La ciudad de Sirte resiste la en¨¦sima embestida de los rebeldes libios
Las tropas opositoras se aproximan al centro del ¨²ltimo basti¨®n gadafista
Las tropas rebeldes se encuentran a un kil¨®metro del centro de Sirte, seg¨²n informa la agencia AFP. Despu¨¦s de tres semanas de sitio y de constantes combates callejeros, cientos de veh¨ªculos avanzan sobre la ciudad y se encuentran ya en las inmediaciones del ¨²ltimo basti¨®n gadafista.
Cae un mortero. Las caras de los milicianos, que retroceden unos metros, se vuelven sombr¨ªas
Hasta la fecha, cada d¨ªa el ej¨¦rcito rebelde avanza sobre Sirte y se repliega al cabo de unas horas como si fuese un acorde¨®n. Es cierto que los avances son m¨¢s grandes que los retrocesos y cada d¨ªa van comiendo un poco m¨¢s de terreno al enemigo. Pero la ciudad donde naci¨® Muamar el Gadafi no es Bengasi (donde prendi¨® la revuelta), ni Tr¨ªpoli (donde la gente se prepar¨® durante meses para alzarse el 20 de agosto) y por supuesto, no es Misrata, donde resistieron dos meses el asedio del Ej¨¦rcito. Entre las colas de civiles que salen de Sirte con los colchones amarrados al techo del auto, con toda la casa y la familia metida en una furgoneta, es raro encontrar a alguien que no apoye a Gadafi. Seguramente, tarde o temprano los rebeldes colocar¨¢n su bandera en lo m¨¢s alto de Sirte. Pero la ciudad est¨¢ vendiendo muy cara su derrota.
La ma?ana del jueves seis de octubre parec¨ªa que se iba a producir, por fin, la madre de todas las ofensivas. Los rebeldes celebraban el avance sobre el flanco sur de Sirte con gritos y abrazos, como si fuera un partido de f¨²tbol. A la una de la tarde llegaron las estrellas del equipo, es decir, media docenas de tanques y varios lanzacohetes. Unos cincuentas milicianos apoyaban con sus gritos de Al¨¢ es Grande a los conductores y artilleros del armamento, apostados cien metros por delante de ellos. Con cada proyectil que alcanzaba un edificio enemigo, levantaban los kal¨¢shnikov y volv¨ªan a gritar "Al¨¢ es grande", ¡°Al¨¢ es grande¡±.
Avanzaban metro a metro en su campa?a contra la cuna del coronel libio. Lo que hac¨ªa una hora era la primera del frente, poco despu¨¦s se convert¨ªa en un terreno por donde se pod¨ªa pasear sin aparente sensaci¨®n de peligro. Los cohetes se ve¨ªan avanzar en el aire y golpear el terreno de lo que un d¨ªa fue el centro de acogida de la Uni¨®n Africana y donde Gadafi recib¨ªa a los l¨ªderes africanos.
Pero, de pronto, un mortero lanzado por los gadafistas pas¨® por encima de las cabezas de todo el mundo y cay¨® en la zona que ya parec¨ªa m¨¢s que conquistada una hora antes. Si hab¨ªa llegado hasta ah¨ª pod¨ªa llegar perfectamente hasta donde estaban los tanques, los lanzacohetes y los milicianos apoyando a sus estrellas. Las caras de muchos rebeldes se volvieron sombr¨ªas. Y al rato, empezaron a caer m¨¢s proyectiles en la zona donde se encontraban ellos. Sirte parec¨ªa ya tan cercana y de nuevo¡ hubo que retroceder.
?Bar?a o Madrid?
Pero incluso en esos momentos de tensi¨®n hab¨ªa espacio para las bromas. En medio de los tiros, la pregunta m¨¢s recurrente a la prensa llegada a la zona, despu¨¦s del lugar de procedencia, siempre gira en torno al equipo de f¨²tbol: ?Bar?a o Madrid? La inmensa mayor¨ªa de los libios, de momento, son del Bar?a. Pero he aqu¨ª que de pronto surgi¨® un miliciano con barba, vestido con la camiseta de Cristiano Ronaldo, reculando medio kil¨®metro, junto a otros compa?eros, desolado y con cara de preocupaci¨®n. La imagen de un delantero volviendo a los puestos de defensa parec¨ªa resumir toda la batalla.
En el flanco este de la ciudad la batalla era distinta, bloque a bloque. Mustaf¨¢ Zebi, de 24 a?os, ven¨ªa de all¨ª. Contaba que en el bando de Gadafi hab¨ªa mujeres francotiradoras de Reino Unido y de Croacia y que el d¨ªa anterior hab¨ªan muerto ocho rebeldes en esa parte de la ciudad. Zebi esperaba, como tanta gente desde hace m¨¢s de un mes, que al d¨ªa siguiente se producir¨ªa ya la batalla definitiva que les llevar¨ªa hacia el centro de Sirte.
Pero lo cierto es que en la toma de esta ciudad est¨¢n muriendo muy pocos milicianos rebeldes. Raro es el d¨ªa que han pasado de diez y muchos son los d¨ªas en que no ha habido ning¨²n muerto. Sin embargo, las familias que huyen de Sirte describen un panorama en el que no cesan de morir civiles bajo los bombardeos de la OTAN.
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