"La comisar¨ªa de Marraquech es un mini Guant¨¢namo en versi¨®n ¨¢rabe"
"Esto es como un peque?o Guant¨¢namo en versi¨®n ¨¢rabe". Zahra Boudkour, de 22 a?os, lleva 14 meses en la c¨¢rcel de Boulmharez, en Marraquech, y acaba de ser condenada a dos a?os, pero la prisi¨®n y la sentencia no han quebrado su firmeza reivindicativa. "Me hab¨ªa preparado sicol¨®gicamente a ello", afirma la que fue l¨ªder de la rebeli¨®n estudiantil en la capital tur¨ªstica marroqu¨ª.
El estado del penal de Boulmharez es "execrable", asegura la estudiante de derecho, pero como en los dem¨¢s centros penitenciarios marroqu¨ªes los detenidos poseen m¨®viles, que pueden utilizar a ratos, gracias a la corrupci¨®n de los funcionarios. Zahra est¨¢, sin embargo, demasiado vigilada para disponer de uno, pero alguna otra presa le presta el suyo para recibir llamadas. EL PA?S ha mantenido una conversaci¨®n con ella.
Zahra fue detenida el 15 de mayo de 2008, junto con otros supuestos 17 cabecillas de la revuelta -todos ellos condenados a entre un y cuatro a?os por alteraci¨®n del orden p¨²blico-, al d¨ªa siguiente de una batalla campal entre los antidisturbios y unos 3.000 estudiantes que reivindicaban mejoras materiales despu¨¦s de que varios de ellos resultasen intoxicados en la cantina de la Universidad Cadi Ayad. Asegura que fueron torturados durante cinco d¨ªas en los s¨®tanos de la comisar¨ªa de la plaza Jamaa el Fnaa, el lugar m¨¢s tur¨ªstico de la ciudad.
Nacida en Zagora, una ciudad en puertas del S¨¢hara Occidental, hu¨¦rfana de madre, Zahra es una estudiante at¨ªpica. Militante de la Uni¨®n Nacional de Estudiantes Marroqu¨ªes, un sindicato dominado por los islamistas del movimiento Justicia y Caridad, ella se declara comunista. Su discurso, radical e ingenuo, recuerda a los j¨®venes izquierdistas del sur de Europa que en los a?os setenta luchaban contra las dictaduras.
Su tenue voz es casi inaudible cuando habla desde la celda que comparte con "cerca de 60 reclusas y un par de beb¨¦s" que charlan animadamente a las seis de la tarde. Permanecen 14 horas, hasta las ocho de la ma?ana, encerradas en "un antro que deber¨ªa ser para no m¨¢s de 20 reos, pero somos casi el triple", se queja. "Al hacinamiento se a?ade la falta de higiene". "Esto est¨¢ repleto de cucarachas". "A los beb¨¦s les trepan por la cara".
"S¨®lo nos duchamos una vez a la semana y con agua fr¨ªa", prosigue su relato con voz suave. "Compartimos un solo retrete". "Muchas duermen en literas, pero, por falta de lechos, otras lo hacen en el suelo sobre piltrafas". "La luz el¨¦ctrica no se apaga en toda la noche". "La comida es asquerosa". "Consiste en lentejas, jud¨ªas, habas, patatas o zanahorias nadando en un cazo con agua".
"Lo peor es la atenci¨®n m¨¦dica", denuncia, pero siempre en tono apacible. "Aqu¨ª hay enfermas, algunas escupen sangre, pero el m¨¦dico s¨®lo nos visita una vez a la semana, los viernes, aunque a veces acude con menos frecuencia". "Las medicinas que receta no las traen hasta el lunes siguiente".
"Padezco un recurrente dolor de cabeza que se acent¨²a cuando me la lavo", prosigue Zahra. "Supongo que est¨¢ relacionado con los golpes que me dieron en comisar¨ªa con una vara de hierro". "Tengo adem¨¢s un problema en el ¨²tero debido a una escepticemia, pero no he logrado el permiso para que, pag¨¢ndolo yo, pueda salir y hacerme un an¨¢lisis en una cl¨ªnica especializada".
"Todo esto, los palos que nos dieron demuestran que los derechos humanos no mejoran aqu¨ª". "Cuando lo pienso, la comisar¨ªa de Jamaa el Fnaa fue un mini Guant¨¢namo en versi¨®n marroqu¨ª". "Permanec¨ª atada y desnuda durante un mont¨®n de horas cuando ten¨ªa la regla".
Pero Zahra no se apiada de s¨ª misma: "Esta experiencia refuerza nuestra determinaci¨®n". "Estoy dispuesta a sufrir m¨¢s, a pasar m¨¢s tiempo detr¨¢s de los barrotes, a hacer m¨¢s huelgas de hambre para que mejoren las condiciones de vida del pueblo marroqu¨ª". "El camino de la victoria", escribi¨® desde la c¨¢rcel en una proclama que sus amigos han distribuido, "ser¨¢ largo y peligroso, pero lo recorreremos porque as¨ª nos los dicta la Historia".
Dentro de once d¨ªas Marruecos celebrar¨¢ la Fiesta del Trono en la que el rey Mohamed VI concede su gracia a muchos presos. ?La ha solicitado? Esta vez Zahra si alza un poco la voz para contestar: "No soy una delincuente. Estoy aqu¨ª por mis convicciones". "No tengo nada que hacerme perdonar". "Los abogados de los estudiantes s¨ª han recurrido la injusta sentencia condenatoria" del 9 de julio.
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