Transici¨®n convulsa en el Valle del Nilo
La junta militar deber¨ªa meter en cintura a los provocadores proMubarak y a los salafistas que acosan a los coptos
La memoria, por piadosa, puede edulcorar el pasado. Por ejemplo, la Transici¨®n espa?ola fue m¨¢s violenta de lo que solemos recordar. Hubo cientos de muertos -no s¨®lo a manos de ETA, tambi¨¦n de la ultraderecha y de oscuras organizaciones como el Grapo, am¨¦n de obreros y estudiantes abatidos por los antidisturbios- e incluso un golpe de Estado en el que el Gobierno y el Parlamento fueron secuestrados por facinerosos uniformados. Todo termin¨® bien porque los principales actores pol¨ªticos, los reformistas del franquismo y la oposici¨®n antifranquista, supieron convertir cada incidente en un paso adelante hacia la democracia.
Egipto vive jornadas sangrientas: sus cristianos, los coptos, se sienten acosados por los salafistas (islamistas a¨²n m¨¢s extremos que los tradicionales Hermanos Musulmanes), discriminados en general en la vida de su pa¨ªs y poco protegidos por la junta militar que debe pilotar la transici¨®n a la democracia. Con independencia de que, como piensan muchos egipcios, en el desencadenamiento de los incidentes del domingo participaran agentes provocadores vinculados al derrocado r¨¦gimen de Mubarak, el malestar de los coptos es real. Cualquier f¨®rmula que se proclame democr¨¢tica en el Valle del Nilo tiene que darles una respuesta.
El Ej¨¦rcito, percibido como patriota y no partidista, es a¨²n la instituci¨®n m¨¢s prestigiosa en Egipto. Sin embargo, empiezan a o¨ªrse voces que denuncian la pasividad de la junta militar con los principales perturbadores del orden p¨²blico: los agentes del antiguo r¨¦gimen, por un lado, y los salafistas, por otro. En sus ¨²ltimos art¨ªculos, el escritor Alaa el Aswany pide expl¨ªcitamente a la Junta que corte las alas a los salafistas, a los que atribuye la responsabilidad de los ataques sufridos por los coptos desde la ca¨ªda de Mubarak. Los salafistas, se?ala el autor de El Edificio Yacoubian, no tienen nada que ver son el tradicional islam piadoso y tolerante de Egipto, sino con la predicaci¨®n venida de y financiada por Arabia Saud¨ª. ¡°La m¨¢s peligrosa idea difundida en nuestra sociedad por los salafistas¡±, dice el escritor, ¡°es el odio a los coptos¡±.¡°?Por qu¨¦ la mano de hierro de la polic¨ªa militar se convierte en el guante de un ni?o cuando trata con los salafistas?¡±, se pregunta.
?Conseguir¨¢n los dem¨®cratas del Valle del Nilo convertir en unidad y progreso estos y otros sucesos dram¨¢ticos que puedan venir? Hamdeen Sabbahi cree que s¨ª. Sabbahi, candidato con posibilidades a las elecciones presidenciales que deben celebrarse en 2012 -con m¨¢s posibilidades en todo caso que Amr Mussa, por m¨¢s cre¨ªble, y Mohamed el Baradei, por m¨¢s popular- fue entrevistado el lunes para este peri¨®dico por ?scar Guti¨¦rrez y en la noche de ese d¨ªa cen¨® con un grupo de diplom¨¢ticos, empresarios y analistas espa?oles. El encuentro era off the record, as¨ª que s¨®lo puede contarse que Sabbahi, que altern¨® el ¨¢rabe con el ingl¨¦s, se mostr¨® tan conocedor de todos los problemas que puede uno imaginar en la transici¨®n egipcia a la democracia como convencido de que podr¨¢ superarlos.
El Ej¨¦rcito, percibido como patriota y no partidista, es a¨²n la instituci¨®n m¨¢s prestigiosa en Egipto.
El partido de Sabbahi, que fue encarcelado por oponerse tanto a Sadat como a Mubarak, tiene un nombre que resume la esencia de la revoluci¨®n egipcia y toda la primavera ¨¢rabe: Al Karama, la Dignidad. Este partido se presenta a las legislativas del mes pr¨®ximo, en las que, seg¨²n Sabbahi, los Hermanos Musulmanes no tienen tan asegurada esa mayor¨ªa parlamentaria que se les atribuye. Posnasserista o neonasserista, Sabbahi resume su credo en: 1.- independencia (lo que implica distanciamiento de Estados Unidos y una actitud m¨¢s cr¨ªtica con Israel); 2.-unidad nacional (lo que supone la plena igualdad para los coptos), y 3.- El Nilo (una gesti¨®n m¨¢s eficaz de las aguas del gran r¨ªo). En sus planteamientos socio-econ¨®micos, podr¨ªa calific¨¢rsele de socialdem¨®crata, tal vez en la l¨ªnea del brasile?o Lula.
Decir que en la cena Sabbahi escuch¨® atentamente las experiencias de la Transici¨®n espa?ola no supone tampoco traicionar ninguna confidencia. Por supuesto, las diferencias entre la Espa?a de 1975 y el Egipto de 2011 son tremendas. No s¨®lo las obvias en materia nacional, cultural, religiosa y geopol¨ªtica, sino tambi¨¦n las socioecon¨®micas. El franquismo leg¨® un cierto desarrollo econ¨®mico y una incipiente clase media de las que carece Egipto, que en esto incluso puede haber retrocedido desde los tiempos de Nasser. Casi a¨²n m¨¢s importante, los actores de la Transici¨®n espa?ola, y con ellos la poblaci¨®n, ten¨ªan un fant¨¢stico acicate para avanzar hacia la democracia del que carece Egipto: la integraci¨®n en Europa.
Sabbahi resume su credo en: Independencia, unidad nacional y El Nilo
As¨ª que la tarea de los dem¨®cratas egipcios es m¨¢s descomunal si cabe que la de los espa?oles. Siendo el suyo el m¨¢s poblado e influyente pa¨ªs de su comunidad, les toca ensayar casi en solitario -ah¨ª est¨¢, m¨¢s en vanguardia, el peque?o T¨²nez- una aut¨¦ntica novedad: la democracia ¨¢rabe. Puede servirles de ejemplo de inspiraci¨®n otro pa¨ªs musulm¨¢n aunque no ¨¢rabe, Turqu¨ªa, pero ellos no tienen el legado de Ataturk y est¨¢n al ladito mismo del explosivo conflicto israel¨ª-palestino.
?C¨®mo ayudarles? En lo inmediato, los egipcios piden m¨¢s comercio, m¨¢s turismo, m¨¢s inversiones. La degradaci¨®n de las condiciones de vida podr¨ªa alentar tentativas autoritarias involucionistas. A medio y largo plazo, la Uni¨®n Europea podr¨ªa ofrecerles alg¨²n tipo de partenariado especial vinculado al ¨¦xito de la transici¨®n. Entretanto, bueno ser¨ªa que la Junta escuchara a El Aswany y otros y metiera en cintura a los nost¨¢lgicos de Mubarak y a los salafistas.
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