Armas y guerras del futuro
El New York Times lo cont¨® este pasado viernes, pero Georges Friedman, sobre quien escrib¨ª este pasado domingo, tambi¨¦n lo ha explicado en su libro sobre c¨®mo ser¨¢ el mundo en los pr¨®ximos cien a?os. Friedman, adem¨¢s de dedicarse sobre todo a la geopol¨ªtica, es asesor en temas militares sobre temas armament¨ªsticos y estrat¨¦gicos, de manera que sabe de lo que habla. La nueva arma del futuro, que est¨¢ ya concibi¨¦ndose ahora, son los misiles ultras¨®nicos, capaces de alcanzar un objetivo en cualquier parte del planeta en cuesti¨®n de minutos, una hora como m¨¢ximo. Combinan la precisi¨®n y el guiado cibern¨¦tico de los drones actuales con una carga explosiva de gran intensidad capaz de destruir instalaciones situadas en b¨²nkeres subterr¨¢neos. Su velocidad permite ahorrarse la dispersi¨®n de las instalaciones y elimina la necesidad de numerosas bases.
La guerra mundial que Friedman ha imaginado para mitad de siglo, cuando Obama sea un anciano de gran edad o haya ya muerto, tendr¨¢ en los misiles supers¨®nicos, capaces de atacar tambi¨¦n plataformas espaciales, una de sus armas m¨¢s poderosas. Todo esto funciona muy bien en la ciencia ficci¨®n, que es el territorio en el que cae la geopol¨ªtica cuando quiere llegar demasiado lejos en el tiempo. Pero en la pr¨¢ctica, los misiles supers¨®nicos plantean otro problema, que los rusos, con la perspicacia que les ha dado la competici¨®n de la guerra fr¨ªa y de sus actuales estribaciones, han se?alado con un punto de irritaci¨®n: ?qui¨¦n nos asegura que estos veloces misiles de muy largo alcance no llevar¨¢n una carga nuclear, de forma que inmediatamente se rompa cualquier equilibrio?
De momento, el arma del inmediato futuro no es todav¨ªa el misil supers¨®nico, sino el dron, es decir, el avi¨®n no tripulado que se controla desde una base situada a veces en el territorio norteamericano y que permite bombardeos de precisi¨®n y asesinatos selectivos. Se est¨¢ usando en Afganist¨¢n y Pakist¨¢n con gran intensidad y con efectos a veces no deseables. A pesar de las enormes virtudes de la cibern¨¦tica, los efectos colaterales son en muchos casos terribles. Si hay deslizamientos inadmisibles cuando las armas son utilizadas por soldados que act¨²an directamente sobre el terreno con los objetivos a vista, c¨®mo ser¨¢n las cosas cuando la diana se halla a miles de kil¨®metros y el juego de play station es todav¨ªa m¨¢s evidente.
Sobre los drones, como sobre otro tipo de guerras de enorme trascendencia como son las meramente cibern¨¦ticas, que afectan a las comunicaciones y a los sistemas inform¨¢ticos del pa¨ªs que se quiere atacar, Friedman no nos dice apenas nada en su libro. Pero esto no significa que no sean cruciales. Tampoco nos dice nada sobre el futuro de Israel, fuera de dar por descontado, como quien no le da importancia, que ser¨¢ un Estado militarmente fuerte a lo largo del siglo XXI.
(Enlace con el art¨ªculo del New York Times sobre la nueva arma).
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