Ant¨®nio Guterres, el socialista cat¨®lico que lucha por la salvaci¨®n del planeta
El secretario general de la ONU, que en su d¨ªa rechaz¨® presidir la Comisi¨®n Europea, se ha implicado a fondo en concienciar ante la emergencia clim¨¢tica
Puede que el portugu¨¦s Ant¨®nio Guterres sea uno de los secretarios generales de la ONU m¨¢s dotados para la oratoria diplom¨¢tica. Sin embargo, contra lo que suele cultivarse en un organismo amigo de eufemismos, Guterres frecuenta cada vez m¨¢s las verdades descarnadas. ¡°Basta de tratar a la naturaleza como un v¨¢ter¡±, dijo hace un a?o en Glasgow. ¡°Estamos en una autopista hacia el infierno¡±, dijo este lunes en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Clim¨¢tico en Sharm el-Sheij (Egipto). El planeta, avis¨®, se acerca a un punto de no retorno que har¨¢ irreversible ¡°el caos clim¨¢tico¡± y solo dispone de una d¨¦cada para ¡°ganar o perder¡± la lucha. Ning¨²n mandato de la ONU es f¨¢cil, pero a Guterres le ha tocado bregar con escenarios imprevisibles como la pandemia, la urgencia clim¨¢tica o la invasi¨®n de Ucrania por el ej¨¦rcito ruso. Demasiadas emergencias para seguir andando de puntillas.
Antes de convertirse en el noveno secretario general de la ONU en 2017, Ant¨®nio Guterres (Lisboa, 73 a?os) ya actuaba con esp¨ªritu de casco azul. No solo durante la d¨¦cada que vivi¨® dentro de un avi¨®n por su papel como Alto Comisario de Naciones Unidas para los Refugiados (2005-2015), sino cuando su lugar estaba en la pol¨ªtica dom¨¦stica como primer ministro de Portugal, entre 1995 y 2002. Si algo le aplauden un¨¢nimemente en su pa¨ªs de aquella etapa es su capacidad para forzar el cambio de Estados Unidos, que hab¨ªa permitido a su aliada Indonesia cometer todas las violencias inimaginables en Timor Oriental, la antigua colonia lusa ocupada por la dictadura del general Suharto desde 1975.
La causa de los timorenses fue un asunto emocional para los portugueses, que se movilizaron para defender su derecho a la autodeterminaci¨®n y la libertad de sus l¨ªderes pol¨ªticos. Guterres no dud¨® en salir del palacio de S?o Bento para sumarse a una de esas protestas y tampoco titube¨® en su desaf¨ªo a EE UU. ¡°Fue una conversaci¨®n dram¨¢tica en la que le dije a Clinton: ¡®Mira, tienes que tener la consciencia de que no est¨¢s a elegir entre Indonesia y Timor, est¨¢s a elegir entre Indonesia y Portugal, que es un aliado de la OTAN¡±, recordaba el propio Guterres en una entrevista para su biograf¨ªa, O Mundo N?o Tem de Ser Assim (El mundo no tiene que ser as¨ª), publicada en Portugal en 2021 y escrita por Pedro Latoeiro y Filipe Domingues. Si EE UU no apoyaba el env¨ªo de una fuerza internacional para pacificar Timor Oriental, Portugal retirar¨ªa sus tropas de Kosovo. ¡°Fue decisivo para resolver lo de Timor¡±, sostiene por tel¨¦fono la socialista Ana Gomes, que fue la primera embajadora portuguesa en Indonesia tras el fin del conflicto. ¡°Intenta conciliar siempre y a veces no se puede conciliar. Es un ONU nato¡±, resume Gomes, que le critic¨® por su titubeante papel inicial en la guerra de Ucrania y que luego aplaudi¨® su buen hacer para desbloquear con Rusia, Ucrania y Turqu¨ªa la exportaci¨®n mar¨ªtima de cereales.
