El terremoto de Hait¨ª deja las elecciones presidenciales en el aire
La Constituci¨®n obliga a celebrar unos comicios para los que no hay recursos
Los haitianos deber¨¢n elegir en los pr¨®ximos meses entre lo malo y lo peor. Tendr¨¢n que decidir si son capaces de mantener la convocatoria de las elecciones presidenciales previstas para el pr¨®ximo noviembre, con todo lo que eso acarrea en cuanto a gastos de organizaci¨®n, campa?a y unas infraestructuras de las que no dispone el pa¨ªs, o si prefieren alargar el mandato de un pol¨ªtico en ca¨ªda libre.
Para este mes se hab¨ªan fijado las elecciones del Parlamento y la de un tercio del Senado. Esos comicios han quedado postergados sin fecha, aunque cabe la posibilidad de que se celebren junto a las presidenciales de noviembre. Algunos analistas temen que el presidente se sienta tentado de prolongar su gesti¨®n. Pero sus colaboradores m¨¢s cercanos aseguran que no lo har¨¢. La ministra de Comunicaci¨®n, Marie Laurence Jocelyn Lassegue, se?ala que una prolongaci¨®n del mandato ser¨ªa ilegal y por tanto "implanteable". Adem¨¢s, el terremoto ha venido a desgastar a¨²n m¨¢s la imagen del presidente, Ren¨¦ Pr¨¦val, a quien en la calle se le tiene como hombre pusil¨¢nime que no est¨¢ a la altura de la situaci¨®n.
Tres semanas despu¨¦s de la muerte de m¨¢s de 200.000 personas, Pr¨¦val apenas ha salido de la comisar¨ªa del aeropuerto donde ubic¨® la sede del Gobierno. Hasta all¨ª ha llegado hoy Bill Clinton, ex presidente de EE UU y nuevo coordinador de la ayuda internacional para Hait¨ª. En la puerta, unas 200 personas reclamaban tiendas de campa?a para alojarse, informa France Presse. Pr¨¦val hab¨ªa prometido que trasladar¨ªa su Gabinete a una carpa situada en las inmediaciones del Palacio Presidencial en solidaridad con la gente que perdi¨® su casa. Pero a¨²n no se ha trasladado. Tampoco ha visitado ning¨²n campamento de desplazados, ni ninguna plaza o calle de las muchas que hay, donde cientos de familias duermen al raso.
La Constituci¨®n de Hait¨ª, de 1987, prescribe que ning¨²n presidente puede gobernar durante dos mandatos consecutivos ni presentarse a un tercer mandato. Pr¨¦val es lo que en Estados Unidos se conoce como un pato cojo, alguien que ya no puede ser reelegido y est¨¢ condicionado por la perentoriedad de su cargo. As¨ª que le tocar¨¢ a otra persona levantar el pa¨ªs. Mich¨¨le D. Pierre-Louis, la pol¨ªtica con m¨¢s prestigio fuera de Hait¨ª, ya se ha paseado estos d¨ªas por los grandes canales de televisi¨®n estadounidenses. Esta economista de 61 a?os perteneci¨® a la misma c¨¦lula izquierdista que Pr¨¦val cuando ambos luchaban contra la dictadura de Fran?ois Duvalier. Fue primera ministra de Hait¨ª durante m¨¢s de un a?o, hasta su destituci¨®n el pasado noviembre. Adem¨¢s, es directora de una ONG financiada por el multimillonario George Soros, que promueve programas educativos y goza de una imagen de persona honesta fuera y dentro del pa¨ªs. "Pero ella despreci¨® al presidente, se ocupaba m¨¢s de mantener su amistad con los Clinton que de llevarse bien con Pr¨¦val", indica el periodista George Michel.
El Senado vot¨® la destituci¨®n de Mich¨¨le D. Pierre-Louis bajo la acusaci¨®n de que no hab¨ªa justificado el gasto de 195 millones de d¨®lares. "Aquello fue una calumnia", se?ala un diplom¨¢tico europeo bajo la condici¨®n del anonimato. "El ¨²nico error que cometi¨® Pierre-Louis fue el de no tener la habilidad suficiente para no despertar los celos de Pr¨¦val. Y eso un pol¨ªtico tiene que saber manejarlo. Y la comunidad internacional cometi¨® el error de enamorarse demasiado de ella: es muy inteligente, progresista, mujer, y adem¨¢s lesbiana, aunque lo tuvo que desmentir en p¨²blico para seguir manteniendo opciones pol¨ªticas en este pa¨ªs. Pero ese encandilamiento de la comunidad internacional Pr¨¦val no lo supo digerir y se la quit¨® de en medio".
Pr¨¦val gan¨® sus primeras elecciones (1996-2001) con el 88% de los votos y una abstenci¨®n del 75%. Contaba entonces con el apoyo de su carism¨¢tico mentor, el ex sacerdote Jean-Bertrand Aristide. Cuando se volvi¨® a presentar en 2006, sin el apoyo de Aristide, venci¨® s¨®lo con el 48%. En teor¨ªa, Pr¨¦val deber¨ªa haber concurrido a una segunda vuelta, pero el presidente de Brasil, Luiz In¨¢cio Lula da Silva, abog¨® por que se le adjudicase la victoria para evitar una ola de violencia y el gasto de otras elecciones. Desde entonces, el pa¨ªs s¨®lo puede presumir de no haber derramado m¨¢s sangre.
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