Nadie avis¨®, pero lo sab¨ªamos
De pronto una colosal inundaci¨®n arrasa con todo y no hay m¨¢s que hablar, solo de la vida y la muerte. En medio del caos, del dolor, te preguntas de qu¨¦ habl¨¢bamos el d¨ªa antes, qu¨¦ era la normalidad, cu¨¢les eran las urgencias
Esta semana en Jap¨®n hubo otra se?al, una ausencia sutil, como cuando notas que alguien de repente no est¨¢. En la cumbre del monte Fuji no hay nieve, y es la primera vez en estas fechas desde que se llevan registros, 130 a?os. En un w¨¦stern de Sergio Leone, Hasta que lleg¨® su hora (1968), una familia prepara alegremente un banquete en su granja, y el espectador nota que demasiado alegremente, como se notan las cosas en las pel¨ªculas, e intuye que algo va a pasar, algo tr¨¢gico. No sabe de qu¨¦ manera, porque no se ve el peligro, pero de pronto algo ocurre: cesa el estruendo de las cigarras que acompa?aba toda la escena y de golpe se hace el silencio. Esa es la se?al, la muerte aparecer¨¢ en unos momentos, unos pistoleros. Es una sensaci¨®n de p¨¢nico primitivo, cuando los animales saben algo que t¨² no sabes. Las aves y los cangrejos que huyen de la playa porque va a llegar un tsunami, los perros que sienten antes un terremoto. Nosotros, tontos seres humanos, solo lo vemos cuando es demasiado tarde. No es que no comprendamos las se?ales de la naturaleza, es que no hacemos caso ni de las racionales.
De pronto una colosal inundaci¨®n arrasa con todo y no hay m¨¢s que hablar, solo de la vida y la muerte. En medio del caos, del dolor, te preguntas de qu¨¦ habl¨¢bamos el d¨ªa antes, qu¨¦ era la normalidad, cu¨¢les eran las urgencias. Ah s¨ª, lo de Errej¨®n, y el bal¨®n de oro, y mejor no rebobinar los ¨²ltimos meses de discusiones pol¨ªticas para buscar una sobre un problema real. Nadie avis¨®, decimos tras la tragedia. Es verdad, habr¨¢ que verlo, si hay negligencia y responsabilidades. Ya pas¨® con el temporal Filomena en Madrid, hab¨ªa se?ales, partes, no se creyeron, se subestimaron, qui¨¦n se lo iba a imaginar. Nadie avis¨®, pero ?sab¨ªamos que algo as¨ª pod¨ªa pasar? Claro que lo sabemos, y hace mucho tiempo. Y sabemos otra cosa: solo nos creeremos el cambio clim¨¢tico con terribles cat¨¢strofes que nos pasen a nosotros mismos, no a otros, no en otro lugar del mundo, ni siquiera cerca. No sirven inundaciones en Italia, incendios en Portugal, lo tienes que ver debajo de casa. Se repite el modelo del Brexit: como dijo un idiota, y era un ministro, ¡°la gente est¨¢ harta de expertos¡±, prefiere creer lo que le da la gana o lo que le cuentan los iluminados. Vete all¨ª ahora a preguntarles si ten¨ªan raz¨®n los expertos. Esta vez, en Espa?a, en cuesti¨®n de minutos ya estaban todos los chalados de las redes diciendo tonter¨ªas, cualquier explicaci¨®n era buena, menos la que ya sabemos: el planeta se est¨¢ calentando, todo esto no es normal y aunque podemos hacer algo, no hacemos nada. Se r¨ªen mucho de Greta Thunberg, que despotrica y coge barcos en vez de aviones. Y dicen que es ideolog¨ªa hablar de transici¨®n ecol¨®gica, de acabar con los motores de gasolina, de plantar ¨¢rboles. Pon la tele, mira los coches amontonados en el barro como si fueran de juguete y me explicas d¨®nde est¨¢ la ideolog¨ªa.
Pero al menos las tragedias hacen reaccionar a la pol¨ªtica. En Italia, Giorgia Meloni, referente de la extrema derecha, ataca como otros ¡°el fanatismo ultraecologista¡±, y pide un enfoque ¡°pragm¨¢tico, libre de in¨²tiles radicalismos, no ideol¨®gico¡±. Por eso, tras las en¨¦simas inundaciones en la regi¨®n de Emilia-Roma?a, donde a las mismas personas se les ha inundado la casa ya tres veces en los ¨²ltimos a?os, uno de sus ministros declar¨® que es necesario ¡°un cambio cultural¡±. Hombre, me dije, por fin. Y explic¨® la soluci¨®n: hacer obligatorias las p¨®lizas de seguro de terremotos e inundaciones, porque todo este destrozo no se paga solo. ?No lo sab¨ªan? Estamos ya en la privatizaci¨®n de la cat¨¢strofe natural.
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