Mexicanos de doble moral
Pol¨ªticos y medios reclaman a Arizona sin mirar los atropellos hacia centroamericanos en M¨¦xico
Pero desde luego que nos indignamos. ?C¨®mo est¨¢ eso de que por el solo hecho de que no parezcamos gringos, que no seamos rubios y con sobrepeso por tanta comida frita en nuestra dieta de comidas r¨¢pidas, nuestros paisanos puedan ser sujetos de arrestos, multas y deportaci¨®n? ?C¨®mo est¨¢ eso de que una violaci¨®n a la ley migratoria, que es una falta administrativa, se convierta en Arizona en un acto criminal? Por supuesto que tenemos que denunciarlo, en coro y desde todos lados.
Qu¨¦ bien que nuestros pol¨ªticos dejen de lado que Estados Unidos es una democracia para que exijan a Barack Obama, que como presidente de Estados Unidos frene esa ley - al final de cuentas, nuestros resabios culturales del autoritarismo nos permiten excesos como pedir al Ejecutivo que manipule a la federaci¨®n. Es excelente que la Iglesia cat¨®lica se queje y presione al gobierno federal de que haga algo por los pobres mexicanos que est¨¢n a punto de ser repatriados contra su voluntad, y que el gobierno ofrezca la defensa a ultranza de ellos. Qu¨¦ motivador es tambi¨¦n que en el Congreso haya voces que quieran promover iniciativas contra la ley antiinmigrante.
Hay una ola nacional contra la gesta racista en las tierras des¨¦rticas de Arizona. Pero en realidad vemos al norte para no voltear hacia nosotros mismos. Culpamos a otros sin mirar lo que hacemos de forma bastante m¨¢s salvaje y grotesca. Les gritamos que discriminan, que son d¨¦spotas, mal nacidos y exterminadores del multiculturalismo. Gritamos con la fuerza de nuestro pulm¨®n para esconder cu¨¢n hip¨®critas somos y lo infame de nuestra maniquea solidaridad. Sacamos lo mejor de nosotros para esconder lo peor porque, ?cu¨¢l fue la reacci¨®n mexicana cuando el a?o pasado la Comisi¨®n Nacional de Derechos Humanos dio a conocer su informe sobre el maltrato de los centroamericanos en M¨¦xico? ?Exacto! Nada.
Pero no nos confundamos. La ley antimigratoria que firm¨® la semana pasada la gobernadora Jan Brewer es la m¨¢s restrictiva que existe actualmente en Estados Unidos, lo que motiv¨® cr¨ªticas del presidente Obama inclusive antes de que la suscribiera y lo hizo advertir que el Departamento de Justicia observar¨¢ su aplicaci¨®n -de acuerdo con la ley en Arizona, en un plazo de 90 d¨ªas-, porque existe la posibilidad de que sea violatoria de los derechos humanos.
Brewer esper¨® hasta el final para hacer algo que sus antecesores se hab¨ªan negado a firmar. Arizona no se ha distinguido en los ¨²ltimos a?os por ser un espacio donde confluye un conocimiento amplio del complejo fen¨®meno migratorio, sino al contrario. Esta decisi¨®n que polariz¨® al pa¨ªs en unos cuantos d¨ªas se inscribe en el marco electoral que muchos fuera de Estados Unidos pasan de largo.
La ley antiinmigrante fue una iniciativa que el tesorero del estado Dave Martin aprovech¨® para presionar a Brewer y obligarla a tomar una posici¨®n p¨²blica. La gobernadora, que sustituy¨® a Janet Napolitano cuando Obama nombr¨® a ¨¦sta secretaria de Seguridad Territorial, buscar¨¢ la reelecci¨®n este a?o y en las primarias republicanas a finales de agosto, su principal adversario es, precisamente, Martin.
Una vena racista que se ha venido alimentando desde hace a?os cuando aparecieron en Arizona organizaciones vigilantes que crearon grupos paramilitares para frenar la inmigraci¨®n en la frontera con M¨¦xico, y sucesivos gobiernos que elaboraron m¨¢s de 200 iniciativas en contra de ese grupo en esta d¨¦cada, construyen parte del sedimento pol¨ªtico que se ha empalmado con la temporada electoral. La denuncia, como r¨¢pidamente se hizo en varios pa¨ªses centroamericanos cuyos inmigrantes tambi¨¦n resultar¨¢n afectados, es una obligaci¨®n moral y una posici¨®n pol¨ªtica.
Pero, ?con dobles discursos como el mexicano?
