Escenas de guerra en Corea
Las circunstancias han querido que coincidiera la visita de un grupo de diputados de la Asamblea Parlamentaria de la OTAN, de la que formo parte, a Corea del Sur, para tratar asuntos relacionados con la seguridad de la regi¨®n, con el ataque de Corea del Norte a una peque?a isla surcoreana pr¨®xima a la frontera del Mar Amarillo. Cuando empezaron a caer casi cien proyectiles sobre un ¨¢rea residencial de Yeonpyeong, llev¨¢bamos unos 10 minutos reunidos con el general Sharp, comandante en jefe de las fuerzas de Naciones Unidas, de las unidades conjuntas de varios pa¨ªses, entre ellos 8 de la UE, y de las propias tropas de Estados Unidos en Corea. El alto mando militar interrumpi¨® sus explicaciones sobre el complicado entorno de seguridad de la zona y, con cara de p¨®ker, abandon¨® la reuni¨®n. Poco m¨¢s tarde supimos por qu¨¦.
Los contactos previstos en nuestro programa estaban dirigidos a explorar las posibilidades de aplicar en la pen¨ªnsula coreana el concepto de "seguridad cooperativa", tal como se defini¨® en la reciente cumbre de la OTAN en Lisboa. La respuesta desde Pyongyang no pudo ser m¨¢s expl¨ªcita. Antes de encontrarnos con el general Sharp, nos reunimos con diputados de la Asamblea Nacional de Corea del Sur. Su visi¨®n sobre los problemas de seguridad est¨¢ condicionada por un hecho inapelable: el "Gran Se¨²l", con 20 millones de habitantes, est¨¢ a solo 60 kil¨®metros de la frontera. Pasar¨ªan pocas horas para comprobar qu¨¦ significa eso.
La impresi¨®n que transmiten los responsables surcoreanos es que para ellos no ha terminado la Guerra Fr¨ªa. Te enumeran de memoria la cascada de amenazas procedentes de la dictadura norcoreana: pruebas nucleares desde 2006 o ensayos bal¨ªsticos desde 1998, adem¨¢s del ataque de marzo pasado contra una corbeta, que caus¨® 46 muertos. No es dif¨ªcil entender la singularidad del pa¨ªs. Algunos datos ayudan a comprenderles. Corea del Norte, con 23 millones de habitantes, tiene un mill¨®n de soldados, casi el 70% desplegados cerca de la frontera. Corea del Sur, con 49 millones de habitantes, tiene un Ej¨¦rcito de 400.000 efectivos. En estas circunstancias, no debe sorprendernos que el 87% de los surcoreanos considere decisiva para su seguridad la presencia de las tropas americanas. Se sienten permanentemente "a tiro" de un "Estado gamberro", aunque bien armado, un Estado que se ha convertido en una gran potencia militar y nuclear, a la vez que un completo desastre econ¨®mico.
En la sociedad surcoreana se ha instalado la idea de que las alianzas militares son inevitables. Frente a la alianza de Corea del Norte con China, necesita la suya con Estados Unidos. Las posiciones que mantuvo en su d¨ªa el Partido Dem¨®crata coreano, favorables a una mayor autonom¨ªa de Washington, nunca fueron demasiado lejos y, tal vez, influyeran en su debacle electoral. Para cualquier sociedad, la seguridad es un bien p¨²blico irrenunciable. En la reuni¨®n que mantuvimos con los diputados de distintos partidos, ninguno expres¨® discrepancias sobre los ejes centrales de la pol¨ªtica de seguridad. Los parlamentarios y la inmensa mayor¨ªa de la opini¨®n p¨²blica surcoreana son conscientes de los riesgos a los que se enfrentan.
Respecto al ataque contra Yeonpyeong, me tengo que remitir a lo que he escuchado de labios de las propias autoridades surcoreanas: se trata de un pelda?o m¨¢s en la escalada de agresiones de los ¨²ltimos a?os. El viceministro de Asuntos Exteriores hizo hincapi¨¦, en la reuni¨®n que mantuvimos con ¨¦l, en que "es la primera vez desde la guerra que atacan territorio surcoreano y, adem¨¢s una zona residencial". Se trata, agreg¨®, de una grave vulneraci¨®n de todos los acuerdos firmados entre las dos partes. Por eso, el Gobierno de Se¨²l se ha sentido obligado a anunciar "una respuesta contundente" si se produjera otra agresi¨®n. Pero, ?por qu¨¦ un ataque en este momento contra una zona habitada? Las autoridades surcoreanas piensan que en la decisi¨®n han influido las dificultades que encuentra r¨¦gimen norcoreano para imponer al estamento militar la sucesi¨®n del actual dictador, Kim Jong-il, en la persona de su hijo, Kim Jong Un, reci¨¦n nombrado general con solo 26 a?os. Y que Corea del Norte eleva la presi¨®n ante la posibilidad de reanudar las negociaciones con EEUU sobre su programa nuclear.
Tras la cumbre de Lisboa, que ha apostado por el fortalecimiento de la "seguridad cooperativa" como forma de afrontar los desaf¨ªos globales a la seguridad y ha iniciado una nueva etapa de colaboraci¨®n con Rusia, el ataque criminal del pasado d¨ªa 23 supone un grave retroceso en la construcci¨®n de la paz. La comunidad internacional debe reaccionar ante una violaci¨®n tan flagrante de la Carta de las Naciones Unidas. El gobierno surcoreano est¨¢ convencido de que se producir¨¢ otro ataque y, en ese caso, la respuesta ser¨¢ inevitable. Todos los actores de la zona, empezando por China, deben evitarlo. La guerra de Corea, la guerra de nuestros padres, no debe ser la guerra de nuestros hijos. No hay tiempo que perder.
Jes¨²s Cuadrado, portavoz de defensa del grupo parlamentario del PSOE y presidente de la delegaci¨®n espa?ola de la Asamblea Parlamentaria de la OTAN
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