Al abuelo Cebolleta le llevan al asilo
La estramb¨®tica familia ideada por el genial Manuel V¨¢zquez cumple 60 a?os con la reedici¨®n de sus historietas m¨¢s memorables
La familia Cebolleta, el costumbrista y castizo retrato de los avatares de una familia espa?ola durante los a?os m¨¢s ¨¢speros del franquismo, cumple 60 a?os. Ediciones B lo celebra con la publicaci¨®n este mi¨¦rcoles de una colecci¨®n que recoge las 43 historietas m¨¢s c¨¦lebres del serial concebido por el dibujante Manuel V¨¢zquez (Madrid, 1930 - Barcelona, 1995) a comienzos de la d¨¦cada de los 50 y cuyo humor absurdo sigue vigente medio siglo despu¨¦s. Un tesoro para coleccionistas y seguidores de los autores que alumbr¨® la extinta Editorial Bruguera, entre los que V¨¢zquez ocup¨® un lugar privilegiado como maestro de sus compa?eros de l¨¢piz y papel.
Pero, dejando de lado el factor nostalgia, ?qu¨¦ queda de esa familia apolillada y antigua en la actual sociedad espa?ola?. "La familia Cebolleta de hoy en d¨ªa ser¨ªa una familia absolutamente desestructurada. El padre estar¨ªa en el paro, la madre trabajar¨ªa de cualquier cosa y los hijos estar¨ªan con 30 a?os todav¨ªa en casa y no respetar¨ªan ninguna autoridad. Y el abuelo, la figura m¨¢s car¨ªsm¨¢tica del tebeo, estar¨ªa recluido en una residencia". El catal¨¢n Antonio Guiral, experto en c¨®mics y autor de By V¨¢zquez, valora as¨ª cualquier intento de encajar el modelo de familia que retrat¨® durante dos d¨¦cadas V¨¢zquez en la Espa?a actual.
"La sociedad que trataba la familia Cebolleta era la propia de la posguerra espa?ola y m¨¢s adelante la de la Espa?a de los a?os 60, con el pluriempleo y los planes de desarrollo de aqu¨¦l entonces. Actualmente la situaci¨®n de crisis mundial es otra. Aunque las situaciones personales de carest¨ªa y vida dif¨ªcil no difieren mucho de aqu¨¦llas", explica por su parte Manuel De Cos, editor de C¨®mic de Ediciones B.
En aquel lejano 1951 un jovenc¨ªsimo Manuel V¨¢zquez comenzaba a despuntar en el sombr¨ªo panorama espa?ol del humor gr¨¢fico con creaciones como La familia Cebolleta o Las Hermanas Gilda. Fue en las p¨¢ginas de El DDT contra las penas, una revista semanal de la Editorial Bruguera dirigida al p¨²blico adulto , donde se public¨® la primera historia de la iconoclasta familia Cebolleta, muy alejada de los usos y costumbres del momento y poco impregnada de los valores que promulgaba el nacionalcatolicismo.
El padre de familia, Don Rosendo, un se?or calvo con pajarita entregado a un trabajo de oficinista con horarios leoninos, "no era precisamente la persona m¨¢s respetada, sino de la que abusaba el resto de la familia y a la que ped¨ªan constantemente dinero. No ten¨ªa ning¨²n dote de mando", explica Guiral. Do?a Leonor, la madre y ama de casa, perd¨ªa las horas en fr¨ªvolos cotilleos sobre ropa y en dilapidar el dinero de su marido, y el abuelo de largas barbas blancas y eterno pie enyesado "era un hombre terriblemente pesado y ego¨ªsta, al que solo importaba contar sus interminables batallitas", recuerda Guiral. Por ¨²ltimo, estaba el peque?o y travieso Di¨®genes.
