Obama celebra su primera gran victoria
El presidente exalta el valor hist¨®rico del voto de la reforma sanitaria en el Congreso
La historia registrar¨¢ que a las 23.15 de un s¨¢bado 7 de noviembre (madrugada del domingo en Espa?a) la C¨¢mara de Representantes aprob¨® en Washington una reforma sanitaria que ayud¨® a aliviar uno de los dramas nacionales y elev¨® a Estados Unidos un pelda?o en la escala de la civilizaci¨®n. Sus detractores dir¨¢n que se hizo con nocturnidad y en d¨ªa de asueto, como los malos Gobiernos imponen sus peores ideas. Sus defensores recordar¨¢n el dramatismo de una de esas jornadas que engrandecen a una naci¨®n.
"Durante a?os se nos hab¨ªa dicho que esto ser¨ªa imposible. La C¨¢mara de Representantes demostr¨® que no", manifest¨®, complacido, el presidente Barack Obama, quien elogi¨® "el coraje" de los congresistas y anim¨® al Senado a completar pronto el trabajo.
La reforma sanitaria, el gran proyecto de Obama, la eterna misi¨®n pendiente de este pa¨ªs, vio finalmente la luz en una de las dos c¨¢maras del Congreso por 220 votos a favor y 215 en contra. Un republicano, representante de un distrito de Nueva Orleans maltratado por el Katrina, vot¨® junto a la mayor¨ªa. Treinta y nueve dem¨®cratas, casi todos centristas de circunscripciones conservadoras, se sumaron a la oposici¨®n.
Aunque la reforma permitir¨¢ ofrecer cobertura sanitaria a 36 millones de estadounidenses que no la ten¨ªan y acabar¨¢ con la pol¨ªtica arbitraria y abusiva de las compa?¨ªas aseguradoras, su aprobaci¨®n no fue, desde luego, por aclamaci¨®n, como podr¨ªa haber anticipado cualquiera que no conozca la animadversi¨®n cong¨¦nita de este pueblo al Estado y la utilizaci¨®n populista que muchos hacen de ese sentimiento.
Fue, por el contrario, una victoria apurada y muy trabajada que refleja perfectamente el grado de controversia que esta ley ha provocado desde el inicio. Pero es, al fin y al cabo, una gran victoria, por su impacto y trascendencia. Es, sin duda, el primer paso real hacia el gran cambio que Barack Obama prometi¨® en su campa?a.
"Esta ley ofrece a todos los estadounidenses, independientemente de su salud o de sus ingresos, la paz de esp¨ªritu que se disfruta cuando se sabe que puedes contar con un acceso asequible a un servicio sanitario cuando lo necesites", manifest¨® el representante dem¨®crata John Dingell, que fue el introductor de la ley en la C¨¢mara y quien con mayor fuerza ha trabajado a su favor.
La ley prohibir¨¢ desde el pr¨®ximo a?o que las compa?¨ªas aseguradoras rechacen a un paciente por sus condiciones m¨¦dicas preexistentes o lo expulsen cuando contraiga una enfermedad grave. Esas pr¨¢cticas, las m¨¢s sangrantes de todas las medidas abusivas que son corrientes actualmente, dejan en el desamparo a miles de enfermos de c¨¢ncer que se ven obligados a vender todas sus propiedades y endeudar a su familia para pagar sus tratamientos.
Esta legislaci¨®n obligar¨¢ a todas las empresas a asegurar a sus empleados o, en ciertos casos, ofrecerles ayudas para que lo hagan por su cuenta. Se crear¨¢ un seguro p¨²blico de salud al que podr¨¢n sumarse todos aquellos que pierdan su trabajo o no tengan recursos para pagar un seguro privado. Los j¨®venes y trabajadores aut¨®nomos que ahora mismo renuncian a un seguro porque no lo creen necesario, ser¨¢n obligados por esta ley a acogerse a alg¨²n plan o tendr¨¢n que pagar una multa si no lo hacen.
En conjunto, se calcula que un 96% de la poblaci¨®n de Estados Unidos contar¨¢ a partir del pr¨®ximo a?o con un seguro de salud. Quedar¨¢n fuera, como queda expresamente establecido en la ley, los inmigrantes ilegales, que se calculan entre seis y diez millones de personas. Algunos representantes dem¨®cratas votaron en contra de esta reforma por esa raz¨®n.
La oposici¨®n republicana, por su parte, considera esta iniciativa una medida de corte socialista que dilapida los derechos individuales de los ciudadanos y crea una burocracia excesiva entre el paciente y su m¨¦dico. "Es una hoja de ruta para la toma del sistema de salud por parte del Estado", asegur¨® el representante Roy Blunt, uno de los m¨¢s conspicuos enemigos de la ley.
Otros detractores m¨¢s prudentes, entre ellos la mayor¨ªa de los dem¨®cratas que han votado en contra, creen que el pa¨ªs no puede permitirse ahora el gasto de m¨¢s de un bill¨®n de d¨®lares (unos 674.000 millones de euros) que esta reforma representa y, mucho menos, mediante una subida de impuestos -para los individuos con ingresos anuales superiores al medio mill¨®n de d¨®lares o para familias por encima del mill¨®n de d¨®lares- que perjudicar¨¢ a la creaci¨®n de empleo.
Los partidarios defienden su urgencia social, pero tambi¨¦n las posibilidades que esta ley ofrece de recortar los gastos a largo plazo. Seg¨²n la Oficina de Presupuesto del Congreso, unos 100.000 millones de d¨®lares en diez a?os.
En todo caso, la suerte ya est¨¢ echada. Con los beneficios o perjuicios que esta magna obra pueda causar, EE UU est¨¢ al borde de la mayor transformaci¨®n conocida desde que en 1965 se aprobaron los ¨²nicos experimentos de medicina p¨²blica hoy existentes: el Medicare (para los jubilados) y el Medicaid (para las familias de muy bajos recursos).
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