El reporte que dio a conocer la Comisi¨®n Nacional de Derechos Humanos denunci¨® que polic¨ªas se hab¨ªan vinculado con el crimen organizado -c¨¢rteles como Los Zetas y pandillas como los maras- para secuestrar, golpear, violar, prostituir, extorsionar y asesinar impunemente a inmigrantes a su paso por M¨¦xico. Entre septiembre de 2008 y febrero de 2009, periodo que comprendi¨® el estudio, fueron secuestrados un promedio de 67.7 inmigrantes centroamericanos por d¨ªa -una cifra que, bajo cualquier perspectiva, es escandalosa. En el 10 por ciento de esos casos se document¨® la participaci¨®n de autoridades.
El informe describi¨® algunos testimonios que recogi¨® de las v¨ªctimas, como el de una inmigrante salvadore?a, secuestrada junto con una compatriota, a quienes secuestraron en las v¨ªas de tren por la zona de Tierra Blanca, en el estado sure?o de Veracruz, para luego ser llevadas a una casa de seguridad. La salvadore?a record¨®: "Nos pidieron el n¨²mero de tel¨¦fono de nuestros familiares en Estados Unidos y nos amenazaron que si no se los d¨¢bamos nos matar¨ªan. Todo el tiempo nos insultaron con groser¨ªas, adem¨¢s de que nos dieron de cachetadas, nos daban empujones y patadas en todo el cuerpo, nos pegaban con un l¨¢tigo, nos taparon los ojos y nos amordazaron.
A mi compa?era la mataron porque ella no ten¨ªa qui¨¦n le ayudara y no les dio ning¨²n n¨²mero... le dispararon dos veces en la cabeza y la dejaron desangr¨¢ndose como tres horas enfrente de m¨ª para intimidarme.
"El lugar en donde me tuvieron secuestrada es una casa grande, oscura, sucia, que ol¨ªa mal. Los dos d¨ªas que estuve secuestrada dorm¨ªa en el piso, no hab¨ªa cobijas y s¨®lo me dieron una vez de comer un pan duro y poquita agua, adem¨¢s de que los individuos que me secuestraron me desnudaron y me violaron. En ese lugar todo el tiempo se escuchaban quejidos, gritos y lamentos de otras personas que posiblemente estaban secuestradas".
Los investigadores de la Comisi¨®n Nacional de Derechos Humanos encontraron las ligas de complicidad entre delincuentes y autoridades por todo el pa¨ªs. Descubrieron que las redes de traficantes humanos llegan a darles salvoconductos a los inmigrantes, que es un nombre-clave, ¨²til para que cuando en el trayecto hacia la frontera con Estados Unidos los vuelvan a secuestrar para extorsionarlos, sus nuevos captores ya no les cobrar¨¢n. El monto que pagan cada uno de los inmigrantes va de 1,500 mil a 5,000 d¨®lares, y en volumen este il¨ªcito gener¨® una utilidad, en el periodo que investigaron, superior a los 25 millones de d¨®lares.
La denuncia fue difundida con discreci¨®n en los medios de comunicaci¨®n, y provoc¨® nulas medidas correctivas del gobierno federal y menos a¨²n de los gobiernos estatales, donde sus polic¨ªas resultaron involucradas. Los pol¨ªticos deben haber estado entretenidos con algo muy importante para el futuro de la patria, pues pr¨¢cticamente no se enteraron de las violaciones a los derechos humanos cometidas en contra de centroamericanos y ciudadanos de otros pa¨ªses en territorio mexicano.
Ya sabemos. Hablar a favor de los inmigrantes no tiene ninguna utilidad pol¨ªtica. Hablar contra los gringos, tiene enormes r¨¦ditos. Con gritos no se resuelve nada en Estados Unidos, porque el problema, por m¨¢s molestia que nos pudiera llegar a causar, es dom¨¦stico. Con gritos en M¨¦xico a favor de inmigrantes se habr¨ªa generado una corriente de opini¨®n p¨²blica que podr¨ªa haber puesto presi¨®n sobre autoridades y legisladores para que este problema a?ejo de racismo y violencia contra los indocumentados en este pa¨ªs pudiera comenzar a tener contrapesos pol¨ªticos, judiciales y, eventualmente, alguna soluci¨®n que no fuera la extorsi¨®n, la violencia y la muerte.
Pero es pedirle demasiado a nuestras clases gobernantes, que hablan mucho y hacen poco, o hacen mucho cuando el esfuerzo es m¨ªnimo y no se meten en problemas reales, como habr¨ªa sucedido si gritaran tan fuerte por los inmigrantes que cruzan M¨¦xico, como lo est¨¢n haciendo hoy en d¨ªa en el Ca?¨®n del Colorado. En Estados Unidos probablemente no influir¨¢n en absoluto, ni incidir¨¢n en frenar la tendencia racista en estos tiempos electorales. Pero si lo denunciaran en M¨¦xico con la vehemencia y reiteraci¨®n que lo hacen frente a Estados Unidos, podr¨ªan haber hecho una diferencia, y la doble moral que exudan por la piel habr¨ªa sido un punto negro en nuestra historia, no una realidad que diariamente nos atropella.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.