Reino Unido y Francia: o el giro social es muy profundo o ser¨¢n pasto del des¨¢nimo
Espa?a ha tenido que soportar el dilema de las prioridades m¨¢s de una vez en la historia
La transici¨®n pol¨ªtica y la transici¨®n econ¨®mica, ?han de ir unidas o debe retrasarse una para obtener la otra porque habitualmente no hay fortaleza para abordar las dos en el mismo periodo de tiempo? Resolver esta cuesti¨®n es significativo en un momento en que dos grandes pa¨ªses europeos, Reino Unido (desde la certidumbre de tener Gobierno al siguiente d¨ªa de las elecciones) y Francia (desde la indeterminaci¨®n a fecha de hoy) se proponen abordar un cambio estructural. Gran Breta?a est¨¢ pr¨¢cticamente estancada y no le funcionan ni los servicios ni las infraestructuras p¨²blicas, y Francia es el patito feo de las finanzas p¨²blicas dentro de la zona euro.
Los espa?oles sabemos bastante de estos dilemas. Hace muchos a?os, el socialista Indalecio Prieto resolvi¨® esta cuesti¨®n para una coyuntura especialmente ilusionante en la historia de nuestro pa¨ªs: ¡°No entender pol¨ªticamente el mundo de la crisis econ¨®mica y no presentar ante ¨¦l una pol¨ªtica econ¨®mica coherente constituy¨® una de las causas del fracaso de la Segunda Rep¨²blica¡± (Convulsiones de Espa?a, Oasis).
El recientemente desaparecido Juan Miguel Villar Mir hab¨ªa reflexionado bastante sobre tales dilemas. En sus obituarios se ha destacado, sobre todo, su car¨¢cter empresarial y los problemas con la justicia, y mucho menos el hecho de que fue vicepresidente econ¨®mico en el primer gobierno de la Monarqu¨ªa de Juan Carlos (con Arias Navarro de presidente de Gobierno), y como tal tuvo que hacer frente al tremendo malestar de muchos ciudadanos en esa coyuntura, que coincidi¨® con la primera crisis del petr¨®leo (embargo del crudo por los pa¨ªses productores y subida de precios tres veces en un solo a?o) y con la decisi¨®n unilateral del presidente americano Richard Nixon de acabar con los restos de las reglas del juego econ¨®mico impuestas al final de la II Guerra Mundial, como la paridad entre el d¨®lar y el oro y los tipos de cambio fijos. Periodo corto pero determinante.
Villar Mir manten¨ªa, siguiendo una estela revisionista de la historia que afirma que los tecn¨®cratas del Opus Dei quer¨ªan traer la democracia a Espa?a junto con la apertura econ¨®mica a partir del Plan de Estabilizaci¨®n de 1959, que la Transici¨®n comenz¨® con Arias Navarro y ¨¦l, no con Adolfo Su¨¢rez y Fuentes Quintana. Ning¨²n hecho lo avala.
Mes de enero de 1976. Madrid es sacudido por un movimiento huelgu¨ªstico sin precedentes que inmediatamente se extender¨¢ al resto de Espa?a. Hace tres meses que Franco ha muerto en la cama. Los ciudadanos exigen subidas de salarios, mejores condiciones laborales y de vida. Otra vez la pesadilla, repetida en la historia, de un cambio pol¨ªtico tan profundo (en aquel caso, de una dictadura a una democracia) inmerso en una gran crisis econ¨®mica. Mientras los pa¨ªses de nuestro entorno geogr¨¢fico hac¨ªa casi dos a?os que hab¨ªan comenzado a apretarse el cintur¨®n para dome?ar los problemas, los ¨²ltimos gobiernos de Franco no hab¨ªan tenido la fortaleza pol¨ªtica ni la visi¨®n necesarias para sacar a la ciudadan¨ªa de las dificultades econ¨®micas.
Todo el mundo era consciente de que las protestas contra la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno ten¨ªan un objetivo m¨¢s elevado, como era forzar los cambios hacia una democracia consolidada, sin posible marcha atr¨¢s. Villar Mir se convirti¨® en el ¡°enemigo del pueblo¡±, sin que a veces, opinaba ¨¦l, tuviera el respaldo del resto del Gabinete, que se estaba posicionando para los nuevos tiempos.
Finalmente, su sucesor Fuentes Quintana (tras una corta etapa en la grisura, en la que el responsable de la econom¨ªa fue un f¨¢cilmente olvidable Eduardo Carriles) atin¨® con sus reflexiones: la coincidencia de la crisis pol¨ªtica con la crisis econ¨®mica remit¨ªa a la experiencia de la II Rep¨²blica, aunque casi nadie se atreviese a mencionarlo. La experiencia de los a?os 1931 a 1936 demostraba que crisis econ¨®micas graves y no resueltas son pasivos que, complican, hasta hacerla imposible, la normalidad. Crece el malestar.
O los dem¨®cratas acaban con la crisis o la crisis acaba con la democracia. Lecciones de historia que tienen ahora un correlato en varios pa¨ªses europeos.
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