Vuelta al adobe en Gaza
Los palestinos empiezan a reconstruir sus casas sin esperar a la ayuda internacional
Yihad Al Shaer, de 36 a?os, ya se hab¨ªa puesto manos a la obra cuando el pasado 2 de marzo un buen pu?ado de l¨ªderes mundiales se reunieron en Sharm el Sheij (Egipto) para abordar la reconstrucci¨®n de Gaza tras la guerra que Israel lanz¨® en diciembre de 2008, y que arruin¨® el territorio palestino. Ni siquiera esper¨® a escuchar -si es que las escuch¨®- las promesas lanzadas a bombo y platillo: 5.000 millones de euros para levantar las 4.000 casas derribadas por el Ej¨¦rcito israel¨ª. Hasta la fecha son s¨®lo eso: promesas. As¨ª que decidi¨® volver a ¨¦pocas remotas. Comenz¨® a fabricar ladrillos de adobe y se construy¨® su casa muy cerca de donde se alzaba una colonia jud¨ªa hasta agosto de 2005. En media docena de lugares de la franja han seguido su ejemplo. Mejor que las tiendas de campa?a.
"Yo viv¨ªa en Rafah, muy cerca de los t¨²neles que atraviesan la frontera egipcia, y aquello es muy peligroso. Compr¨¦ la tierra y constru¨ª la casa", comenta. Su vecino sigue sus pasos. Filas de ladrillos se acumulan en un solar. Todav¨ªa se seca la paja y el barro para dar consistencia al material. "Se me ocurri¨® porque fue algo que vi hace a?os en una visita a Bangladesh, all¨ª lo hacen mucho. El adobe es resistente. Este a?o ha llovido bastante y ha resistido muy bien", afirma sonriente. "Si entrara cemento", a?ade, "podr¨ªa poner una capa de cemento para reforzar las paredes". De momento, imposible.
Sin l¨¢pices de colores
El asedio israel¨ª a Gaza sigue causando estragos. Los dirigentes pol¨ªticos extranjeros que visitan el territorio se asombran cuando se enteran de que el Gobierno israel¨ª -y el egipcio, que colabora denodadamente en el bloqueo- no autoriza la venta de l¨¢pices de colores, o de papel, o de un sinf¨ªn de alimentos... De cemento y hierro, imprescindibles para edificar, todav¨ªa no se espera noticia en una tierra que acoger¨ªa con gozo una burbuja inmobiliaria.
Yihad -padre de cinco hijos: "El ¨²ltimo ha nacido en esta casa", dice- trabaja para una empresa que vende aceite de autom¨®viles. "Pero como el aceite no llega Gaza, ahora estoy parado. Antes trabajaba en la construcci¨®n". Ahora, completamente paralizada. La casa de Al Shaer es muy modesta: dos habitaciones, una sala con una peque?a cocina, y un cuarto de ba?o tambi¨¦n diminuto. Los cables de la electricidad cuelgan de las paredes junto a unas cartulinas amarillas embadurnadas de un l¨ªquido pringoso en las que quedan atrapados los mosquitos. La conexi¨®n a la red el¨¦ctrica no est¨¢ acabada. Yihad tira de generador.
"Si los israel¨ªes siguen derribando casas, dentro de unos a?os habr¨¢ muchas como la m¨ªa. Igual que adulteramos el aceite para convertirlo en combustible para los coches, o usamos l¨¢mparas de queroseno por los cortes de luz, tenemos que arreglarnos como podamos con las casas. Las de adobe tienen una ventaja: conservan mejor el calor en invierno y el fr¨ªo en verano". Un consuelo. Y una segunda ventaja: el precio. "La casa me ha costado 2.500 euros. Para construirla con cemento y hierro tendr¨ªa que haber gastado 15.000".
En el campo de refugiados de Yabalia, en Nuseirat y en la ciudad de Rafah unas docenas de ciudadanos han seguido el ejemplo de Yihad. Al margen de la oleada de periodistas que le ha acosado, el ministro de Vivienda, Yusef al Mansi, se ha interesado por la iniciativa y visitado al peculiar constructor, un musulm¨¢n profundamente creyente pero miembro de una organizaci¨®n -Dawa- que abomina de la lucha armada. "El Gobierno ha creado un comit¨¦ para estudiar si comienza a edificar con adobe", asegura Yihad. No parece que vaya a embarcarse en una soluci¨®n propia de otros siglos.
![Ni?os palestinos en su casa en Rafah, al sur de Gaza.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/PPAJWOORYXDLT3HXDPLEQRA7HU.jpg?auth=976274d51e1100edd440563505d74b68ac500b9e6192cc90a8c3b3dcd44d75a9&width=414)
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