Los yanquis mientan lo tab¨²
Si Mohamed VI y su majz¨¦n pensaban que, a diferencia de algunos periodistas espa?oles y franceses, la embajada de Estados Unidos en Rabat y su consulado en Casablanca mandaban a Washington informes hablando de las bellezas naturales e hist¨®ricas del reino, de la variedad de colores y olores de sus mercados, de las delicias del cusc¨²s y el t¨¦ a la menta, del humor y la hospitalidad de sus gentes, del lujo y confort de sus grandes hoteles, de su imparable apuesta por la combinaci¨®n de tradici¨®n y modernidad, si era eso lo que cavilaban, se habr¨¢n llevado un chasco monumental al leer los cables fechados en 2008 y 2009 conseguidos por Wikileaks y publicados por EL PA?S y otros cuatro diarios internacionales.
Resulta que la embajada y el consulado de un pa¨ªs tan amigo, de un protector tan imprescindible, de una potencia tan amante del orden, de un promotor tan vigoroso de los negocios, enviaban a la ciudad del Potomac informes hablando de corrupci¨®n, burocracia e ineficacia. Justo como esos malditos periodistas. De hecho, tanto se parec¨ªan esos cables a las cr¨®nicas period¨ªsticas que hasta intentaban imitar su estilo e inclu¨ªan t¨ªtulos como Todos los hombres del Rey (All the King?s men) y Un cuento de proporciones reales (A tale of royal proportions) .
Porque s¨ª, y ah¨ª est¨¢ lo que duele, los diplom¨¢ticos norteamericanos en Marruecos mentaban en sus cables lo tab¨²: al mism¨ªsimo rey. Osaban decir, y con ejemplos concretos, que el monarca y la gente de su estrecha confianza ten¨ªan una "glotoner¨ªa vergonzosa" -s¨ª, tales eran sus palabras- a la hora de llevarse comisiones por proyectos inmobiliarios en el reino. No, no se dedicaban los diplom¨¢ticos yanquis a despotricar de los gu¨ªas y vendedores de alfombras de los zocos. Ni se limitaban a contar algo tan sabido como que el tr¨¢fico de hach¨ªs dobla incluso los ingresos por turismo. Ni tan siquiera a informar de la picard¨ªa de aquel funcionario de la Polic¨ªa que se dedic¨® a importar motos BMW cuando supo que ¨¦stas eran las que iban a equipar a las fuerzas de seguridad. Ni a se?alar que para conseguir licencias de construcci¨®n en Casablanca hab¨ªa que soltar unas buenas mordidas a funcionarios m¨¢s o menos altos. Los diplom¨¢ticos estadounidenses, esa gente a la que tantas veces se hab¨ªa invitado a cusc¨²s y mechui, apuntaban con el dedo al mism¨ªsimo Rey y sus grandes amigos Fuad Ali el Himma y a Mounir Majidi.
Ya puestos a no respetar ni lo m¨¢s sagrado, el embajador Riley enviaba en agosto de 2008 un despacho a Washington describiendo el estado de las Fuerzas Armadas Reales como en proceso de modernizaci¨®n, de acuerdo, pero lastradas por la corrupci¨®n, s¨ª, otra vez esa palabra, y tambi¨¦n por la ineficacia burocr¨¢tica, el bajo nivel de educaci¨®n y el alto riesgo de radicalismo.
?Es que se han hecho comunistas los diplom¨¢ticos estadounidenses? As¨ª lo parece, Majestad. Porque, si no, c¨®mo explicar que, en mayo de 2008, el consulado de Casablanca enviara a Washington un cable en el que, tras reconocer el despertar urbano y econ¨®mico de esa metr¨®polis, a?adiera la observaci¨®n de que ser¨ªa preciso que la prosperidad fuera "compartida m¨¢s extensamente" para beneficiar a "todos los segmentos de la sociedad".
?Reaccionar¨¢n el Palacio Real, el Gobierno y la prensa adicta a esas revelaciones con la misma susceptibilidad con que lo hacen a los art¨ªculos publicados en determinados peri¨®dicos de Madrid y Par¨ªs? O, ya puestos, a las resoluciones del Congreso espa?ol. Affaire ¨¤ suivre.
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