"Muere ella o mor¨ªs vosotros"
Bomberos voluntarios de Castilla y Le¨®n se ven obligados a dejar un rescate por los altercados en la capital haitiana
A los bomberos voluntarios de Castilla y Le¨®n que rescataron el jueves al ni?o Regi les ocurri¨® este s¨¢bado una de las peores cosas que le puede suceder a un bombero en una cat¨¢strofe. Igual que el d¨ªa en que rescataron al chiquillo de cuatro a?os, llevaban m¨¢s de dos horas de trabajo en un hotel derrumbado de la zona centro. Hab¨ªan logrado despejar el camino para salvar a una adolescente que llevaba seis d¨ªas atrapada.
-"Tranquila princesa, tranquila, ahora mismo te sacamos de aqu¨ª".
Daba igual que ella no entendiera el espa?ol. Apreciaba el calor de sus palabras igualmente. En la calle se iban apelotonando la gente con la esperanza de verla salir. Varias decenas de haitianos con el alma en vilo. Pero de pronto se oyeron r¨¢fagas de disparos en la calle de al lado. El jefe de la expedici¨®n, Francisco Rivas, de 50 a?os, notablemente abatido, relataba el suceso: "Apenas nos faltaba media hora para sacarla de all¨ª. Era una cr¨ªa de 14 o 15 a?os. Yo estaba dentro del edificio, no o¨ª los tiros. Pero los escoltas de la ONU que llev¨¢bamos s¨ª que los oyeron. Eran canadienses, pakistan¨ªes y jordanos. En total, 16 hombres con tres veh¨ªculos. Cortaron la calle y yo pens¨¦ que todo estaba tranquilo pero los tiros debieron seguir y ellos nos dijeron que ten¨ªamos que irnos ya: '?Qu¨¦ prefer¨ªs, que muera ella o morir vosotros?'. Llegado este momento del relato Rivas se excusa: "Me vas a perdonar, pero me resulta muy dif¨ªcil seguir hablando".
-Apagad los cigarros y no mir¨¦is a nadie-, pidieron los escoltas a los bomberos y a las dos periodistas espa?olas que les acompa?aban.
Otro bombero contin¨²a el relato del jefe de la expedici¨®n. "Dentro no ¨¦ramos conscientes del foll¨®n que hab¨ªa fuera", a?adi¨® ?scar Vega, quien rescat¨® al ni?o Regis el mi¨¦rcoles. Hab¨ªa otro muerto con ella. Y sacando el muerto lograr¨ªamos sacar a la chica. Un m¨¦dico nos dijo que abri¨¦ramos m¨¢s espacio para meterle una v¨ªa en la car¨®tida y mantenerla consciente. Cuando dijeron que no cont¨¢bamos con mucho tiempo, decidimos sacar todo el escombro posible sin miramientos para extraerla de all¨ª. Pero los escoltas insistieron en que segu¨ªan los tiros afuera. Y entonces no nos dio tiempo ni a sacar algunas de nuestras herramientas. La chica se me qued¨® mirando. ?Pero qu¨¦ le dices? No le puedes decir nada, porque no le vas a decir "ah¨ª te dejo". Mi compa?ero Ra¨²l Rodr¨ªguez y yo, que fuimos los ¨²ltimos en salir del edificio, dijimos que estaba muerta. Era la ¨²nica forma de evitar altercados, porque la gente no habr¨ªa aceptado que nos fu¨¦ramos. A¨²n as¨ª, se resist¨ªan a dejarnos marchar. El jefe de seguridad, que era canadiense, estuvo muy expeditivo y eficaz al apartar a la gente para que pudiera salir nuestro cami¨®n de entre la multitud. Si no, no s¨¦ qu¨¦ podr¨ªa haber pasado.
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