La negociaci¨®n entre republicanos y dem¨®cratas sigue atascada a una semana del plazo para la quiebra
Ninguna de las propuestas cuenta todav¨ªa con el respaldo de los dos partidos.- El prestigio y la autoridad de EE UU est¨¢n en juego
Tratando de salvar en el ¨²ltimo minuto algo de la credibilidad de Estados Unidos como principal potencia econ¨®mica, el Congreso se moviliz¨® ayer para buscar alguna forma de acuerdo que evite la quiebra. Distintas opciones fueron avanzando a lo largo del d¨ªa, pero ninguna de ellas cuenta todav¨ªa con el respaldo bipartidista para poder resolver este problema con garant¨ªas y a largo plazo.
El presidente de la C¨¢mara de Representantes, John Boehner, convoc¨® al grupo republicano a lo largo de la tarde para presentar lo que se considera una ¨²ltima propuesta de su parte. Si esta no es aceptada por los dem¨®cratas, Boehner ha advertido que no habr¨¢ m¨¢s negociaciones.
?Qu¨¦ ocurrir¨¢ entonces? Nadie lo sabe. El da?o que una suspensi¨®n de pagos, no de Grecia, sino de EE UU, puede causar en la econom¨ªa mundial es de tal calibre que nadie puede imaginar a¨²n que se llegue a la fecha del 2 de agosto sin un arreglo. Pero lo cierto es que las posiciones est¨¢n muy enfrentadas en un debate en el que los dos partidos se juegan su futuro pol¨ªtico y es dif¨ªcil anticipar c¨®mo se puede salir de este impasse sin que uno de los dos resulte gravemente perjudicado.
Los republicanos, especialmente en la C¨¢mara de Representantes, donde se refugia el grueso del Tea Party, se niegan a permitir un nuevo endeudamiento del Gobierno -imprescindible para asumir los pagos a partir del d¨ªa 2- sin un compromiso de recorte del d¨¦ficit. Los dem¨®cratas aceptan ese intercambio, pero quieren reducir el d¨¦ficit con una combinaci¨®n de menos gasto p¨²blico y m¨¢s ingresos por impuestos. Los republicanos, que juraron p¨²blicamente no permitir incrementos fiscales, se resisten fieramente a ellos. Y ah¨ª, en esa pugna entre impuestos o no impuestos, se est¨¢ escapando a chorros el prestigio y la autoridad de EE UU.
No es esta una cuesti¨®n meramente ret¨®rica. La precipitaci¨®n de ayer por conseguir un acuerdo antes de la apertura de las Bolsas es el s¨ªntoma del temor a que los mercados comiencen ya a castigar a la econom¨ªa. El mero retraso en la consecuci¨®n de un acuerdo hace m¨¢s factible que las agencias calificadoras rebajen la solvencia de EE UU, lo que har¨ªa m¨¢s costosa su deuda, aumentar¨ªa los intereses que pagan los ciudadanos por sus cr¨¦ditos y har¨ªa m¨¢s penoso el sacrificio que est¨¢n haciendo los norteamericanos para salir de la crisis de 2008. Eso, por no contar con las repercusiones que un agravamiento de la crisis en Europa y nuevas tensiones con China tendr¨ªan para la econom¨ªa estadounidense.
?C¨®mo es posible que ante un escenario as¨ª no sean capaces los pol¨ªticos de llegar a un acuerdo? Esa es la pregunta que se hace tambi¨¦n la poblaci¨®n de este pa¨ªs. La explicaci¨®n obvia es que el inter¨¦s inmediato, el riesgo que ambos partidos corren en las pr¨®ximas elecciones si ceden en sus principios, se ha impuesto al inter¨¦s colectivo. Pero ha sucedido algo m¨¢s grave a¨²n: un grado de desconexi¨®n entre la clase pol¨ªtica, incluso de disfuncionalidad del sistema, cuyas consecuencias pueden extenderse m¨¢s all¨¢ de esta crisis.
Algunos en el Congreso buscaban ayer un atajo: permitirle al Gobierno nueva deuda solo hasta finales de a?o y seguir discutiendo mientras tanto sobre el d¨¦ficit. El jefe de Gabinete de la Casa Blanca, Bill Daley, advirti¨® que el presidente Barack Obama no va a respaldar esa f¨®rmula, que lo ¨²nico que hace que extender la incertidumbre actual varios meses m¨¢s sin garant¨ªas de que el a?o pr¨®ximo, ya en plena campa?a electoral, el clima pol¨ªtico sea m¨¢s propicio para un acuerdo.
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