La vida pol¨ªtica de Ant¨®nio Guterres comenz¨® al finalizar sus estudios de Ingenier¨ªa y F¨ªsica en el Instituto Superior T¨¦cnico de Lisboa. Era un estudiante prometedor que hab¨ªa ganado el premio nacional de los liceos, pero al concluir la carrera ten¨ªa claro que la f¨ªsica le importaba menos que la pol¨ªtica. Se afili¨® al Partido Socialista cinco d¨ªas despu¨¦s de la Revoluci¨®n de los Claveles del 25 de abril de 1974, aunque su activismo hasta entonces hab¨ªa sido escaso, m¨¢s ligado a la compasi¨®n de movimientos cat¨®licos que a la rebeld¨ªa de asociaciones pol¨ªticas. Fue uno de los fundadores del llamado Grupo de la Luz junto al actual presidente de la Rep¨²blica, Marcelo Rebelo de Sousa, uno de sus mejores amigos a pesar de que ambos fueron adversarios pol¨ªticos directos mientras uno era el l¨ªder de la oposici¨®n conservadora y otro primer-ministro socialista. No se moviliz¨® contra la dictadura, pero se volc¨® en iniciativas sociales como ense?ar matem¨¢ticas a los ni?os de las barriadas chabolistas. Cuando lleg¨® al Gobierno, convirti¨® la educaci¨®n en su gran apuesta pol¨ªtica, recuerda Luis Patr?o, que fue su jefe de gabinete durante ocho a?os. ¡°Siempre quiso ser mejor y hacer que los dem¨¢s fuesen mejores, ha dedicado toda su vida a tratar de resolver los problemas de las personas¡±, explica por tel¨¦fono Patr?o, que considera que la fe religiosa le ha dado ¡°empat¨ªa¡± y ¡°una fuerte moral¡±. La fe tambi¨¦n condicion¨® algunas de sus actuaciones pol¨ªticas m¨¢s cuestionadas, como la convocatoria de un referendo para despenalizar el aborto que paraliz¨® la ley aprobada en la Asamblea de la Rep¨²blica. Su posici¨®n respecto al aborto y a la homosexualidad es hoy distinta.
Ha tenido una carrera tan marcada por sus noes como por sus s¨ªes. En 1976, cuando los socialistas ganan las primeras elecciones legislativas de la democracia, M¨¢rio Soares le ofrece entrar en el Gobierno como secretario de Estado. ¡°No me siento a¨²n preparado¡±, le replic¨® Guterres. El idilio entre ambos dur¨® poco. Guterres se aline¨® en el bando de los tecn¨®cratas que acabar¨ªan conspirando contra Soares y tambi¨¦n se enfrent¨® a Jorge Sampaio, a pesar de que hab¨ªa sido su director de campa?a. Una pelea fratricida ganada por Guterres, que tambi¨¦n vencer¨ªa en las legislativas de 1995, el mismo a?o que asumi¨® la presidencia de la Internacional Socialista. Nada m¨¢s llegar a S?o Bento tom¨® alguna medidas simb¨®licas, algunas mejor entendidas que otras: abri¨® los jardines al p¨²blico cada 25 de Abril, sigui¨® viviendo en su piso, par¨® el gran embalse proyectado en un lugar con valiosos restos prehist¨®ricos y dijo a los militantes que aspiraban a cargos p¨²blicos: ¡°No jobs for the boys¡± (¡±No hay cargos para los nuestros¡±). ¡°Intent¨® moralizar el Estado, optando por el concurso y no por los nombramientos¡±, sostienen sus bi¨®grafos.
Su brillo internacional viene de entonces. Hace amigos all¨¢ por donde va, de Hillary Clinton a Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar o Jean-Claude Juncker, que dice en la biograf¨ªa: ¡°Recib¨ª a Ant¨®nio tantas veces en el Palacio de Bourgogne [residencia del Primer Ministro de Luxemburgo] que casi ten¨ªamos una copia de llaves para ¨¦l¡±. Con Aznar pacta el Convenio de la Albufeira para regular el reparto de caudales en los cinco r¨ªos compartidos entre Espa?a y Portugal, un asunto espinoso en cada sequ¨ªa. Se forja una imagen resolutiva y apaciguadora. Le proponen presidir la Comisi¨®n Europea, pero vuelve a decir por segunda vez que no. Acababa de perder a su esposa, la psiquiatra Lu¨ªsa Guimar?es, y ten¨ªa dos hijos peque?os. ¡°Su negativa acab¨® siendo una bendici¨®n disfrazada¡±, opina Juncker en la biograf¨ªa, ¡°porque le dej¨® libre para una carrera internacional donde us¨® su raz¨®n y su coraz¨®n para apoyar las causas que m¨¢s interesan¡±.
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