Derechas e izquierdas latinoamericanas
Las cosas est¨¢n cambiando en Am¨¦rica Latina. Los golpes de Estado son inviables -ver Honduras-, Cuba podr¨¢ regresar a la OEA, en M¨¦xico tendr¨¢n que negociar el PAN -partido que controla el Ejecutivo- con el PRI -que pasa a controlar el Legislativo-. Cristina Kirchner, en Argentina, tendr¨¢ que cogobernar (despu¨¦s de seis a?os de ejercicio omn¨ªmodo del poder matrimonial) con un Congreso donde la oposici¨®n tendr¨¢ mayor¨ªa en ambas C¨¢maras.
Conservadores e izquierdistas disputar¨¢n voto a voto en Chile (Pi?era versus Frei) y en Uruguay (Mujica versus Lacalle). En Brasil, pese a la enorme popularidad del presidente Lula, parece dif¨ªcil que ¨¦l pueda trasladar su carisma a la candidata de su partido, Dilma Rousseff, y sigue s¨®lida la precandidatura del gobernador de S?o Paulo, Jos¨¦ Serra, del PSDB.
Pese a la inestabilidad de los sistemas pol¨ªticos, est¨¢n firmes en sus puestos Rafael Correa (Ecuador), Alan Garc¨ªa (Per¨²), Evo Morales (Bolivia) y Fernando Lugo (Paraguay). Tambi¨¦n se verifica una creciente estabilidad en Centroam¨¦rica y el Caribe.
M¨¢s all¨¢ de los seis o siete jefes de Estado que dicen acompa?arlo, el presidente Hugo Ch¨¢vez es la voz m¨¢s discordante de la regi¨®n. La intolerancia y persecuci¨®n hacia opositores y prensa, las masivas estatalizaciones de empresas y la ret¨®rica violentamente anticapitalista no parecen ser imitadas ni por sus m¨¢s estrechos asociados en la regi¨®n.
Por el contrario, lo que se destaca es la consolidaci¨®n de una visi¨®n centrista que puede correrse a izquierda o a derecha, pero que cada vez se parece m¨¢s al modelo europeo y se aleja del tradicional "populismo latinoamericano" que tanta confusi¨®n y desconfianza despertaba entre propios y ajenos. Su consecuencia m¨¢s funesta era la fuga de capitales y de personal altamente cualificado. Este fen¨®meno sigue ocurriendo en Venezuela y Argentina, pa¨ªses importantes y ricos, que deber¨ªan jugar un destacado papel en el nuevo esquema de integraci¨®n suramericana y que, por el contrario, la est¨¢n paralizando con sus desatinadas propuestas.
Pero no hay que preocuparse. La reacci¨®n de la mayor¨ªa de los pa¨ªses de la regi¨®n frente a la brutal crisis mundial ha sido la correcta y sus dos pa¨ªses rectores -M¨¦xico y Brasil- est¨¢n demostrando una enorme madurez para enfrentar las complejidades econ¨®micas y pol¨ªticas de estos tiempos.
La generaci¨®n que se alz¨® contra las dictaduras militares en los setenta y se entusiasm¨® con un proceso de apertura econ¨®mica en los noventa se est¨¢ jubilando, haciendo una s¨ªntesis de partenariado p¨²blico-privado equilibrado y alejado de las ant¨ªpodas ideol¨®gicas que caracterizaron el debate latinoamericano.
Una nueva generaci¨®n de hombres y mujeres de entre 40 y 50 a?os se suma a la conducci¨®n de nuestras sociedades sin la carga de los conflictos de los sesenta y setenta, y puede tomar a los norteamericanos, los chinos o los europeos como socios para el desarrollo, a los militares como cuadros t¨¦cnicos al servicio de la sociedad civil y a empresarios y sindicalistas como engranajes necesarios del tramado institucional.
Los m¨¢s sensatos hacen menos ruido que los m¨¢s desequilibrados, pero son la incuestionable mayor¨ªa.
Los resultados de 2009 mostrar¨¢n con claridad este cambio hist¨®rico y es mi pa¨ªs, Argentina, el que tiene la oportunidad de volcar la balanza para uno u otro lado.
As¨ª, los tres pa¨ªses que representan a la regi¨®n en el grupo de los 20 -M¨¦xico, Brasil y Argentina- podr¨¢n hablar al un¨ªsono y cumplir un importante papel en la recuperaci¨®n econ¨®mica universal.
Diego R. Guelar es secretario de Relaciones Internacionales del partido argentino Propuesta Republicana (PRO)
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