Pol¨ªtica es comunicaci¨®n
Nadie hab¨ªa hecho hasta ahora un uso tan persistente y variado de los instrumentos de la comunicaci¨®n: esta ¨²ltima semana ha publicado un art¨ªculo con su firma y su inconfundible impronta ideol¨®gica en una treintena de peri¨®dicos de todo el mundo (EL PA?S entre otros); ha concedido una entrevista de 60 minutos a una gran cadena generalista; se ha estrenado como el primer presidente que participa en un talk show nocturno; y se ha dirigido por v¨ªdeo a los iran¨ªes para felicitarles su A?o Nuevo y lanzar un mensaje conciliatorio para allanar la oferta de negociaci¨®n entre Teher¨¢n y Washington.
La campa?a electoral de Obama ya le hab¨ªa caracterizado como un comunicador hipertecnol¨®gico, enganchado al correo electr¨®nico y a las redes sociales, y preparado para encabezar una nueva ¨¦poca de protagonismo ciudadano, mejor comunicaci¨®n con las administraciones y mayor transparencia pol¨ªtica. Su blackberry fue en las primeras horas presidenciales tema de discusi¨®n e incluso de chanza: los consejeros legales y los expertos en seguridad quer¨ªan dejarle sin el cacharrillo; los primeros, en nombre de la obligaci¨®n que tiene la oficina presidencial de poner a disposici¨®n de los archivos p¨²blicos todas las comunicaciones de la Casa Blanca; y los segundos, para evitar el espionaje sobre sus comunicaciones. El problema se resolvi¨® con un car¨ªsimo y sofisticado aparato de encriptaci¨®n especial y la limitaci¨®n de las comunicaciones a una lista de personas de su entorno m¨¢s estricto. Como acceder al m¨®vil del presidente no est¨¢ al alcance ni siquiera de los miembros del Gabinete, ahora mismo es el m¨¢ximo signo de influencia y poder en Washington.
Sin tantas restricciones, el telefonillo se habr¨ªa convertido en la vara de mando del presidente e incluso en su s¨ªmbolo. Afortunadamente, este moviladicto es a la vez un excelente orador, que conecta muy bien en directo y transita por los medios tradicionales con id¨¦ntica pericia que por los m¨¢s de punta. La palabra pronunciada en p¨²blico es finalmente su instrumento privilegiado. Lo demostr¨® durante la campa?a y, ya presidente, en su peculiar forma de relacionarse con sus conciudadanos, en numerosos viajes dom¨¦sticos, m¨ªtines y reuniones, m¨¢s que todos sus predecesores, para dar explicaciones sobre sus propuestas pol¨ªticas y recabar apoyos. Ahora se adentra en uno de sus momentos m¨¢s dif¨ªciles, cuando surge dentro del propio campo una oposici¨®n a la izquierda, e incluso ramalazos de populismo anticapitalista, que le pide medidas m¨¢s dr¨¢sticas.
Su actuaci¨®n en la rueda de prensa de la noche del martes ten¨ªa un objetivo concreto: luchar por su presupuesto, atacado por los republicanos e incluso por algunos dem¨®cratas en el Congreso. Pero ten¨ªa otro m¨¢s de fondo: vender confianza, convencer de que el pa¨ªs est¨¢ en buen camino para salir de la recesi¨®n, contrarrestar los primeros recelos y cr¨ªticas que surgen incluso en las propias filas. Como buen comunicador, Obama ha encontrado en la imagen de un gran transatl¨¢ntico que est¨¢ cambiando de rumbo las ideas de lentitud y de seguridad en el giro y de claridad y acierto en la elecci¨®n del nuevo puerto de destino, para transmitir un mensaje bien claro: vamos en la buena direcci¨®n, hay que tener paciencia y persistencia, falta poco para que se vea luz al final del t¨²nel. Fue en otro momento de crisis, cuando otro presidente, Franklin D. Roosevelt, descubri¨® que, efectivamente, pol¨ªtica es comunicaci¨®n. Con sus charlas al lado del fuego, retransmitidas por la radio, lanz¨® en 1933 el New Deal frente a la Gran Depresi¨®n. Estaba compuesto, fundamentalmente, de voluntad y determinaci¨®n pol¨ªticas; y de capacidad para explicarlo y convencer a sus conciudadanos.
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