Duelo de togas en el juicio de DSK
El abogado de la denunciante de Strauss-Kahn declara la guerra al fiscal de Manhattan por no apuntalar el caso
Cyrus Vance es un super lawyer, es decir, su nombre brilla en la lista que anualmente elabora la reputada revista Super Lawyers (Superabogados) con los mejores letrados en el ejercicio de la profesi¨®n en Estados Unidos. Pero Vance, el fiscal del distrito de Manhattan, de 57 a?os, conocido mundialmente por haberse atrevido a arrestar por intento de violaci¨®n a un hombre cuyo cargo encarnaba el poder con may¨²sculas, pronto podr¨ªa cambiar de condici¨®n y pasar a engrosar las filas de los superfracasados.
El caso abierto por Vance contra Dominique Strauss-Kahn (DSK), entonces director del Fondo Monetario Internacional (FMI) y potencial aspirante a la presidencia de Francia hasta que una limpiadora de un hotel neoyorquino le acus¨® de intento de violaci¨®n el pasado mayo, ha comenzado a tambalearse. Hace 10 d¨ªas, el propio fiscal se vio obligado a dejar en libertad a Strauss-Kahn al reconocer la falta de credibilidad de la v¨ªctima.
Thompson forj¨® su carrera en casos de discriminaci¨®n racial y sexual
Para Vance puede ser el fin, pero al letrado siempre le queda la v¨ªa civil
El defensor pide al fiscal que se retire por "da?ar" la imagen de su cliente
La carrera del jefe de la fiscal¨ªa pende de un hilo al perder tres grandes juicios
La denunciante, una inmigrante guineana de 32 a?os, ha confesado haber mentido en el pasado para conseguir asilo pol¨ªtico en Estados Unidos y, por tanto, dif¨ªcilmente resistir¨ªa un interrogatorio en un juicio criminal. Y al margen de que sus acusaciones contra el pol¨ªtico franc¨¦s sean ciertas o no, cuando se trata de un proceso emprendido por la fiscal¨ªa, es necesario demostrar que se ha cometido un crimen sin que exista ning¨²n g¨¦nero de duda, algo que sin embargo no es as¨ª ante un caso de responsabilidad civil, donde la acusaci¨®n solo tiene que convencer a un jurado de que al menos hubo evidencias que llevan a pensar que el acusado cometi¨® un delito.
Los tribunales estadounidenses han sido testigos de situaciones similares con anterioridad: el fiscal que llev¨® a juicio a O. J. Simpson por el supuesto asesinato de su exmujer y de su amigo Ronald Goodman vio c¨®mo el exjugador de f¨²tbol americano sal¨ªa triunfal del juicio criminal, aunque despu¨¦s Simpson no se libr¨® de tener que indemnizar a los familiares de las v¨ªctimas en un juicio por responsabilidad civil.
Los fiscales de distrito, elegidos en elecciones populares, no se juegan f¨¢cilmente sus carreras. Y hoy la de Vance pende de un hilo. Y no solo por este rev¨¦s. Su equipo ha perdido recientemente tres importantes casos: uno por la muerte de dos bomberos en el desmantelamiento de un edificio de la zona cero del 11-S, otro contra dos polic¨ªas acusados de violaci¨®n que finalmente fueron absueltos, y un tercero que no lleg¨® a los tribunales porque un gran jurado no encontr¨® suficientes pruebas contra dos hombres que supuestamente conspiraron para dinamitar una sinagoga.
De momento Vance mantiene todos los cargos contra DSK, pero sigue siendo una inc¨®gnita si podr¨¢ seguir adelante con el caso y parece que todo se decidir¨¢ el pr¨®ximo 18 de julio, cuando est¨¢ previsto una nueva comparecencia ante el juez. Pero para un fiscal como ¨¦l, hijo de Cyrus R. Vance, exsecretario de Estado de Jimmy Carter, y con una carrera fulgurante forjada en despachos privados y cargos p¨²blicos, hay una l¨ªnea roja. Emprender acciones legales de semejantes consecuencias para el acusado -Strauss-Kahn tuvo que renunciar a su puesto en el FMI y, al parecer, tambi¨¦n a sus aspiraciones presidenciales- y tener que dar marcha atr¨¢s, como se especula desde hace d¨ªas en el ¨¢mbito jur¨ªdico, es un error que se puede pagar muy caro.
Contra ¨¦l adem¨¢s se ha alzado la voz de otro superabogado, el letrado de la denunciante, Kenneth Thompson, quien el pasado mi¨¦rcoles exig¨ªa por carta a Vance que se retirara del caso y nombrara un fiscal especial. Le acusaba de da?ar la imagen de su defendida al haber filtrado a la prensa informaciones sobre la debilidad de sus testimonios. "Los neoyorquinos tienen derecho a una fiscal¨ªa imparcial en un caso tan importante", proclamaba. Adem¨¢s, Thompson reiteraba que las pruebas de ADN y los da?os f¨ªsicos de la v¨ªctima recogidos en el informe forense son m¨¢s que suficientes para sostener el caso.
?l lo sabe bien: hace una d¨¦cada Thompson fue precisamente el encargado de dirigir la acusaci¨®n contra dos polic¨ªas acusados de agredir y sodomizar en una comisar¨ªa a un inmigrante haitiano. Entonces era ayudante del fiscal del distrito Este de Nueva York y su defendido, Abner Louima, tambi¨¦n minti¨® durante la acusaci¨®n, invent¨¢ndose una frase supuestamente proclamada por los polic¨ªas durante el ataque que result¨® no ser cierta: "esto es el reino de Giuliani", en referencia a la dureza policial alentada durante el mandato de entonces alcalde de Nueva York. Aquello fue muy pol¨¦mico e hizo dudar de la credibilidad de la v¨ªctima. Aun as¨ª, Thompson consigui¨® ganar el juicio.
La realidad es que el caso de Strauss-Kahn y el de aquellos dos polic¨ªas de Brooklyn no tiene mucho que ver. Y adem¨¢s, el pol¨ªtico franc¨¦s ya ha dejado claro que no tiene ninguna intenci¨®n de reconocer ninguna acusaci¨®n y sostiene que la relaci¨®n sexual con la camarera del hotel fue consentida.
Thompson, de raza negra, hoy en una empresa privada especializada en casos criminales y de discriminaci¨®n racial, acab¨® con la carrera de David Johnson, ayudante del exgobernador de Nueva York David Patterson, al acusarle de agredir sexualmente a su novia y arrancarle una jugosa indemnizaci¨®n. Tambi¨¦n representa a un grupo de mujeres que han denunciado a Citibank por discriminaci¨®n sexual.
La guerra entre ¨¦l y Vance est¨¢ abierta. Y haga lo que haga el fiscal, Thompson se perfila como el ganador de la batalla puesto que, si la fiscal¨ªa se retira, a ¨¦l siempre le quedar¨¢ la v¨ªa civil. Y a Vance, en cambio, un duro camino para reconstruir su reputaci¨®n.
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