Este elenco de alocados personajes ten¨ªa su contrapunto en el loro Jerem¨ªas, un animal cargado de cinismo y que, a diferencia de sus iguales, "no repet¨ªa lo que dicen los dem¨¢s, sino que era la voz cr¨ªtica con conciencia propia que dec¨ªa lo que no pueden decir los seres humanos". Adem¨¢s, en contraste con la coet¨¢nea familia Ulises, de Joaqu¨ªn Buigas, director de TBO, y el dibujante Marino Benejam, aqu¨ª la s¨¢tira es feroz y nada amable y sus miembros apenas tienen relaci¨®n entre s¨ª. Cada uno va a lo suyo. "Es un humor sarc¨¢stico para evidenciar las contradicciones del entorno familiar y laboral", resume Guiral.
La censur¨¢ termin¨® con la hija guapa
Un mosaico de personajes irreverentes y situaciones absurdas que, como el resto de historietas de la ¨¦poca, tuvo que lidiar con la implacable censura franquista. "La censura atac¨® bastante a mi padre", confiesa Manuel V¨¢zquez, hijo del dibujante. "De hecho introdujo a una hija guapa con diferentes novios que no dur¨® muchos a?os, desapareci¨® r¨¢pido", recuerda. La tijera tambi¨¦n lastr¨® otras obras del autor. "Las hermanas Gilda eran dos solteronas con novios nuevos cada dos por tres, que se dedicaban a salir a menudo con hombres. Ese era el esp¨ªritu inicial del tebeo. Pero dur¨® poco...", lamenta su hijo.
Bruguera tampoco quer¨ªa encontronazos con el r¨¦gimen y, como recuerda Guiral, tambi¨¦n ejerc¨ªa un importante grado de autocensura. "En sus vi?etas hab¨ªa una clar¨ªsima referencia a la actualidad social y cotidiana de la ¨¦poca con muchas cr¨ªticas a la instituci¨®n familiar". La creatividad de V¨¢zquez, no obstante, no tuvo tantos problemas como otras para convivir con ese clima asfixiante ya que sus dardos se cebaban con los usos sociales, un ¨¢mbito donde los censores, volcados en aplacar cualquier atisbo de cr¨ªtica pol¨ªtica, eran mucho m¨¢s permisivos y perezosos.
Al contrario de lo que pueda parecer, las peripecias de los Cebolleta iban dirigidas inicialmente a un p¨²blico adulto. Y ten¨ªan bastante ¨¦xito. Como explica Guiral, "cada tebeo pod¨ªa ser le¨ªdo por hasta diez personas, porque pasaba de mano en mano por toda la familia. Adem¨¢s, hab¨ªa lugares en ciudades como Madrid o Barcelona donde se alquilaban tebeos. Las barber¨ªas tambi¨¦n eran como quioscos, All¨ª los hombres hojeaban, adem¨¢s de los peri¨®dicos, muchos tebeos. En resumen, las historias llegaban a mucha gente".
Quiz¨¢ por esa popularidad, la mordaza a la libertad creativa se fue apretando y en consecuencia los tebeos sufrieron una progresiva infantilizaci¨®n, como coinciden en se?alar Guiral y De Cos. "Desde su creaci¨®n el car¨¢cter de esta serie de V¨¢zquez es mucho m¨¢s ¨¢cido que a partir de 1957 en que el efecto de la censura en los tebeos infantiles hace que todos los autores hayan de dulcificar sus tem¨¢ticas", explica Guiral. "V¨¢zquez era tan buen creador, que supo suplir las directrices de la censura, imprimiendo un sentido del ritmo y del gag, a¨²n m¨¢s perfecto si cabe que en la anterior etapa", a?ade De Cos.
El mayor legado de la serie es la figura del abuelo cebolleta, que aunque no fue concebido por su autor como el protagonista (lo era m¨¢s su hijo Don Rosendo), es un personaje reconocido por varias generaciones y que con el paso del tiempo ha acabado por incorporarse al acervo cultural espa?ol. "El personaje se implant¨® profundamente en el imaginario del lector, hasta el punto que las famosas "batallitas" del abuelo a¨²n son recordadas", reconoce el editor De Cos. "Es una mezcla entre su padre y el padre de su mujer. Su suegro tambi¨¦n era un poco brasas", concluye el hijo de V¨¢zquez.
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