Centroam¨¦rica: Zetas, maras y violencia
El Salvador, Guatemala y Honduras han sido sociedades hist¨®ricamente violentas. Sus Estados autoritarios organizaron la seguridad usando paramilitares y escuadrones de la muerte y esto deriv¨® en que los ciudadanos aprendieron a matarse para dirimir sus diferencias. Al transitar a la democracia, resultado de la aversi¨®n al autoritarismo, estos pa¨ªses pasaron de lo sublime a lo rid¨ªculo, la justicia se orient¨® a proteger a los ciudadanos del Estado, los delincuentes pasaron a ser considerados v¨ªctimas y la seguridad fue privatizada en detrimento de la seguridad p¨²blica. Ahora, sin ley y orden y con Estados debilitados, los criminales amenazan con convertir estas peque?as naciones en Estados fallidos.
Al tratar de explicar la violencia en Centroam¨¦rica se ha difundido la creencia de que, resultado de la lucha que est¨¢ librando M¨¦xico, la regi¨®n est¨¢ siendo invadida por los Zetas. La ruta de la coca¨ªna es de sur a norte, el valor de M¨¦xico es la conexi¨®n con EE UU y el de Centroam¨¦rica, la conexi¨®n con Sudam¨¦rica. Es decir, ambas regiones son parte de una misma ruta y no funcionan por separado. Los carteles mexicanos no pueden huir de M¨¦xico para trasladar su negocio a Centroam¨¦rica, porque sin la conexi¨®n con EE UU no hay negocio.
Como parte de la creencia anterior tambi¨¦n se piensa que los carteles mexicanos est¨¢n asumiendo el control del crimen organizado en Centroam¨¦rica, es decir, que han tomado el control de toda la ruta de la coca¨ªna, imponiendo su autoridad sobre los criminales centroamericanos usando su poder financiero. Sin embargo, entre criminales el dinero vale s¨®lo si hay poder de intimidaci¨®n y pueden eliminar a sus competidores. En ese sentido, para que los carteles mexicanos pudieran imponerse en Centroam¨¦rica ser¨ªa indispensable que hubiera en la regi¨®n un cuerpo social de apoyo compuesto por muchos mexicanos. Sin eso no pueden asegurarse ni el respeto, ni la informaci¨®n, ni las lealtades que les permitan dirigir sus actividades criminales.
El fen¨®meno m¨¢s cl¨¢sico de traslado de organizaciones mafiosas es lo que ocurri¨® con la migraci¨®n masiva de italianos hacia EE UU a finales del siglo XIX, pero no ha habido, ni hay, migraci¨®n masiva de mexicanos hacia Centroam¨¦rica. La presencia de delincuentes mexicanos en Centroam¨¦rica es parte normal de la coordinaci¨®n entre organizaciones criminales; esto, y el uso de franquicias de violencia como los Zetas, no implica que haya traslado de mafias. Lo que s¨ª va a ocurrir es que cuando M¨¦xico termine de desmantelar a los grandes carteles, la coca¨ªna se mover¨¢ de nuevo por la ruta Caribe y m¨¢s claramente por Cuba, que conecta directo a Sudam¨¦rica con EE UU sin pasar por Centroam¨¦rica y M¨¦xico.
Centroam¨¦rica, adem¨¢s de sus propios carteles, tiene a las pandillas o maras, que se las suele confundir con crimen organizado, a pesar de ser fen¨®menos distintos. Para las maras, la pandilla es la familia, porque sus miembros provienen, casi sin excepci¨®n, de familias disfuncionales muy pobres. Para el crimen organizado, conforme a su regla de que "la sangre no traiciona", la familia es parte de la estructura criminal y sus miembros m¨¢s prominentes provienen de familias normales de clase media baja. Para las maras el dinero es instrumental y no necesariamente un prop¨®sito central. El crimen organizado se mueve por la codicia; el enriquecimiento es su raz¨®n de ser y cuando alcanzan su m¨¢ximo desarrollo buscan ser socialmente aceptados como nuevos ricos.
