"No hay nada en pie a mi alrededor"
Los habitantes de la provincia china de Sichuan, epicentro del terremoto, intentan sobrevivir a la tragedia que ha matado al menos a 12.000 personas
Si Zhang Zhiyin hubiese dudado un minuto, hoy estar¨ªa muerto. Acababa de llegar a su clase tras comer con sus amigos cuando las paredes se movieron, el techo tembl¨® y el suelo se sacud¨ªa bajo sus pies. Al instante y a toda prisa, decidi¨® salir por la misma puerta por la que hab¨ªa entrado. Tan pronto como dej¨® el edificio, su colegio se derrumb¨® ante sus ojos. La mayor¨ªa de sus compa?eros no corrieron la misma suerte.
"No s¨¦ cu¨¢ntos de mis amigos est¨¢n vivos", asegura Zhang, un joven estudiante chino superviviente del terremoto que azot¨® la provincia de Sichuan. Bajo los escombros del colegio de Zhang, todav¨ªa permanecen atrapados unos 900 estudiantes, aunque las autoridades chinas apenas arrojan un poco de esperanza sobre sus vidas.
Hasta la provincia de Sichuan, epicentro del se¨ªsmo de magnitud 7,8 que hizo temblar la mitad del sureste asi¨¢tico, se desplazan miles de soldados y miembros de los equipos de rescate que el Gobierno chino ha enviado para atender a las v¨ªctimas. Las cifras oficiales se?alan por el momento que s¨®lo en esta provincia hay unos 12.000 muertos y el doble de desaparecidos. Y el 80% de sus edificios se han venido abajo. Ante esta tr¨¢gica situaci¨®n, Pek¨ªn ha movilizado a unos 50.000 operarios y ha solicitado con urgencia la ayuda internacional. Naciones Unidas ha respondido de inmediato, pero se antoja insuficiente. El elevado listado de muertos, heridos y desaparecidos puede dispararse en cualquier momento.
Con este temor presente, las l¨¢grimas inundan la zona del desastre. "Mi hijo, mi hijo", lloraba una mujer ante uno de los soldados que trabaja con el objetivo de encontrar supervivientes en Dujiangyan, asolada por el se¨ªsmo. Pero Dujiangyan es una ciudad en estado de shock. Las ropas y pertenencias de miles de sus ciudadanos se apilan por las calles empantanadas de barro, mientras nadie es capaz de asimilar lo ocurrido.
"No hay nada en pie a mi alrededor. Estoy viviendo ahora en una tienda de campa?a", cuenta Tian Jiajun, que se?ala una calle habitada por escombros. El golpe ha sido tan fuerte que todav¨ªa no se olvida. "Es una experiencia terrible. Me ca¨ª de la cama y sal¨ª corriendo afuera", relata otro ciudadano.
Con la tragedia sobre sus espaldas, la gente se muda en masa al campo. En las ¨²ltimas horas, los temblores no han cesado, aunque sin la fuerza del lunes al mediod¨ªa, cuando el terremoto desplom¨® el sur del gigante asi¨¢tico. Se derrumbaron filas de edificios enteras, vibr¨® el suelo como si fuera a hundirse y todo se agitaba sin freno. Estar bajo el cobijo de tu propio tejado era jugarse la vida. S¨®lo los m¨¢s afortunados pudieron salvarla, como Zhang.
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