Paco Roca dibuja un combate por la dignidad en el franquismo
Babelia adelanta la nueva novela gr¨¢fica del premio Nacional de C¨®mic, 'El invierno del dibujante'
Las historias con una lecci¨®n moral demasiado clara, con blancos y negros, buenos y malos, deber¨ªan generar una cierta desconfianza en el lector. La vida est¨¢ llena de matices, de dudas. El talento de algunos grandes narradores no est¨¢ solo en ser capaces de reconstruirla, de imaginarla, sino tambi¨¦n en encontrar la historia, en hallar el relato basado en hechos reales que, desde el momento en que cerramos el libro hasta mucho tiempo despu¨¦s, nos llena la mente de preguntas y nos aleja de las respuestas. Y, sin embargo, tambi¨¦n nos deja claro lo que est¨¢ bien y lo que est¨¢ mal, lo correcto y lo equivocado. Pero sin absolutos, sin certezas. El dibujante Paco Roca (Valencia, 1969), ganador del Premio Nacional de C¨®mic hace dos a?os por Arrugas, una narraci¨®n sobre el Alzheimer, ha encontrado una de esas historias y la ha convertido en un tebeo impresionante, El inverno del dibujante, que Astiberri saca a la calle el 24 de noviembre.
Roca reconstruye la historia de la editorial Bruguera, en la Espa?a franquista de finales de los a?os cincuenta -un momento y un pa¨ªs en el que, como dijo Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n, "parec¨ªa que a todo el mundo le ol¨ªan los calcetines"- y narra como un grupo de dibujantes trataron de sacar una revista independiente, T¨ªo vivo. Una frase, que el m¨ªtico Escobar le dice a su hijo, resume el tono del relato: "Tu padre volver¨¢ a dibujar al Zipi y Zape y al Carpanta. Son malos tiempos para so?ar". Y el no menos m¨ªtico V¨¢zquez -sobre el que se acaba de estrenar una pel¨ªcula protagonizada por Santiago Segura, El gran V¨¢zquez-, dibujante de enorme talento y estafador profesional, uno de los mayores jetas de la historieta espa?ola, asegura en otro momento del tebeo: "En la vida real, al idealista David le da de leches el poderoso Goliat".
En cierta medida, es un libro que se puede leer como la primera parte de otra obra maestra del c¨®mic espa?ol, Los profesionales, en la que Carlos Gim¨¦nez relata su experiencia como dibujante en la Barcelona de los a?os sesenta, de hecho hay un personaje en esta serie de cuatro vol¨²menes del autor de Paracuellos, cuyas historias est¨¢n basadas en las de V¨¢zquez, experto timador, capaz de irse sin pagar de todos los bares de Barcelona, de decirle 500 veces a su jefe que le adelante el dinero para el entierro de su padre (y convencerle 500 veces). Eran tiempos en que los dibujantes eran aut¨¦nticos obreros del papel y el l¨¢piz, en el que cosas como los derechos de autor eran una quimera impensable.
La historia que ha encontrado Roca -la busc¨® porque quer¨ªa saber m¨¢s sobre los autores de los tebeos que marcaron su infancia- es extraordinaria primero porque sus protagonistas lo eran: Escobar, Cifr¨¦, Pe?arroya, Conti, Giner, V¨¢zquez, V¨ªctor Mora, entre otros, formaron una generaci¨®n de guionistas y dibujantes irrepetible, su peso en la cultura popular espa?ola, su fuerza, puede ser comparable a la del recientemente fallecido Berlanga. Carpanta, Zipi y Zape, El capit¨¢n Trueno o el Jabato, el rep¨®rter Tribulete, Cucufato Pi, Gordito Relleno, Carioco, Apolino Tar¨²guez, el inspector Dan, las hermanas Gilda, la familia Cebollerta, Anacleto agente secreto forman parte del imaginario colectivo de varias generaciones de espa?oles (incluso han entrado a formar parte del lenguaje cotidiano, todos sabemos que lo que quiere decir ser "un abuelo cebolleta" o "un carpanta"). Segundo, porque Roca consigue trazar un retrato preciso, que rezuma tristeza, de la Espa?a franquista, del final del hambre de la posguerra pero no de la miseria moral que arrastr¨® la dictadura hasta el final, ni del miedo ni de la represi¨®n y la censura. Pero tambi¨¦n de la capacidad para mantenerse digno en ese mundo, para crear y combatir desde la humildad del dibujo y la palabra.
Tercero, porque es un relato que se mueve en el gris, que huye del blanco y negro. Los fundadores de Bruguera fueron perdedores de la Guerra Civil con todo lo que eso significaba (el franquismo no s¨®lo aniquil¨® f¨ªsicamente a muchos de los que perdieron la guerra, sino que a muchos otros les aniquil¨® moralmente, impidiendo que trabajasen, manteni¨¦ndoles al borde la pobreza y el hambre) y, a pesar de ello, consiguieron crear una empresa que se convirti¨® en un gigante editorial. Y tuvieron el valor y la inteligencia de contratar y dar trabajo a muchos otros perdedores (como el propio Escobar que pas¨® varios a?os en la c¨¢rcel al final del conflicto), por su talento, que es precisamente lo que impuls¨® el ¨¦xito de la editorial. Pero a la vez, las condiciones laborales en Bruguera eran muy duras y sus patronos no dudaron en utilizar los trucos m¨¢s sucios para aniquilar a los competidores. El otro hallazgo del c¨®mic es la calidad del dibujo y el planteamiento de las vi?etas. Roca ya hab¨ªa demostrado su talento en otros libros, sobre todo en Arrugas, pero lo que logra en El invierno del dibujante es m¨¢s complejo y sutil, son dibujos que se quedan flotando en la memoria durante mucho tiempo.
Todo lo que cuenta el autor es real, todos los personajes existen o existieron, lo que se describe es fruto de una minuciosa investigaci¨®n. Cuando termina El invierno del dibujante, despu¨¦s de volver a algunas de sus vi?etas, de perderse un rato por sus p¨¢ginas para disfrutar de nuevo de las composiciones y de los dibujos, al lector le vienen muchas preguntas a la cabeza y muy pocas respuestas y, quiz¨¢s, una certeza: que la aventura de un grupo de dibujantes por sacar adelante una revista en la que tuviesen m¨¢s derechos y fuesen m¨¢s libres en la Espa?a franquista mereci¨® la pena. Que V¨¢zquez se equivoca, que David puede derrotar a Goliat solo por intentarlo. Porque, aunque se pierda, aunque uno salga derrotado una y otra vez, siempre merece la pena luchar por la dignidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.