n turbado ante su umbral de bronce¡±. La historia de la literatura est¨¢ plagada de observaciones asombrosamente precisas: figuras como Shakespeare, Montesquieu, Rousseau, Jules Renard, Stendhal, Proust o Tennessee Williams, por citar solo a algunas de las m¨¢s famosas, han inmortalizado la timidez retrat¨¢ndola de manera extraordinariamente acertada, a trav¨¦s de conmovedoras confesiones autobiogr¨¢ficas, de divertidas descripciones de escenas embarazosas¡
Cuando se describe tan a menudo un problema de este tipo, es porque pertenece a todos y cada uno de nosotros, porque se encuentra en el coraz¨®n mismo de la naturaleza humana. La timidez afecta a una de cada dos personas en los pa¨ªses occidentales, e ilustra sin duda una forma de ser universalmente extendida, tras las especificidades y particularidades culturales.
Olvidada durante mucho tiempo, la timidez ha sido objeto de numerosas investigaciones en los ¨²ltimos a?os con el objetivo de comprenderla y tratarla mejor. Para los investigadores, ha sido toda una sorpresa descubrir que la timidez es muy com¨²n y que puede causar dificultades y sufrimiento. El desarrollo de soluciones psicol¨®gicas, y a veces farmacol¨®gicas, y de herramientas eficaces para el cambio personal permite actualmente a muchas personas t¨ªmidas llevar una vida m¨¢s acorde con sus aspiraciones.
Pero lo que se conoce como ¡°timidez¡± cubre en realidad una vasta nebulosa de dificultades, con manifestaciones variadas y mecanismos complejos e interrelacionados. ?Es posible arrojar algo de luz sobre este tema?
?Qu¨¦ comparten la timidez que dijo padecer en la noche de su vida Fran?ois Mitterrand y un joven en su primera entrevista de trabajo?
La timidez es una realidad tremendamente extendida. La mayor¨ªa de las encuestas a la poblaci¨®n general se?alan que dos tercios de los sujetos se declaran m¨¢s o menos t¨ªmidos y que los miedos sociales figuran entre los m¨¢s frecuentes. Pero todos los especialistas saben que estas cifras esconden realidades muy diferentes. ?Qu¨¦ tienen en com¨²n, entonces, la timidez que confes¨® padecer en la noche de su vida Fran?ois Mitterrand, presidente de Francia durante catorce a?os y con un perfil especialmente medi¨¢tico, y la timidez que se apodera de los j¨®venes antes de su primera entrevista de trabajo? Cuando la timidez se convierte en tema de conversaci¨®n, todo el mundo se declara afectado; pero entonces, cuando un director de empresa de mediana edad dice con tranquilidad que es una persona muy t¨ªmida, porque le entra el miedo esc¨¦nico cuando hace presentaciones en p¨²blico, ?est¨¢ describiendo realmente el mismo problema del que habla su joven vecina de mesa cuando reconoce que teme ruborizarse delante de los hombres que le gustan?
A esa variedad tambi¨¦n se refieren los especialistas: existen muchas definiciones cient¨ªficas de la timidez. Seg¨²n el punto de vista que se quiera adoptar, es posible abordar el fen¨®meno desde el ¨¢ngulo de lo observable (el comportamiento) o de lo que se siente (las emociones). Uno puede centrarse ¨²nicamente en lo estable y duradero (la timidez como forma de ser) o incluir todos los momentos en los que nos sentimos intimidados de vez en cuando (la timidez como respuesta a determinadas situaciones). Es posible fijarse en las formas incapacitantes de timidez (como la fobia social) o ampliar el concepto a todas las torpezas sociales, por leves que sean.
¡°Se detuvo un instante, con el coraz¨®n turbado ante su umbral de bronce¡±, escribe Homero sobre Odiseo en la Odisea
Una de las formas m¨¢s claras de abordar el problema es, sin duda, referirse al concepto de ¡°ansiedad social¡±. La ansiedad social alude al conjunto de fen¨®menos de incomodidad, que puede abarcar desde la simple verg¨¹enza hasta el p¨¢nico absoluto, que se experimenta al enfrentarse a algunas o todas las situaciones sociales. Definida de este modo, la ansiedad social alude a una experiencia profundamente humana que todo el mundo ha vivido. La timidez es una forma espec¨ªfica de ansiedad social, e indudablemente la m¨¢s com¨²n. Pero el miedo esc¨¦nico, el temor a ruborizarse, la intimidaci¨®n ocasional, la fobia social y muchos otros fen¨®menos tambi¨¦n se sit¨²an dentro del espectro de la ansiedad social y, por lo tanto, son afecciones que tienen cierto parentesco con la timidez.
La timidez es, ante todo, una ¡°forma de ser¡± que combina, en determinadas situaciones sociales, un malestar interior y una verg¨¹enza perceptible exteriormente. La persona t¨ªmida es perfectamente consciente de su problema y desea entablar las temidas interacciones sociales. Pero sus dificultades son relativamente incontrolables, lo que la obliga a evitar determinadas situaciones o a adoptar actitudes de retraimiento o inhibici¨®n cuando se enfrenta a ellas. En conjunto, estas manifestaciones dejan a la persona t¨ªmida con un profundo sentimiento de insatisfacci¨®n y menosprecio hacia ella misma.
Algunos autores han destacado la diferencia entre la timidez ¡°p¨²blica¡±, f¨¢cil de detectar por interlocutores y observadores, y la timidez ¡°privada¡±, que el sujeto t¨ªmido experimenta sin que se den cuenta quienes lo rodean. Esta diferencia puede observarse en la evoluci¨®n de muchas personas t¨ªmidas: aunque hayan conseguido superar su problema, afrontando situaciones que antes tem¨ªan sin inhibici¨®n ni inquietud aparente, muchas siguen sintiendo una fuerte aprensi¨®n en su interior. Un gran n¨²mero de estos sujetos se describen a s¨ª mismos como ¡°ext¨ªmidos¡±. Es como si, al igual que los exbebedores, la experiencia de la timidez les hubiera dejado una marca indeleble, incluso una vulnerabilidad: una sensibilidad particular a las cr¨ªticas, una fuerte necesidad de aprobaci¨®n y reconocimiento de los dem¨¢s, y un miedo siempre presente a que vuelva la aprensi¨®n en situaciones imponentes¡ Las conversaciones sobre la timidez tambi¨¦n est¨¢n plagadas de malentendidos en torno a esta diferencia. Cuando una personalidad p¨²blica y medi¨¢tica, o simplemente una persona que parece estar tranquila, se describe como t¨ªmida, entre sus interlocutores puede brotar una cierta incredulidad: ¡°?T¨ªmido t¨²? Pero si no lo pareces en absoluto¡¡±. Esto se debe a que, por lo general, cuando una persona habla de su timidez, se refiere a manifestaciones de ¡°timidez interna¡±, mientras que, cuando hablamos de la timidez de los dem¨¢s, solo tenemos en cuenta los signos de ¡°timidez externa¡±.
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