Sin muertos (parece), pero sin vida
Beirut vive una jornada de huelga marcada por el bloqueo de las calles y el aeropuerto por partidarios de la oposici¨®n al gobierno antisirio
Hacia las dos de la tarde -una hora menos en Espa?a (11.00 GMT)- j¨®venes ch¨ªies y presumiblemente de Hezbol¨¢, el Partido de Dios, arrancaron desde el municipio de Ghobeiry, situado en los barrios del sur de Beirut -que en el verano de 2006 fueron duramente bombardeados por Israel-, dispuestos a invadir la capital con su alegr¨ªa de pobres que por fin salen en los telediarios. Iban en moto.
M¨¢s tarde, los veteranos se dirigieron a la autopista que conduce al aeropuerto con bulldozers y camiones.
Para entonces, Beirut ya era algo m¨¢s que una ciudad fantasmal sobre la que se levantaban las humaredas producidas por el incendio de neum¨¢ticos y contenedores de basura que cortaban las principales arterias. La zona cristiana de Tabaris, a pocos cientos de metros de lo que fue la L¨ªnea Verde de la guerra mayormente civil que asol¨® el pa¨ªs de 1975 a 1990, era un hervidero de tanques y personal militar y policial. "Vaya usted a donde quiera, se?ora", dice el sargento tras contemplar con esmero -y casi con ternura- mi acreditaci¨®n. "Pero yo no se lo aconsejo. Ellos no le dejar¨¢n pasar".
Ellos y nosotros, as¨ª funciona. No en dos bandos, en m¨¢s. Me telefonea un amigo druso: "Mis primos y yo no podemos salir de casa. Cola ha sido tomada por encapuchados que nos piden el carn¨¦ de identidad". Cola es una parte de la Corniche el Mazra -por la ma?ana ha habido alli intensos tiroteos; quiz¨¢ tambi¨¦n por la noche-, que se llama as¨ª porque antiguamente albergaba la f¨¢brica de Coca-Cola. Luego el barrio se infl¨® de ch¨ªies y se pusieron todos a beber Pepsi, que a su juicio no es una marca jud¨ªa.
Ha habido un momento por la ma?ana, antes de que los motorizados de Hezbol¨¢ se dirigieran a la manifestaci¨®n, antes de que la oposici¨®n -los propios partidarios del Partido de Dios y sus aliados, los cristianos maronitas del ex general Michel Aoun, los ch¨ªies de Amal, el movimiento del presidente del Parlamento, Nabih Berri- marchara por la autopista del aeropuerto, con tiendas de campa?a, dispuestos sus miembros a iniciar una sentada similar a la que protagonizan desde hace m¨¢s de un a?o y mantiene cad¨¢ver el Parlamento? Antes, cuando cre¨ªamos que ¨ªbamos a vivir una jornada m¨¢s de algaradas, pero sin consecuencias? Antes, los soldados hab¨ªan soltado el aliento, los polic¨ªas de m¨¢xima seguridad se regocijaban saludando a esta espa?ola y ofreci¨¦ndole agua. Poco despu¨¦s, a eso de la una del mediod¨ªa, la cosa no se puso para bromas.
Hab¨ªa tiroteos en diferentes puntos de la ciudad. Luchas interpartidarias que brotaban como las flores lavanda de algunas acacias, como las gardenias en los balcones. Puntualmente. ?Quer¨ªan decir algo? Cerca de mi casa, en Corniche el Mazra, en la sede de un peri¨®dico -Futuro-, del movimiento del mismo nombre, en el bloque gubernamental, liderado por Saad Hariri. Llamadas a la calma. Olor de p¨®lvora en las calles, rumores de heridos. Imposible comprobar nada, yendo de un punto a otro caminando -la ciudad, cada vez m¨¢s vac¨ªa; los vigilantes, m¨¢s recelosos, con m¨¢s nervios-, salvo eso: el olor del miedo y de la p¨®lvora suelta, todav¨ªa confundible con el olor de una verbena.
Son las 17.30 horas en Beirut, una menos en la pen¨ªnsula y dos menos en las islas Canarias, y de vez en cuando rasgan el aire r¨¢fagas de metralleta -a 500 d¨®lares un Kalashnikov de la guerra antigua: hace un a?o costaban 50-, y la cosa parece no ir ni a m¨¢s ni a menos.
Decepcionante para Occidente. Esto no es Irak ni es un tsunami
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