Times Square contiene la respiraci¨®n
"Se ha evitado un hecho mort¨ªfero", dijo el alcalde Bloomberg.- El ¨¢rea m¨¢s concurrida de la ciudad recuper¨® el pulso 12 horas despu¨¦s de ser desalojada
La amenaza terrorista volvi¨® a ense?ar sus garras en Nueva York. Y esta vez, el miedo se apoder¨® durante horas de la zona m¨¢s tur¨ªstica de la ciudad, donde se concentran los teatros de Broadway, por donde pasan cada d¨ªa 300.000 ciudadanos en transporte p¨²blico y 37,6 millones de personas al a?o. Sucedi¨® en la que se podr¨ªa decir es la hora punta en Times Square los fines de semana, cuando se alzan los telones de grandes espect¨¢culos como Billy Elliot o El rey Le¨®n. Michael Bloomberg, el alcalde de Nueva York, tuvo que abandonar con la pajarita al cuello la cena de gala que anualmente ofrecen en Washington los corresponsales de la Casa Blanca, para atender la emergencia.
Era una tarde c¨¢lida, muy h¨²meda, que a pesar de que amenazara lluvia invitaba a pasear. La alarma salt¨® a las 18.30 horas locales, pasada la media noche en Espa?a. Un vendedor de camisetas, antiguo combatiente de Vietnam, alert¨® a la polic¨ªa por un humo blanco sospechoso que sal¨ªa de un veh¨ªculo, aparcado a la altura de la calle 45 entre la S¨¦ptima y la Octava avenidas.
Times Square estaba a rebosar de paseantes. Se trata de la zona de los gigantescos neones, donde las multinacionales como Coca-Cola y Samsung muestran al mundo su poder¨ªo, donde se encuentran tambi¨¦n las sedes de la agencia Reuters, o de la auditora Ernst & Yong, el Bank of Am¨¦rica, y la cadena deportiva ESPN. Ah¨ª es por donde pasan una quincena de l¨ªneas de metro, donde confluyen las calles de Broadway con los teatros m¨¢s famosos del mundo, donde se encuentran los hoteles m¨¢s concurridos por los turistas y donde se celebra la gran fiesta de fin de a?o. La plaza se convirti¨® en un refugio para peatones desde que el pasado verano el alcalde iniciase un plan para robar al tr¨¢fico amplias zonas de Manhattan y llenarlas de mesas y tumbonas.
De pronto, el lugar m¨¢s concurrido de esta ciudad de ocho millones de habitantes qued¨® desierto. Las calles fueron cortadas al tr¨¢fico y desalojadas. Las sillas y las mesas rojas de las terrazas de la calle 46 quedaron de pronto vac¨ªas, algunas tiradas por el suelo tras la evacuaci¨®n de los clientes. Tambi¨¦n fueron desalojados siete teatros, restaurantes, tiendas y algunos edificios cercanos. Durante horas nadie pudo entrar ni salir del gigantesco hotel Marquis. Las luces de los neones siguieron encendidas, sin nadie que los mirase. Uno de los r¨®tulos informativos de la cadena ABC anunciaba que la zona hab¨ªa sido desalojada ante la presencia de un veh¨ªculo sospechoso.
En principio se cre¨ªa que se pod¨ªa tratar de una falsa alarma, como la que se produjo el pasado invierno con una furgoneta sospechosa en Broadway que provoc¨® tambi¨¦n el acordonamiento de la zona en plena hora punta de trabajo. Pero cuando los artificieros intervinieron el veh¨ªculo se percataron de que la amenaza era real.
El material no estaba dise?ado para echar una estructura abajo, como pas¨® con la furgoneta bomba que en 1993 explot¨® en el garaje del World Trade Center. Pero hubiese creado, como m¨ªnimo, una bola de fuego en medio de la muchedumbre. El dispositivo no funcion¨®. Y afortunadamente, el que lo dise?¨® no era un experto. Como dijo el alcalde, se evit¨® "lo que podr¨ªa haber sido un hecho muy mort¨ªfero". Sin duda, algo mucho m¨¢s serio que el explosivo que en marzo de 2008 un ciclista lanz¨® contra la oficina de reclutamiento en la emblem¨¢tica plaza.
Times Square fue abierta al p¨²blico cuando la polic¨ªa tuvo la certeza de que no hab¨ªa otros veh¨ªculos sospechosos. En algunos hoteles, el retorno de los hu¨¦spedes se hizo en grupos de 10. Apenas 12 horas despu¨¦s del incidente, Nueva York volvi¨® a recuperar el pulso normal. El show deb¨ªa continuar en los teatros de Broadway. Pero la amenaza continuaba sobrevolando la ciudad.
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