El ocaso del berlusconismo
El modelo pol¨ªtico de Il Cavaliere parece herido de muerte por su incapacidad de cristalizar en un liderazgo que dirija el pa¨ªs, precisamente el valor que le hab¨ªa potenciado por encima de la pulverizada izquierda
La par¨¢bola del berlusconismo se ha alimentado en estos 16 a?os de varias fuerzas motrices, siendo el poder¨ªo medi¨¢tico sin duda la m¨¢s evidente de ellas. Hay otra, sin embargo, igual de imprescindible para entender el fen¨®meno: la at¨¢vica hiperfragmentaci¨®n pol¨ªtico-social de Italia, un cosmos sin centro de gravedad, en el que se mueven como pueden corporaciones, clanes, castas, corrientes de partido, sindicatos y familias. Un sistema gaseoso y atomizado -pr¨¢cticamente desde la ca¨ªda del Imperio Romano- que es la clave para entender el desorden que padece la vida colectiva italiana y de la consecuente, recurrente, fascinaci¨®n con la figura de hombres fuertes que prometan arreglarlo.
Mussolini cabalg¨® un sentimiento parecido. En circunstancias diferentes, en la Italia democr¨¢tica de las ¨²ltimas dos d¨¦cadas, Berlusconi ha captado un profundo deseo de estabilidad. Frente a una izquierda pulverizada en decenas de partidos, el magnate se irgui¨® aglutinando detr¨¢s de s¨ª -quiz¨¢, m¨¢s bien, debajo de s¨ª- las filas del centroderecha y el apoyo de la elite cat¨®lica y de la espina dorsal empresarial del pa¨ªs. Hoy, ese fundamental rasgo del berlusconismo padece un desaf¨ªo existencial.
Gianfranco Fini, el aliado cofundador del Pueblo de la Libertad, ha llevado hasta el extremo el pulso con el l¨ªder. La rebeld¨ªa, en s¨ª, es un golpe duro para Berlusconi. Su fundamento lo convierte en potencialmente letal. Fini pone una "cuesti¨®n moral" en la base de su disenso. ?l y los suyos meten cotidianos dedos en los ojos del Gobierno, a cada caso de corrupci¨®n, abuso de poder o simple indecencia del gabinete. Cada vez que el Ejecutivo pone el inter¨¦s de un particular por encima del colectivo. La cuesti¨®n moral toca fibra sensible, el poderoso mundo cat¨®lico da se?ales de impaciencia y la olla judicial est¨¢ en ebullici¨®n.
El gui¨®n ahora est¨¢ claro: Berlusconi luchar¨¢ a fondo para agotar la legislatura, que expira en 2013. Sin la coraza del poder, tendr¨ªa que pasar por terribles horcas caudinas judiciales. Sus opositores ?Fini, democristianos centristas, el centroizquierda? tendr¨¢n la tentaci¨®n de recurrir a la vieja f¨®rmula italiana del gobierno t¨¦cnico.
Berlusconi puede ganar la partida, su entramado de poder tiene todav¨ªa vigor. Pero el berlusconismo parece herido de muerte, por la constataci¨®n de su incapacidad de cristalizar un liderazgo que dirija ordenadamente al pa¨ªs. Eso le desangrar¨¢ m¨¢s que el mal estado de la econom¨ªa o sus andanzas sexuales. Muchos italianos parec¨ªan dispuestos a perdonar graves pecados con tal de ver garantizado ese liderazgo.
"?Ay sierva Italia, nave sin timonel en gran borrasca", lament¨® Dante en un canto del Purgatorio, all¨¢ por el a?o 1300. Italia sufre una dificultad cr¨®nica para dotarse de timoneles dignos y capaces. Es la labor de aquellos que trabajan bajo cubierta lo que la mantiene a flote. A menudo, con navegaciones maravillosas.
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