La Europa del 'La, la, la'
El art¨ªculo de hoy, como muchos otros de la antolog¨ªa que ir¨¢ saliendo en este blog, est¨¢ escrito en el registro y en la estela de la ¡®Cr¨®nica sentimental de Espa?a¡¯, uno de los textos mayores de MVM, que public¨® primero como una serie en la revista Triunfo,a finales de 1969, y luego se convirti¨®, en 1971, en ¨¦xito editorial y referencia cultural obligada de la ¨¦poca. Cuando es bueno, el periodismo no es un subproducto sino la madre del cordero.
Del alfiler al elefante
Por MANUEL V?ZQUEZ MONTALB?N
Hay una Europa de las patrias, una Europa de los monopolios, una Europa obrera, una futboleuropa, una Europa de TVE y tambi¨¦n hay una Europa del La, la, la. Esta Europa va a decidir esta noche qu¨¦ canci¨®n representa su sentimentalidad durante un a?o. De alguna manera, la canci¨®n ganadora del Festival de Eurovisi¨®n ha dado la imagen que Europa cre¨ªa tener de s¨ª misma y los concursantes conocen la f¨®rmula, se rompen la cabeza para encontrar la variante adecuada y finalmente llegan al gran show televisivo con alguna probabilidad.
No es una casualidad que en 1968 ganara el La, la, la. La Europa de comienzos de 1968 le cantaba a la luz del d¨ªa, a su madre e incluso a su padre, si se terciaba. Vino despu¨¦s ese mayo fat¨ªdico que tanto ha dado que hablar y que hacer y Europa padeci¨® una cierta confusi¨®n de lenguas. Tal vez por eso, en 1969 no hubo una victoria individualizada. Compartieron el triunfo Espa?a, Holanda y el Reino Unido. ?Tres posibles v¨ªas pol¨ªticas hacia el futuro? ?La v¨ªa espa?ola hacia la Europa de la Reconquista? ?La v¨ªa holandesa hacia la Europa del queso de bola? ?La v¨ªa brit¨¢nica hacia la Europa del fair play? T¨®picos aparte, en 1970 Europa ya hab¨ªa reaccionado de la confusi¨®n marxista y quer¨ªa recuperar su perdida virginidad. Fue entonces cuando se recurri¨® a aquella doncella irlandesa disfrazada de Diana Durban y vestida como Shirley Temple el d¨ªa en que cumpli¨® 15 a?os. Ya empezaban a sonar los bombazos de Londonderry y Belfast, pero Europa prefer¨ªa la voz de terciopelo de la se?orita Brown, su piel por estrenar y su discreto encanto de Lolita decente. En 1971 nos vamos a Dubl¨ªn. Se premia una canci¨®n monegasca en la que alg¨²n problema, no muy grave, pero s¨ª alg¨²n problema. Era una canci¨®n hija del fantasma de la inflaci¨®n y ya se sabe que al mundo lo mueve la econom¨ªa, incluso el mundo de la sentimentalidad. Letristas inquietos, m¨²sicos inquietos, p¨²blicos inquietos y el resultado es una canci¨®n en la que se da un s¨ª rotundo a la felicidad, pero¡ No se sabe qu¨¦ posici¨®n tomaron Mr. Heath y M. Pompidou ante la canci¨®n ganadora en 1971, pero en 1972 triunfaba una canci¨®n luxemburguesa cantada por una griega bon¨ªsima. ?Captan la f¨®rmula de la aleaci¨®n canora europea de la reacci¨®n biempensante? Luxemburgo = la Europa de la opereta del carb¨®n y del acero; griega = opereta del carb¨®n y del acero, pero con coroneles; bon¨ªsima = Eros y sociedad. No se puede dar m¨¢s en menos espacio.
Este a?o parece que la canci¨®n favorita es israel¨ª y que la canci¨®n espa?ola del grupo Mocedades le va a la zaga. Curioso el que en un Festival de Eurovisi¨®n participe un pa¨ªs te¨®ricamente asi¨¢tico. La explicaci¨®n hay que buscarla en el hecho de que Israel milita en Eurovisi¨®n y milita en Occidente. Las moscas de Al Fatah pueden rondar la rica miel israel¨ª y los ej¨¦rcitos de Tierra, Mar y Aire de Luxemburgo tratan de impedir que se produzcan hechos tan luctuosos como los de la Olimpiada de M¨²nich de 1972.
Si gana Israel, la Banque Rotschild contar¨¢ con un nuevo Boston para la propagaci¨®n de su ideal europeo. De momento, la Banque Rotschild ya cuenta con M. Pompidou, antiguo empleado de la importante raz¨®n social, y si Pompidou podr¨ªa ser la baza trascendente de los Rotschild, una canci¨®n israel¨ª tarareada en toda Europa podr¨ªa ser la baza banal. Espa?a ha enviado un curioso conjunto con el nombre cargado de clasicismo y portuguesismos. Pero la canci¨®n que defiende Mocedades es europea. Es decir, se ajusta a esa f¨®rmula de esperanza m¨¢s melancol¨ªa, m¨¢s esperanza final que Europa desea para la educaci¨®n de sus mocedades.
Porque un hombre excesivamente esperanzado puede rondar los l¨ªmites imprecisos de la majader¨ªa. Pero un hombre desesperado se acerca al abismo del nihilismo. Ni lo uno ni lo otro. Europa necesita canciones que inculquen la cotizaci¨®n exacta de la esperanza en el mercado de los valores humanos.
07 de abril de 1973. Tele/eXpres
A Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n, primera entrada del blog (21 de abril)
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