Acorralado por las mentiras de su testigo
El cierre del proceso judicial tendr¨¢ un alto coste para el fiscal Cyrus Vance
La posibilidad, llegado julio, era desalentadora: un largo juicio en un caso de agresi¨®n sexual, con un acusado de renombre internacional, implacables abogados en la defensa y construido con el ¨²nico testimonio de una mujer que, adem¨¢s, ment¨ªa sin l¨®gica aparente. Fue entonces cuando Cyrus Vance, fiscal de distrito de Manhattan, decidi¨® que el caso no era defendible en un juzgado. La supuesta v¨ªctima se derrumbar¨ªa. Aun sabiendo que el caso estaba al borde del colapso, decidi¨® darle una ¨²ltima oportunidad.
Vance se reuni¨® con Nafissatou Diallo por ¨²ltima vez el 27 de julio. Se hab¨ªa dado antes un mes de plazo para esclarecer los hechos del encuentro sexual de seis minutos, aquel 14 de mayo en el hotel Sofitel. Dominique Strauss-Kahn, de 62 a?os, admit¨ªa que el encuentro hab¨ªa existido, pero dec¨ªa que hab¨ªa sido consentido. Vance esperaba que Diallo mantuviera su ¨²ltima versi¨®n de los hechos, la segunda: que tras la agresi¨®n hab¨ªa limpiado otra habitaci¨®n. En lugar de eso, refut¨® esa versi¨®n, acus¨® al fiscal de invent¨¢rsela y cont¨® un relato totalmente diferente.
Diallo, con sus invenciones, result¨® ser veneno para el fiscal. Y a pesar de ello, tanta disposici¨®n tuvo ¨¦ste a creerla, que sobre su sola denuncia erigi¨® un caso que, finalmente, desbarat¨® la carrera pol¨ªtica del acusado; puso en duda la precipitaci¨®n de la polic¨ªa, y ha dejado a su propia fiscal¨ªa en el punto de mira de los cr¨ªticos. En Nueva York se habla ya de Vance como de un fiscal ¨¢vido de relevancia, que suma varios fracasos.
Aquel 14 de mayo le lleg¨® a Vance la denuncia de la limpiadora, acompa?ada de pruebas forenses que confirmaban un encuentro sexual. De Diallo, sus empleadores dec¨ªan que hab¨ªa sido una trabajadora intachable. Ella a?adi¨® un pasado de abusos y violaciones en su Guinea natal. Strauss-Kahn, uno de los hombres m¨¢s poderosos de Washington, aguardaba en una prisi¨®n de Rickers Island, despu¨¦s de que la polic¨ªa lo arrestara en un avi¨®n.
Dos eran las opciones de Vance, que como fiscal de distrito representa a la ciudadan¨ªa de Manhattan en casos criminales. Pod¨ªa pedir que se retuviera al pol¨ªtico sin fianza, lo que le obligar¨ªa a presentar el caso ante un gran jurado en 144 horas. O pod¨ªa solicitar libertad con fianza, lo que hubiera ampliado el plazo a seis meses. En ese tiempo, Strauss-Kahn pod¨ªa huir, y Francia no tiene acuerdo de extradici¨®n con EE UU. Corr¨ªa el riesgo de ser un nuevo Roman Polanski.
El fiscal opt¨® por la v¨ªa r¨¢pida. Present¨® su caso ante un gran jurado el 18 de mayo y ¨¦ste acept¨® los cargos. Strauss-Kahn tuvo que entregar su pasaporte y qued¨® en arresto domiciliario con fianza de un mill¨®n de d¨®lares y aval de otros cinco. Aquello dej¨® a Vance dependiendo totalmente de la limpiadora para armar su caso. Ella, mientras, se hizo con su propia representaci¨®n legal: Kenneth Thompson, un abogado medi¨¢tico, experto en llamar la atenci¨®n sobre sus casos.
A Vance el caso comenz¨® a parecerle sospechoso cuando Diallo le confes¨®, el siete de junio, que hab¨ªa mentido en su petici¨®n de asilo pol¨ªtico. Nunca hab¨ªa sido violada en Guinea, como dijo. La historia de su vida se fue deshaciendo como una madeja. Hasta entonces, Vance mantuvo la calma. La credibilidad de la supuesta v¨ªctima estaba agrietada, pero aun no rota.
El 28 de junio, sin embargo, Diallo admiti¨® que tambi¨¦n hab¨ªa mentido sobre los hechos relativos a la supuesta agresi¨®n. Aquello desarmaba el caso. Vance inform¨® a la defensa de las incongruencias, ya que la ley le obligaba a ello. La presi¨®n social y medi¨¢tica, sin embargo, segu¨ªa siendo grande. Si ped¨ªa al juez que retirara los cargos inmediatamente, le acusar¨ªan de haber dejado indefensa a alguien que, a ojos de la opini¨®n p¨²blica, aun era v¨ªctima.
Diallo entr¨® entonces en un frenes¨ª de actos estramb¨®ticos. En una entrevista con los fiscales se lleg¨® a tirar al suelo, gritando y llorando. En el ¨²ltimo encuentro del 27 de julio, neg¨® haber dicho algo que los fiscales ten¨ªan grabado. Por consejo de su abogado, compareci¨® ante los medios, dio entrevistas, pos¨® para las c¨¢maras y visit¨® iglesias. Cuando m¨¢s se la ve¨ªa en p¨²blico, m¨¢s recelaba de ella el fiscal.
Vance ten¨ªa mucho que perder, pol¨ªticamente, si desestimaba el caso. Hijo de un secretario de Estado, fue elegido en el puesto en 2009, sucediendo a otro fiscal muy popular, Robert Morgenthau, que ocup¨® el cargo 34 a?os. Quiso, desde el primer momento, comenzar a labra su propia herencia. Abri¨® numerosas causas. Algunas de ellas consideradas aciertos, como la demanda contra 11 empresas que defraudaron a bancos neoyorquinos, salt¨¢ndose el embargo econ¨®mico a Ir¨¢n. Otros fueron sonoros fracasos.
A dos polic¨ªas del East Village a los que llev¨® a juicio por violaci¨®n los absolvi¨® el jurado. Tres subcontratados en la construcci¨®n y seguridad de un edifico, a los que acus¨® de negligencia por la muerte en un incendio de dos bomberos, fueron tambi¨¦n eximidos. A dos supuestos terroristas a los que les atribuy¨® la voluntad de bombardear una sinagoga, el jurado les rebaj¨® los cargos.
La desestimaci¨®n del caso Diallo es otro fracaso en su historial. Tom¨® la decisi¨®n, dice, no en su beneficio, sino en el de la justicia. "Cada caso nace y muere en sus propias circunstancias", dijo el mi¨¦rcoles Vance, que se presenta a la reelecci¨®n en 2013. "Cuando los fiscales dejan de seguir los hechos hasta el lugar al que de verdad conducen, la justicia se convierte en una sirviente del triunfo".
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