Para el crimen organizado el territorio tiene valor estrat¨¦gico para negocios il¨ªcitos de alta rentabilidad; en cambio, para la pandilla, el territorio es el lugar de habitaci¨®n y la actividad delictiva principal que realizan en ¨¦ste es la extorsi¨®n que, aunque de poco valor financiero, atormenta incluso a los m¨¢s pobres. El crimen organizado es esencialmente clandestino, la pandilla, por el contrario, es abierta. Ambos cometen atrocidades, pero para el crimen organizado la violencia es un instrumento de poder y para la pandilla la violencia es identidad y tiene valor por s¨ª misma. Los miembros del crimen organizado pueden consumir o no drogas, los pandilleros son adictos. Con los cambios generacionales las maras pueden evolucionar a formas primitivas de crimen organizado, consolidando su dominio territorial, haci¨¦ndose de base social y volvi¨¦ndose sicarios del narcotr¨¢fico, pero no alcanzan mayores niveles de sofisticaci¨®n. Ambos fen¨®menos son peligrosos, el crimen organizado porque corrompe al Estado y las maras por su violencia extrema.
Las pandillas son b¨¢sicamente un fen¨®meno tribal urbano de car¨¢cter antropol¨®gico y no s¨®lo un asunto delictivo. Hay en las maras una generaci¨®n perdida de asesinos incorregibles que s¨®lo se pueden atender con represi¨®n y c¨¢rcel. Sin embargo, con los j¨®venes en riesgo, las acciones estrictamente represivas como Plan Mano Dura multiplican el problema en vez de reducirlo. Las maras no surgen solamente por falta de empleos, oportunidades y educaci¨®n, sino tambi¨¦n por un problema de identidad y pertenencia, originado por una severa degradaci¨®n moral y social en comunidades y familias. Por ello se manifiesta a trav¨¦s de s¨ªmbolos tribales como tatuajes, lenguaje corporal, m¨²sica, grafiti, idioma y una violenta rivalidad con otras pandillas. En todos los lugares donde hay ¨¦xito en las pol¨ªticas preventivas antipandillas, lo central es la atenci¨®n a la identidad a trav¨¦s de la m¨²sica, el arte, el teatro, el baile, los deportes fuertes, las religiones, la competencia pac¨ªfica e incluso la transformaci¨®n positiva de la pandilla asign¨¢ndole roles en la comunidad. Sin resolver antes el tema de identidad dif¨ªcilmente las pol¨ªticas sociales ser¨¢n exitosas. El uso de la disciplina militar en reclusorios para j¨®venes en riesgo podr¨ªa agravar el problema.
En Centroam¨¦rica la impunidad es importante, pero no es la prioridad, las prisiones est¨¢n colapsadas y enviar presidentes y generales a la c¨¢rcel empuja a estos pa¨ªses a su agenda del pasado, cuando est¨¢n en peligro de extinguirse en el presente. El problema m¨¢s grave de estos peque?os Estados es que est¨¢n perdiendo soberan¨ªa sobre sus territorios con barrios en manos de pandillas y zonas rurales convertidas en narcoterritorios. El d¨¦ficit principal est¨¢ en la dimensi¨®n y calidad de sus polic¨ªas y Fuerzas Armadas, que fueron reducidas como parte de pol¨ªticas neoliberales y no s¨®lo por razones democr¨¢ticas. El problema es que m¨¢s polic¨ªas y militares implica m¨¢s impuestos. Sobre ese tema las palabras de un amigo colombiano a un grupo de empresarios de la regi¨®n fueron lapidarias: "La seguridad que les falta, son los impuestos que no pagan".
Joaqu¨ªn Villalobos fue guerrillero salvadore?o y es consultor para la resoluci¨®n de conflictos internacionales
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