Los piratas de la carretera siembran la alarma en Per¨²
Masiva oleada de asaltos a veh¨ªculos en las rutas del pa¨ªs
"Alquilamos un carro con dos colegas, y cuando reci¨¦n hab¨ªamos empezado el viaje, dos sujetos se pusieron frente al veh¨ªculo y apuntaron con escopetas". Novel, un periodista que trabaja en la conflictiva zona de la selva peruana, hab¨ªa salido poco antes de las cuatro de la madrugada de la ciudad de Aucayacu en un viaje de trabajo, y cuando apenas hab¨ªa avanzado unos seis kil¨®metros, fue detenido. No fue necesario poner obst¨¢culos, porque el mal estado de la carretera obligaba a viajar despacio. Los asaltantes le bajaron del auto a ¨¦l y a sus acompa?antes y les quitaron todo lo que llevaban: dinero, tel¨¦fonos m¨®viles, grabadoras. Solo se salv¨® una c¨¢mara de v¨ªdeo digital que Novel protegi¨® tir¨¢ndose al suelo y cubri¨¦ndola con su cuerpo. Apenas vieron una luz a lo lejos en el camino, los delincuentes corrieron a esconderse en la espesura de la selva. No pasaron ni cinco minutos.
El relato de Novel es recurrente en un pa¨ªs como Per¨², donde no es aventurado decir que las carreteras pueden ser m¨¢s peligrosas que las ciudades y se ha desatado la alarma social por un tipo de delincuencia en aumento dif¨ªcil de atajar. Sucede, sobre todo, en las v¨ªas llamadas de penetraci¨®n, las que conectan las grandes ciudades de la costa con la sierra y la selva. Caminos muchas veces descuidados y casi siempre mal vigilados, en los que suelen operar bandas de asaltantes que son capaces de poner barricadas para detener autobuses y veh¨ªculos privados para desvalijar a todos sus pasajeros.
El nuevo ministro del Interior, Remigio Hernani, ha defendido ante el Parlamento un aumento de presupuesto para que la polic¨ªa compre 393 veh¨ªculos patrulleros para la polic¨ªa de carreteras. Un reconocimiento de que el problema, pese a los esfuerzos, sigue siendo grande.
Ni siquiera las carreteras m¨¢s transitadas est¨¢n libres. La polic¨ªa peruana no maneja estad¨ªsticas exactas de ning¨²n delito ?muchos ni siquiera se denuncian?, pero en este a?o se han registrado numerosos asaltos a autobuses que cubren rutas interprovinciales incluso en zonas tan transitadas como la carretera Panamericana, que recorre longitudinalmente toda la costa del pa¨ªs. En estos casos, lo m¨¢s frecuente es que los asaltantes sean pasajeros, muchas veces recogidos en la ruta por el conductor en su af¨¢n por ganarse un dinero extra. Apenas ven la oportunidad, sacan las armas y obligan al conductor a detener el veh¨ªculo o desviarlo hacia alg¨²n descampado, donde desvalijan a todos los pasajeros. Incluso son capaces de despojarlos de los zapatos, si les encuentran alg¨²n valor.
La polic¨ªa, escasa de recursos incluso para dotar a sus autos de combustible suficiente para hacer rondas de patrullaje prolongadas, hace su mejor esfuerzo pero se ve desbordada por el tama?o de la red vial, que supera los 75.000 kil¨®metros y un parque m¨®vil de unos 40.000 autobuses, seg¨²n estad¨ªsticas oficiales. As¨ª, en las localidades m¨¢s alejadas compite en desventaja con los asaltantes, que suelen contar con informantes que, v¨ªa tel¨¦fono m¨®vil, alertan a sus compinches cuando ven a un veh¨ªculo policial en movimiento por la ruta, con tiempo suficiente para escapar. "Hay zonas en las que la tecnolog¨ªa y la espesura de la selva favorecen a los delincuentes", comenta El¨ªas Inaguraca, otro periodista que trabaja en la regi¨®n de Hu¨¢nuco.
En su zona, igual que en otras, la polic¨ªa ha resuelto impedir la circulaci¨®n por las noches por los caminos como ¨²nica soluci¨®n para impedir los asaltos, que este a?o derivaron en la muerte de dos personas, polic¨ªas vestidos de civil que intentaron resistirse al robo. En otros sectores, las autoridades han optado por formar convoyes para que los buses y autos atraviesen escoltados las zonas consideradas de riesgo.
Pese a ello, hay quien opina que la situaci¨®n ha mejorado respecto a a?os anteriores y que ahora las carreteras son m¨¢s seguras. "Considero que el problema se ha reducido en un 90% en la carretera Panamericana y en un 70% en el resto del pa¨ªs", se?ala Luis Miguel Ciccia, presidente de una importante empresa de transporte terrestre. En los ¨²ltimos a?os, las principales compa?¨ªas de buses han incorporado medidas de seguridad tales como GPS y detectores de metales en los terminales, as¨ª como la prohibici¨®n de recoger pasajeros en ruta, que han reducido la cantidad de atracos cometidos por delincuentes encubiertos entre los pasajeros.
Pero eso se aplica para las empresas m¨¢s grandes, que operan las rutas m¨¢s comerciales, en un mercado plagado de informalidad y de empresas peque?as, incluso de un solo autob¨²s, que atienden localidades muy alejadas y pobres. "Ahora hay m¨¢s control, la polic¨ªa est¨¢ mejor equipada y tambi¨¦n hay m¨¢s conciencia en las empresas y de los pasajeros de lo que hay que hacer para prevenir los asaltos", a?ade Ciccia. "Incluso los informales, con el tiempo, tendr¨¢n que adaptarse", concluye Ciccia. Pero en un mercado tan grande y tan mal regulado, ese tiempo bien podr¨ªa ser largo.
Un golpe, 200 v¨ªctimas
El atraco m¨¢s grande en carretera se produjo hace apenas un mes en la carretera que une las ciudades de Huancayo y Ayacucho, ambas en la sierra peruana. Una banda de unos 20 asaltantes embosc¨® a cinco autobuses interprovinciales en las inmediaciones de la localidad de Mayocc y le rob¨® a todos sus pasajeros, cerca de 200. Como la polic¨ªa nunca lleg¨® tuvieron tiempo de obligar a todos a bajar de los autobuses y registrar sus pertinencias. Los jefes policiales de la zona se?alaron que sus veh¨ªculos son antiguos y no sirven para cubrir las carreteras.
Hab¨ªa ya un antecedente de atraco masivo y esta vez cerca de la capital y en una carretera muy transitada, la que une Lima con Ica (al sur). En abril, 46 personas fueron asaltadas en un autob¨²s que cubr¨ªa la ruta a medianoche. Seg¨²n los pasajeros, los asaltantes fueron recogidos en una parada no autorizada ubicada al lado de un puesto policial. Un mes antes, otro bus de la misma empresa hab¨ªa sido asaltado de la misma forma, con la ¨²nica diferencia de que los delincuentes lo abordaron en la misma terminal inicial. Despu¨¦s de 240 kil¨®metros, sacaron sus armas y obligaron al conductor a desviarse a una zona desolada, donde los esperaban otros c¨®mplices. En esa ocasi¨®n, 57 personas fueron desvalijadas.
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