El duelo pol¨ªtico en EE UU contin¨²a tras el acuerdo sobre la deuda
Dem¨®cratas y republicanos intentan aprovechar el ¨²ltimo tr¨¢mite, la aprobaci¨®n en el Congreso, para convertir esta crisis en una victoria pol¨ªtica
Finalmente se ha conseguido eludir la cat¨¢strofe. Asomado ya al precipicio, Estados Unidos ha sido capaz en el ¨²ltimo instante de evitar la suspensi¨®n de pagos y, con ello, el mundo se ha librado de un terremoto que pod¨ªa haber causado destrozos incalculables en la econom¨ªa. Para darle un toque a¨²n m¨¢s emotivo a la hist¨®rica noche en la que la C¨¢mara de Representantes aprob¨® el acuerdo que permite este desenlace feliz, compareci¨® ayer, por primera vez tras el atentado que casi le cort¨® la vida, la congresista Gabby Giffords, que sum¨® su voto afirmativo al total de 269 con los que pas¨® esta controvertida ley.
Atr¨¢s queda una de las m¨¢s graves crisis pol¨ªticas que se recuerdan en esta pa¨ªs. Una crisis que ha herido seriamente a los dos principales partidos, ha da?ado el liderazgo del presidente Barack Obama y ha perjudicado al prestigio de EE UU de una manera dif¨ªcil de reparar. Con la aprobaci¨®n de este acuerdo -que pasa ahora al Senado, donde no existen dudas sobre su ratificaci¨®n-, no se pone fin, sin embargo, a la batalla pol¨ªtica desatada sobre el d¨¦ficit p¨²blico y la deuda. Las caracter¨ªsticas del pacto logrado garantizan que esa batalla, que en realidad es la confrontaci¨®n de dos modelos de estado, se prolongar¨¢ en los pr¨®ximos meses.
La votaci¨®n de anoche permite, en todo caso, tomar un poco de aire y reconsiderar algunas prioridades con vistas a las pr¨®ximas elecciones. Todos los dirigentes principales de este pa¨ªs, desde Obama a los l¨ªderes parlamentarios, han salido debilitados. El resultado de la votaci¨®n en la C¨¢mara ilustra perfectamente el tama?o del enfrentamiento pol¨ªtico existente: 95 dem¨®cratas del ala izquierda votaron en contra de lo que su l¨ªder, Nancy Pelosi, y su presidente les pidieron, tantos como votaron a favor; 66 republicanos del Tea Party se opusieron al acuerdo, que no hubiera podido sobrevivir sin la ayuda de los votos dem¨®cratas. Fueron los moderados de uno y otro lado los que lograron la proeza de unir fuerzas a favor de lo que cre¨ªan que eran los intereses supremos de la naci¨®n.
Esta fue una votaci¨®n de gran sacrificio. Tuvo cierto de tragedia griega. Hubo aplausos para recibir a la querida compa?era tiroteada en enero pasado en Tucson, pero, m¨¢s all¨¢ de eso, todos parec¨ªan tener m¨¢s razones para lamentar que para festejar. El Partido Dem¨®crata, porque es el que m¨¢s ha cedido en la negociaci¨®n; el Partido Republicano, porque ha dado a sus compatriotas una inquietante imagen de intransigencia y desuni¨®n. Ambos han tratado de compensar esos da?os durante la tramitaci¨®n parlamentaria.
La Casa Blanca ha tratado de animar a los dem¨®cratas asegurando que el presidente Barack Obama no ha renunciado a una reforma del sistema fiscal para compensar los grandes recortes pactados del gasto p¨²blico. "Creemos que el tema de los impuestos queda muy vivo en la segunda fase de este acuerdo", declar¨® el portavoz presidencia, Jay Carney.
Los l¨ªderes republicanos, por su parte, intentan tranquilizar a los suyos, especialmente al Tea Party, convenci¨¦ndoles de que lo firmado el domingo por la noche es una perfecta traslaci¨®n de las ideas conservadoras. "No hay nada en ese acuerdo que se oponga a nuestros principios", manifest¨® el presidente de la C¨¢mara de Representantes, John Boehner. "Esta es una victoria de la causa de un Estado reducido".
Unos y otros se fuerzan por ver en la votaci¨®n de anoche alg¨²n argumento para defender una presunta posici¨®n ganadora. El presidente de la C¨¢mara de Representantes, John Boehner, puesto en duda en los ¨²ltimos d¨ªas por su incapacidad para controlar al Tea Party, puede agarrarse al hecho de que ha habido m¨¢s votos favorables republicanos (174) que dem¨®cratas (95), lo que le permite conservar cierta autoridad como jefe de su grupo. Que una ley defendida por ¨¦l hubiera avanzado gracias a una mayor¨ªa de dem¨®cratas hubiera hecho su posici¨®n pr¨¢cticamente insostenible.
Obama, a su vez, precisaba que no hubiera m¨¢s votos dem¨®cratas en contra que a favor de un pacto en el que ¨¦l mismo ha puesto su futuro en juego. Se ha quedado en un empate, que evita un enorme bochorno, pero que deja bien claro las dificultades que el presidente va a encontrar a partir de ahora en la izquierda de su propio partido.
Esa tensi¨®n, que ha prolongado el dramatismo del desenlace de esta crisis hasta el mismo final, seguramente va a reproducirse en otros momentos de la negociaci¨®n, que debe de continuar en las pr¨®ximas semanas, puesto que la ¨²ltima fase de este acuerdo no se cumple hasta finales de noviembre.
El compromiso contempla recortes de gastos p¨²blicos en una d¨¦cada por un total de 2,4 billones de d¨®lares en dos etapas y una extensi¨®n de la deuda por la misma cantidad y en los mismos plazos. De forma inmediata se reducen algo m¨¢s de 900.000 millones de d¨®lares, sin incluir gasto social, y se eleva la deuda otro tanto para que el Gobierno pueda pagar sus facturas este a?o.
Al mismo tiempo, se crea una comisi¨®n parlamentaria bipartidista que tendr¨¢ plenos poderes para recortar otros 1,5 billones de d¨®lares de gastos. La decisi¨®n que esa comisi¨®n tome tiene que ser aprobada o rechazada por el Congreso sin enmiendas. En el caso de que sea rechazada o de que la comisi¨®n no consiga una posici¨®n com¨²n, se aplicar¨ªan autom¨¢ticamente recortes de gastos de 1,2 billones de d¨®lares y una extensi¨®n de deuda por la misma cantidad, suficiente para cubrir los pagos del a?o pr¨®ximo.
Este recorte autom¨¢tico fue uno de los aspectos m¨¢s pol¨¦micos en las ¨²ltimas horas de las conversaciones del domingo. Venciendo fuerte resistencia de Boehner, los dem¨®cratas consiguieron que, si se llega a esa situaci¨®n, la mitad de los recortes sean de gastos de Defensa y la otra mitad de gasto social, sin incluir los Seguridad Social pero s¨ª el plan de ayuda sanitaria a los pensionistas, conocido como Medicare.
El acuerdo no dice una palabra sobre impuestos, pero tampoco impide expl¨ªcitamente que la comisi¨®n bipartidista los aborde, lo que ha sido suficiente para que los dem¨®cratas entiendan que a¨²n pueden dar la batalla para eliminar algunas de las ventajas fiscales de los ingresos m¨¢s altos.
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