La leyenda de Kennedy sigue viva 50 a?os despu¨¦s de su toma de posesi¨®n

Cuando se cumplen hoy 50 a?os desde su toma de posesi¨®n como presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy sigue siendo el pol¨ªtico m¨¢s popular del pa¨ªs. Tambi¨¦n el m¨¢s querido, el m¨¢s recordado, el m¨¢s fotografiado e imitado. En una naci¨®n que se puede sentir orgullosa de haber producido una larga lista de consistentes servidores p¨²blicos, desde sus padres fundadores hasta nuestros d¨ªas, el ¨²nico mito es Kennedy. El Congreso le rinde homenaje al mediod¨ªa (hora local de Washington, seis horas m¨¢s en la Espa?a peninsular), las televisiones emiten especiales y Barack Obama le regalar¨¢ un discurso en un acto de conmemoraci¨®n esta noche.

Su leyenda se prolonga y se enriquece. Con ocasi¨®n de este aniversario, la fundaci¨®n que protege su memoria ha hecho p¨²blicas nuevas fotos y conversaciones, en cada cual m¨¢s humano, m¨¢s pr¨®ximo. Cada nueva generaci¨®n, como dec¨ªa recientemente su hija Caroline en una entrevista, pone al d¨ªa su aprecio hacia el c¨¦lebre apellido y encuentra en ello una forma de conectar con sus antepasados, con sus ra¨ªces, con su historia. Es una hermosa manera de hacer patria: conseguir que los j¨®venes sepan que Kennedy es algo m¨¢s que el nombre de un aeropuerto de Nueva York.

La memorable frase que pronunci¨® hace exactamente medio siglo -"No preguntes lo que tu pa¨ªs puede hacer por ti, sino lo que t¨² puedes hacer por tu pa¨ªs"- la conocen de memoria los escolares y las recitan reverencial y peri¨®dicamente tanto los pol¨ªticos de derechas como de izquierdas.

La encuesta Gallup certifica cada a?o a Kennedy como el mejor presidente de la historia, seguido de Ronald Reagan, del que precisamente se cumple este a?o el primer centenario de su nacimiento. Son algo misteriosas las razones del ¨¦xito de ambos -ninguno hizo, en realidad, reformas que marcaran ¨¦poca-, pero m¨¢s a¨²n en el caso de Kennedy. Aunque es verdad que su espl¨¦ndida gesti¨®n de la crisis de los misiles en Cuba seguramente evit¨® una guerra y merece, por s¨ª sola, un gran reconocimiento, el resto de su gesti¨®n se estrell¨® constantemente con un Congreso hostil y no dej¨® nada trascendente.

No es su gesti¨®n lo que perdura. Perdura su magia, su encanto, un don del que gozan algunos seres humanos y que les permite trascender sobre su obra y sobre los tiempos.

Con John Kennedy naci¨® tambi¨¦n la leyenda del poder de los Kennedy . Era el hijo de un millonario que se cri¨® entre privilegios de los que gozaron tambi¨¦n sus descendientes. Pero el poder de los Kennedy no es consecuencia de su dinero sino del halo que la personalidad de Kennedy dej¨® en herencia. Despu¨¦s de que dos hermanos aspirasen a la presidencia y otros hijos, sobrinos y primos se moviesen en la pol¨ªtica, no hay ya ning¨²n Kennedy en el Congreso .

No importa. El mito sobrevivir¨¢ mientras EE UU sobreviva, porque esta naci¨®n cree en el principio de que destruir sus mitos, o dejarlos morir de inanici¨®n, es destruirse a s¨ª misma.