M¨¦xico, una guerra inevitable bajo debate
En 1994, la guerrilla zapatista de M¨¦xico alcanz¨® repercusiones mundiales. Sin embargo, comparando a los zapatistas con todas las insurgencias que existieron en Latinoam¨¦rica desde los sesenta, los zapatistas dif¨ªcilmente podr¨ªan ser considerados una guerrilla. Pese a esto, con una sola escaramuza ganaron portadas de la revista brit¨¢nica The Economist y editoriales del New York Times. El debate que est¨¢ ocurriendo en M¨¦xico sobre la guerra al narcotr¨¢fico, que algunos juzgan como "guerra fallida", tiene mucho que ver con la fuerte resonancia medi¨¢tica que tiene el pa¨ªs por su importancia y vecindad con EE UU. Sin duda, Ciudad Ju¨¢rez es m¨¢s noticia que R¨ªo de Janeiro.
La violencia de M¨¦xico no es la peor, Venezuela tiene una tasa de homicidios de 48 por cada 100.000 habitantes, mientras la de M¨¦xico es de 10 y tambi¨¦n superan a M¨¦xico en homicidios Colombia, Brasil, Rep¨²blica Dominicana, Guatemala, Jamaica, Honduras, El Salvador, Ecuador, Per¨², Hait¨ª, Paraguay y Belice. La ciudad de M¨¦xico tiene una tasa de homicidios de 4 por cada 100.000 habitantes y la de R¨ªo de Janeiro es de 38. En El Salvador o Guatemala hay constantemente masacres como la ocurrida recientemente en Ju¨¢rez. Sin embargo, sobre los zetas mexicanos se est¨¢n tejiendo leyendas que los hacen presentes y dominando el tr¨¢fico de drogas desde Alaska hasta Argentina. Los narcotraficantes, si bien operan globalmente, dif¨ªcilmente pueden mantenerse cohesionados en sus propias localidades, porque tienen una tendencia natural al conflicto y la fragmentaci¨®n.
Sobre la violencia en M¨¦xico hay mucho de mitos; exageraciones medi¨¢ticas y cr¨ªticas movidas por la oportunidad pol¨ªtica que ofrece el impacto de los muertos en la opini¨®n p¨²blica, algo que ha crecido en un a?o electoral. M¨¦xico tiene muchos retos, entre ellos los feudos de poder y monopolios econ¨®micos, sociales y medi¨¢ticos que afectan el desarrollo. Sin embargo, los carteles ligados al narcotr¨¢fico son la peor amenaza para el pa¨ªs, porque se han convertido en poderes f¨¢cticos que realizan una actividad violenta, expansiva y contagiosa. La decisi¨®n de enfrentar al narcotr¨¢fico no puede considerarse un capricho resultado de los viejos rituales del presidencialismo mexicano, o una decisi¨®n de inter¨¦s partidista, es una necesidad urgente para defender la soberan¨ªa del Estado.
Siendo imposible derrotar al comercio ilegal de drogas, la lucha es para reducir los da?os colaterales que provoca. En M¨¦xico, Colombia o Guatemala, "da?o colateral" significa grandes carteles que poseen poder financiero, fuerza social, dominio territorial, ej¨¦rcito propio, conexiones globales y una cultura de s¨ªmbolos, corridos musicales, santos y bandidos h¨¦roes que reproducen y expanden socialmente el delito. Reclutan polic¨ªas, cooptan instituciones, terminan sustituyendo al Estado y dominan territorios llamados ir¨®nicamente narcolandias que rigen bajo la ley de plata o plomo. La sociedad queda as¨ª indefensa, aumenta la droga en las calles, crecen las extorsiones, los secuestros y todos los delitos, los ciudadanos dejan de creer en el Estado y comienzan a buscar la seguridad en padrinos locales. Cobra as¨ª fuerza la creencia de que la paz depende de que nadie enoje, alborote o moleste a los delincuentes.
M¨¦xico necesita combatir a los grandes carteles hasta transitar el problema del narcotr¨¢fico de amenaza a la seguridad nacional a problema de seguridad p¨²blica. Sin convertir a los carteles en una amenaza menor, ¨¦stos terminar¨ªan apoder¨¢ndose de Estados, municipios, fronteras terrestres, puertos, aeropuertos e instituciones de seguridad completas. Colombia entendi¨® esto hasta que los narcotraficantes mataron a cuatro candidatos presidenciales y cuando ya hab¨ªan penetrado en todas las instituciones de seguridad. Esa tardanza le ha costado a Colombia dos guerras y m¨¢s de 200.000 muertos. En menos de 10 a?os el narcotr¨¢fico ha colocado a Guatemala en condici¨®n de indefensi¨®n, creando un feudalismo de mafias con extensos territorios convertidos en narcolandias.
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