La periodista peruana Vicky Pel¨¢ez, ?esp¨ªa rusa?
La reportera espa?ola afincada en M¨¦xico Judith Torrea, premio Ortega y Gasset de periodismo, cuenta en primera persona su reacci¨®n al enterarse de que una periodista amiga hab¨ªa sido detenida junto a varios rusos por espionaje en EE UU
"?La conoces?" Es la pregunta de una amiga. Por correo electr¨®nico. Al leer una nota en la portada del portal de CNN: acusan a la periodista peruana Vicky Pel¨¢ez de ser esp¨ªa para Rusia, junto a otros 10 m¨¢s, en Nueva York. ?Vicky, esp¨ªa rusa? ?No puede ser! ?Pero si apenas sab¨ªa algo de ingl¨¦s! Es mi primera reacci¨®n. Quiz¨¢ ya no s¨¦ lo que es realidad o ficci¨®n: en mi querida Ciudad Ju¨¢rez el surrealismo mortal ya no tiene l¨ªmites. Este mes de junio est¨¢ siendo el m¨¢s violento con 286 asesinatos, en un a?o de 1.385 cad¨¢veres. Hasta hace unos minutos.
Llamo a su casa en Yonkers, un suburbio del norte de Nueva York pegado a casas p¨²blicas de El Bronx. A esta hora, pienso, todav¨ªa no ha entrado a trabajar a El Diario/La Prensa, de Nueva York: a la mesa de redacci¨®n de nacional e internacional donde buscaba y pegaba notas de agencia. Sin tener que llamar a las fuentes, sin conocer a los pol¨ªticos. Muerta en su pasi¨®n de reportera intr¨¦pida que renac¨ªa cada semana al escribir su columna, sin pelos en la lengua. Y con la que cada d¨ªa se ganaba m¨¢s enemigos. Dentro y fuera de esa redacci¨®n, donde fue l¨ªder sindical hasta hace unos meses.
Fuimos compa?eras hace tres a?os cuando yo cubr¨ªa la alcald¨ªa de Nueva York. En su cara se reflejaba lo que pensaba. Sus columnas hablaban de justicia social, una mujer de izquierda. Siempre cuestionada por su ideolog¨ªa. En Per¨², incluso por su secuestro en 1984 durante unas horas por el Movimiento Revolucionario T¨²pac Amaru (MRTA) cuando trabajaba para el canal de televisi¨®n Frecuencia Latina, creando un nuevo estilo de narrar las noticias en directo. Y en su ciudad adoptiva -porque Vicky es ciudadana estadounidense- tampoco se libr¨® de las cr¨ªticas por sus posturas liberales que no ocultaba.
Nacida hace 55 a?os en una familia humilde de Cuzco. Clara, abierta, sonriente, atractiva, con su melena larga y rizada, que escrib¨ªa en el teclado con dos dedos y vest¨ªa con ropa de colores. Que iba a clases de pintura, segu¨ªa por conciertos a su hijo menor, un prodigio del piano, y cocinaba ceviche, siempre que pod¨ªa. Desde hace un tiempo menos: para ahorrar, porque no sab¨ªa c¨®mo iba a pagar la matr¨ªcula del adolescente si ¨¦ste no recib¨ªa una beca.
Waldo Mariscal, su hijo mayor, un arquitecto de 38 a?os, contesta el tel¨¦fono. Para negar cada una de las acusaciones:
-"Yo no veo la luz, no tenemos un buen abogado, s¨®lo un defensor p¨²blico".
No hay dinero con qu¨¦ pagar. Ese es el problema, me cuenta.
La casa est¨¢ destrozada, comenta. Hay c¨¢maras ocultas hasta en los inodoros, el tel¨¦fono est¨¢ intervenido. "Esto parece una pel¨ªcula de Alfred Hitchcock. Es horrible"
El domingo a la noche cuando Vicky, su hijo de 17 a?os y su segundo esposo Juancho L¨¢zaro -un uruguayo que hablaba con acento el espa?ol y naturalizado peruano- regresaban de una fiesta, su veh¨ªculo fue interceptado por dos unidades del FBI. Leo el documento de la investigaci¨®n realizada desde los a?os 90 y presentada en la Corte de Nueva York. Y ah¨ª Vicky y Juancho son agentes de la Federaci¨®n Rusa, que recibieron entrenamiento intenso en lenguas, escritura invisible y telecomunicaciones, antes de llegar a Estados Unidos.
Es m¨¢s, se documenta que Pel¨¢ez recibi¨® un paquete con dinero en el 2000 en un parque de un pa¨ªs sudamericano de un representante del gobierno de Rusia.Y que su esposo tambi¨¦n recibi¨® dinero en el 2007. Cuanto m¨¢s leo pienso que estoy sumergida en una pel¨ªcula del agente 007, James Bond. Aunque la Vicky que yo conoc¨ª se queda bastante atr¨¢s. En todo. Para el martes, la mayor¨ªa de los medios la hab¨ªan sentenciado. Era portada incluso del New York Times, aunque obviaron su nombre y el del diario hispano para el que trabaja.
La pel¨ªcula real sigue ma?ana jueves. Con su comparecencia a la corte. Desde Ciudad Ju¨¢rez la seguir¨¦. Entre la muerte constante: de un discurso mortal llamado guerra contra el narcotr¨¢fico.
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