Alemania. Cinco aspectos a considerar por un reci¨¦n llegado
Las diferencias culturales y econ¨®micas todav¨ªa pueden percibirse entre el este y el oeste.- Los occidentales siguen pagando un impuesto especial destinado al desarrollo econ¨®mico de la regi¨®n oriental
Los puntos cardinales: Este y Oeste
La frontera entre la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana (RDA) y la Rep¨²blica Federal de Alemania (RFA) desapareci¨® hace 21 a?os, pero las diferencias culturales y econ¨®micas todav¨ªa pueden percibirse. Para algunos alemanes del Este, la Unificaci¨®n fue una oportunidad perdida para integrar en la RFA aquellos aspectos de la extinta Rep¨²blica socialista que, a sus ojos, eran estimables. Los occidentales, por su parte, ya no cuentan tantos chistes sobre sus nuevos compatriotas y siguen pagando religiosamente un impuesto especial (el soli-Zuschlag) destinado al desarrollo econ¨®mico de la regi¨®n oriental. Para medir su grado de aclimataci¨®n en Berl¨ªn, un extranjero puede imponerse el reto de reconocer la procedencia oriental u occidental de sus interlocutores aut¨®ctonos. Cuando lo haya logrado, que no llame Ossis a los alemanes orientales. Podr¨ªan ofenderse.
Los puntos cardinales: Norte y Sur
Estas fronteras cayeron mucho antes, cuando Alemania dej¨® de ser un puzzle de reinos y principados en 1871. Pero los dos grandes Estados federados del Sur, Baviera y Baden-W¨¹rttemberg, mantienen eso que en Espa?a llaman "hechos diferenciales". Ambos son mayoritariamente cat¨®licos. Hablan dialectos del alem¨¢n muy dif¨ªciles de entender para un extranjero. En Baden-W¨¹rttemberg hacen de esto hacen una virtud y un lema propagand¨ªstico: "tenemos capacidad para todo, menos para el hochdeutsch". Este alem¨¢n est¨¢ndar, que es el que se aprende en las ecuelas de idiomas y el que se habla en la televisi¨®n, se usa m¨¢s en regiones norte?as como Bremen o Hamburgo. Adem¨¢s de tradicionalista y pol¨ªticamente conservador, el sur de Alemania es muy rico. En Baviera, en Baden o en Suabia, el viajero se apercibir¨¢ enseguida de que cada pueblo tiene una empresa notable. Algunas localidades sure?as de sabor, color y sonido perfectamente provincianos albergan empresas de peso mundial. As¨ª, Hugo Boss tiene su sede en Metzingen: 22.000 habitantes. Adidas est¨¢ en Herzogenaurach, 23.000 habitantes. El conglomerado propietario de Lidl, Schwarz, tiene su sede en Neckarsulm: 27.000 habitantes. Walldorf, donde viven 15.000 personas, es sede del gigante inform¨¢tico SAP. Y as¨ª.
Ecolog¨ªa
El movimiento ecologista alem¨¢n es centenario. Se lo identifica con las ideas progresistas, pero tambi¨¦n tiene simpatizantes muy a la derecha del espectro pol¨ªtico. A fin de cuentas, se trata de conservar el medio ambiente. El movimiento antinuclear es masivo desde 1986, cuando la nube radioactiva de Chernobil alcanz¨® Alemania. Este fin de semana, la cat¨¢strofe de Jap¨®n ha sacado a la calle a decenas de miles de alemanes para protestar contra la pol¨ªtica energ¨¦tica del Gobierno. Los democristianos y los liberales, que en septiembre decidieron ampliar la vida ¨²til de las nucleares alemanes, se est¨¢n temiendo que el tsunami japon¨¦s los arrastre fuera del Gobierno de Stuttgart. Las elecciones en el crucial estado de Baden W¨¹rttemberg est¨¢n a la vuelta de la esquina. el viejo "Nucleares no, gracias", que ha retomado las calles estos ¨²ltimos meses, podr¨ªa sacudir de nuevo el panorama pol¨ªtico alem¨¢n.
Inmigraci¨®n
La marginaci¨®n de los inmigrantes no alcanza las desastrosas cotas de un banlieu franc¨¦s. Pero existe. En Alemania viven m¨¢s de siete millones de extranjeros. Hay 3 millones de personas de ascendencia turca. Un mill¨®n y medio de ellos s¨®lo tiene pasaporte de Turqu¨ªa. A todos ellos se les llama turcos, hayan o no adoptado la nacionalidad alemana. La integraci¨®n es lenta y dificultosa. Muchos inmigrantes de tercera generaci¨®n hablan alem¨¢n deficiente y residen en barrios de marcado car¨¢cter extranjero. Dada la baja natalidad y la falta de mano de obra en pleno boom econ¨®mico, las reticencias de muchos alemanes a verlos como compatriotas suponen un serio bald¨®n para la econom¨ªa del pa¨ªs.
El cool berlin¨¦s
Hubo un tiempo, cuando las fotograf¨ªas de Nan Goldin y la m¨²sica de Einst¨¹rzende Neubauten impresionaban a los aficionados de todo el mundo, en que Berl¨ªn era una ciudad singular. Lo hab¨ªa sido ya en los a?os veinte del siglo pasado, antes de que llegaran los nazis y acabaran con todo. En Berl¨ªn viv¨ªa gente de todas las minor¨ªas: un sinf¨ªn de jud¨ªos, una floreciente comunidad homosexual... Adem¨¢s, Kafka, D?blin, Nabokov, Musil, Billy Wilder. El tiempo pasa y con ¨¦l la gloria mundana. Hoy, Berl¨ªn es un destino tur¨ªstico de primer orden en el que juegan un papel fundamental los miembros de la "easy-jet-set": juerguistas low-cost, atra¨ªdos por la reputaci¨®n mundana de la capital. Adem¨¢s, la ciudad "pobre pero sexy" (lo dijo su alcalde Klaus wowereit) es una meca europea para aspirantes a artistas, aspirantes a fot¨®grafos, aspirantes a m¨²sicos pop. En general, para aspirantes. Llegan atra¨ªdos por los bajos alquileres y por los barrios guays como Neuk?lln. En seguida se disfrazan de hipsters. De nada sirve lamentarse, pero el celebrado cool berlin¨¦s es hoy poco m¨¢s que un se?uelo para turistas y para aspirantes.
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